Macri entre el síndrome Das Neves y el riesgo de perder la centroderecha

El jefe de Gobierno teme perder la Ciudad y sufrir un ocaso político como el que vive el gobernador de Chubut. Por eso, analiza bajarse y avanzó en negociaciones con Alfonsín. Pero hasta sus ministros advierten que nunca votarán al radical y creen que perderán el electorado de centroderecha. Qué se habló en la reunión secreta con los sindicatos que le ofrecieron financiarle la campaña presidencial. 
El martes pasado Macri ingreso sin que nadie lo viera en la sede del barrio del Congreso del Sindicato de Viajantes de Comercio. Se trata de un gremio satélite del mercantil Armando Cavalieri. Adentro, lo esperaban unos veinte dirigentes gremiales, que había reunido el diputado Jorge Triacca, con la discreta colaboración de Luis Barrionuevo y otros jerarcas del sindicalismo peronista.

Fue uno de los últimos intentos fuertes para que Macri se lance a Presidente. “No te manques, lanzate a Presidente”, le dijeron sin vueltas. Allí se habló de las tres condiciones que había puesto Macri para terminar de definir su candidatura presidencial, días atrás en una reunión con la mesa nacional del PRO.

En aquel encuentro Macri pidió a los suyos que le expliquen quien iba a financiar la campaña presidencial, quien sería su vice y con que sistemas de alianzas a nivel nacional competirían.

“Si te preocupa el tema de la plata, tenemos la plata”, le dijeron al jefe de Gobierno los caciques sindicales. Ninguno era de los gremios más grandes, pero se trataba de un juego de sobreentendidos. Viejos lobos de mar, los sindicalistas apuestan en todas las canastas que les resultan medianamente afines. Así, los gremios grandes apoyan explícitamente a Cristina Kirchner, pero mediante gremios satélites más pequeños tienden puentes con el Pro, por ejemplo.

Cuando se discutió el sistema de alianzas, pragmáticos le propusieron que se lance con el Pro y las estructuras de sus sindicatos, para ver después que aliados se suman. “Lo que tenemos no alcanza para ganar, pero si para competir”, le explicaron.

La lectura obvia es que mientras Macri siga sembrando incertidumbre sobre su decisión final, difícil que se acerque Francisco de Narváez o algún otro aliado de peso.

La discusión sobre el vice se resolvió rápido. “Pone el que quieras vos, pero nosotros tenemos nuestras simpatías”, le aclararon. El nombre lo tienen y estaba presente en la reunión.

Lo que sucede es que en el macrismo todavía fantasean con opciones claramente irrealizables. Están los que piensan que Ernesto Sanz va a romper con el radicalismo para acompañar a Macri; los que siguen creyendo que sobre el final Carlos Reutemann aceptará secundarlo; y los que ahora suman a Sergio Massa.

El intendente de Tigre tiene una vieja amistad con el diputado provincial Emilio Monzó, hoy uno de los armadores de la mesa nacional del macrismo. Pero si bien habla con todo el mundo, en la intimidad Massa sale despavorido cuando le proponen sumarse al Pro. Su proyecto esta en el peronismo y sabe que si no es en esta, en el 2015 es el candidato mejor posicionado para pelear la gobernación de la provincia –por lo que mide- y porque Daniel Scioli no tendrá otra relección.

La reunión tuvo tramos tensos. Macri no está para nada contento con su presente político. Se siente tironeado y cree que está sufriendo por parte de los distintos sectores de su entorno, una presión desmedida.

El síndrome Das Neves

En términos objetivos la decisión que tiene por delante Macri es difícil. La pregunta en todo caso es porqué permitió que los acontecimientos llegaran a este punto. “Si te explican las razones que tiene para lanzarse a Presidente seguro que coincidís; y si después te explican porqué debería competir en la Ciudad, también”, afirmó a LPO un importante miembro del gabinete macrista, para explicar la duda que atenaza al líder del Pro.

Los que lo empujan a repetir en la Ciudad –Nicolás “Nicky” Caputo, Marcos Peña, Gabriela Michetti, Jaime Durán Barba-, presentan el caso Das Neves. El gobernador de Chubut perdió –o casi- su provincia y se quedó no sólo sin candidatura presidencial, sino que además dañó severamente su futuro político. “Si perdemos la Ciudad, perdemos todo”, sintetizan.

Esta posición trabaja sin embargo sobre una base empírica discutible. Macri mide hoy mejor que Michetti y Rodríguez Larreta. Pero no le sobra nada para ganar la Ciudad. Y como se sabe, la política es una película que evoluciona de manera imprevisible. El fotograma de las encuestas de hoy puede ser bien distinto al del 10 de julio, cuando los porteños elegirán al próximo jefe de Gobierno. Es decir, Macri tampoco tiene garantizado el triunfo porteño, de manera que sigue latente el mismo riesgo que se quiso conjurar.

