Cristina enfrenta una pulseada que definirá su futuro político

La crisis de las ocupaciones, que mezcla un drama real con el estímulo interesado de sectores políticos, mediáticos y económicos, colocó a la Presidenta ante el desafío más grande que le tocó enfrentar desde la muerte de Kirchner. En la Casa Rosada hay mal clima y temor a una ramificación de las tomas en el Conurbano.
El lunes pasado por la noche, Cristina vivió uno de los momentos de mayor zozobra desde la muerte de Néstor Kirchner. El secretario General Oscar Parrilli, recibía a través de sus contactos en las organizaciones piqueteras alarmas de tomas inminentes en casi todo el Conurbano.

“En un momento se llegó a evaluar que las tomas podían superar en el Conurbano las 150 mil personas, como nunca, el gobierno tembló”, afirmó a La Política Online uno de los funcionarios con más contactos con las organizaciones sociales que recibía permanentes llamados de punteros del Conurbano.

El análisis del gobierno identificó tres factores detrás de la escalada: punteros duhaldistas, agrupaciones de izquierda como el Frente Darío Santillán que quemó las puertas del Ministerio de Desarrollo Social, y la dinámica propia de la gente que enfrenta gravísimos problemas de vivienda. Todo debidamente amplificado por los medios opositores, que incluso desplegaban un plano con los focos de conflicto en el Conurbano, generando el previsible efecto contagio.

En las horas álgidas, el gobierno incluso se enteró que la pequeña pero muy radicalizada Federación de Organizaciones de Base había llamado a manifestarse frente a los supermercados, un paso previo a los saqueos.

La intensidad de la crisis vivida convenció a Cristina de llegar a un acuerdo con Macri. “El tema había que solucionarlo como sea”, agregó la fuente que minimizó de esa manera las críticas a los anuncios realizados por Aníbal Fernández, en la conferencia de prensa que presentó el acuerdo con el macrismo.

Es que el jefe de Gabinete dijo que a partir de ese momento se suspenderían los planes sociales de todos los que tomen predios ilegalmente. Se trata, de una paso que no se atrevió a dar ni el menemismo. “Había que mandar una señal a nuestros propios punteros, que se engancharon en las tomas para hacer una plata extra”, explicó a este medio la fuente consultada, que desestimó la posibilidad de que alguna vez se cumpla el anuncio del jefe de Gabinete.

Es que el fenómeno confirmó una realidad que se intuía. Una vez afianzado los mecanismos mercantilistas en las relaciones políticas, son las leyes del mercado las que rigen. Es decir, hay una amplia franja de punteros del Conurbano, que fluctúan entre el kirchnerismo, el duhaldismo y Francisco de Narváez; y si la paga lo amerita, ofrecen sus servicios para determinadas “changas” como tomar un predio.

La bronca con Aníbal

Hace 48 horas que la Presidenta no habla con Aníbal Fernández, informó a La Política Online un habitual interlocutor del poder. Crece la figura de Julio de Vido y Nilda Garré. Y una vez más, se menciona al embajador en España, Juan Carlos Bettini, como reemplazante del quilmeño.

Bettini fue compañero de estudios de los Kirchner en La Plata y montonero de verdad, no de libros y posters. Hoy es un bom vivant afecto a los habanos cubanos y el buen vino Rioja, amigo del rey Juan Carlos y Felipe González. Además de lobbista eficaz de las principales multinacionales de la península ibérica. Es decir, no existe ninguna razón para que deje esa vida espléndida para sumergirse en el infierno de las tomas del Conurbano y las internas del gabinete. Salvo una orden directa e inapelable de su amiga, la Presidenta. Se verá.

Lo que está claro es que hay bronca con Aníbal. Hoy tuvo que renunciar Héctor Masquelet, su delegado para manejar desde el Ministerio de Justicia el día a día de la Policía Federal y las otras fuerzas de seguridad. Tan notable es su caída que hasta el dócil Julio Alak, comenta por estas horas: “yo no pude avanzar con la Policía porque Aníbal puso los funcionarios que la manejaban (por Masquelet)”.

También perdió el jefe de Gabinete a su hombre ante el GAFI, el ente que lucha contra el lavado de dinero. La potenciada Unidad de Información Financiera (UIF), que esta semana recibió una dosis generosa de anabólicos a través de un decreto de la Presidenta que la erigió en organismo rector del combate al lavado, dejó sin funciones a Alejandro Strega, el hombre de Aníbal Fernández ante el GAFI.

¿Por qué semejante castigo a quien aparecía como el ministro fuerte del Gabinete? Entre otras razones, se menciona que habría acercado a la Presidenta información errónea, en las horas críticas de la crisis del Indoamericano. Además, de la descontrolada violencia de la Policía Federal en el operativo inicial de desalojo del Parque, que causó dos muertes y encendió la mecha de la crisis.

Luis D´Elía acusó al jefe de Gabinete de conspirar con Eduardo Duhalde contra la Presidenta. No está claro que en el gobierno compartan esa lectura, pero si que la Presidenta le perdió confianza.

“Aníbal en los primeros 100 metros nadie te gana, sos el mejor ¿Pero vas a poder mantener ese ritmo sin chocar?”, le preguntó un ex ministro pocos días después de la muerte de Néstor Kirchner, cuando el jefe de Gabinete extendía su influencia en todo el gobierno y aparecía todo el tiempo a la derecha de la Presidenta.

Mal clima

Ayer por la noche el clima en la Casa de Gobierno era sombrío. Hoy no mejoró. La sensación sigue siendo de extrema fragilidad. Incidentes como los de Villa Lugano, donde esta tarde se enfrentaron vecinos y ocupantes, no contribuyen a que regrese la calma.

“Es sabido que diciembre es el mes para apretar, lo que no se cierra en ese momento después de las vacaciones es muy difícil conseguirlo”, explicó a La Política Online un dirigente piquetero. En el 2008 hubo intentos de saqueo, oportunamente desarticulados. Y en el 2009 el entonces ministro de Seguridad bonaerense, Carlos Stornelli, denunció un complot de la Policía para desestabilizar al gobierno.

Lo que está en discusión es si Cristina Kirchner tienen la capacidad de enfrentar y superar la primer embestida fuerte contra su gobierno. Una situación que –como suele ocurrir- mezcla una deuda social real, con intereses políticos y económicos, alarmados ante la posibilidad de que reelija.

El escenario está bien articulado. Coloca al gobierno entre la permisividad ante el caos y el riesgo de reprimir y provocar nuevas muertes, que echen nafta sobre las protestas. “La demora en reprimir no es ideológica, tiene que ver con la falta de control político sobre la policía”, explicó a este medio un funcionario del gobierno.

De allí la urgencia por designar a Nilda Garré y el descabezamiento de la fuerza. De nuevo, se mezcla la micropolítica. “Los policías, sobre todo de la zona sur, son bravísimos. A veces aprovechan las represiones para saldar alguna cuenta pérdida con algún puntero, por temas de narcotráfico, por ejemplo”, explicó la fuente a La Política Online, y concluyó: “Enviarlos al choque sin férreo