Con un agravante: si rehúye la pelea nacional, esto puede causar una decepción en el votante natural del Pro que lo apoyó en su pelea con los Kirchner, y que acaso se lo facture a la hora de votar en la Ciudad.

Pero la situación imposible que sufre Macri, tiene una explicación. Varios de los mismos que hoy le piden que baje a la Ciudad, fueron los que en su momento argumentaron la necesidad de desdoblar las elecciones porteñas. Esa decisión estuvo teñida por las miserias de la política chica. Michetti creía que ella tenía más chances de ser elegida la sucesora si iban desdobladas –porque mide más- y Rodríguez Larreta proponía unificar para beneficiarse del arrastre de la boleta presidencial.

La discusión debió ser otra y plantearse de arriba para abajo: ¿Qué es lo más conveniente para el proyecto nacional del PRO, para la candidatura a Presidente de Macri? La respuesta obvia era unificar. Se eliminaba el riesgo intermedio que hoy paraliza a Macri. El macrismo, se construyó en este punto su propia trampa.

Las negociaciones con Alfonsín

Tan grande es el daño que le causó este desdoblamiento al Pro, que como una frazada corta, descubre al mismo tiempo que tapa. Si Macri busca repetir en la Ciudad, deja a su fuerza sin candidato a presidente y por ende sus candidatos a diputados nacionales en la propia Ciudad, provincia de Buenos Aires, Santa Fe, Salta, Córdoba y algún otro distrito, quedan huérfanos, sin boleta para subirse a la pelea grande de octubre. Es decir, el Pro queda a tiro de pasar de ser una posible segunda fuerza nacional, a poco más que un partido municipal.

De esa desesperación surge lo impensado: una alianza con Ricardo Alfonsín. El jefe de los diputados macristas Federico Pinedo es quien lleva adelante estas conversaciones con el alfonsinista Raúl Borrás. “Por ahora son charlas preliminares, todavía no se puede haber de una negociación política”, explicaron fuentes del Pro a La Política Online.

En esas conversaciones Pinedo no se atrevió a plantear la posibilidad de la candidatura a vicepresidente de Gabriela Michetti, pese a que es su amiga. Sabe que los radicales lo rechazarían de plano y difícilmente pondrían en crisis su alianza con los socialistas de Hermes Binner, que podría ocupar ese casillero.

Sí se avanzó en el formato de “listas de adhesión”, es decir boletas de candidatos a diputados nacionales del Pro que en octubre acompañen la postulación de Alfonsín. Y aunque suene disparatado también se habló de una integración de macristas en un eventual gabinete nacional de Alfonsín. No es un secreto que a Pinedo le encantaría el desafío de la Cancillería.

Pero en política hay sumas que restan. Estas negociaciones ya pusieron en crisis a buena parte de la dirigencia del Pro, que se ubican en las antípodas del hijo del ex presidente. “Si la opción es Cristina, Alfonsín o Duhalde, voto a Duhalde”, le confesó a LPO un descorazonado integrante del gabinete porteño. Mientras que un importante legislador fue más allá: “Antes que Alfonsín, la voto a Cristina”.

Es que más allá de las grandes chances que tiene de perder la elección presidencial, Macri sigue siendo el candidato opositor mejor posicionado -según las encuestas- y capta una franja del electorado que de ninguna manera votaría al radical. “Mis amigos, que no son de la política, me dicen: Vayan aunque sea a perder, traten de sacar 30 puntos, metan diputados y senadores y desde ahí hagan oposición a Cristina, no nos dejen a merced de los k”, confesó a este medio, otro integrante de la cúpula del macrismo.

Es que bien mirada la decisión de Macri, como toda decisión política importante, lo excede. Hay razones que empiezan a pesar, que van más allá de sus intereses personales.

Si Macri se baja forzaría a su electorado a optar entre Alfonsín y Duhalde, y acaso no sea esa la opción que estaban esperando. “Si quiere ser el líder de la oposición de centroderecha tiene que jugar a Presidente”, afirmó tajante uno de los hombres de la Argentina que más campañas políticas realizó.

Es verdad que cualquier decisión que tome entraña enormes riesgos. Pero la política también tiene esos momentos en los que los papeles se queman y sólo queda la intuición. Macri se acerca así a la zona dura de su carrera. Lo que defina en los próximos 10 días, moldeará de manera irreversible su futuro político.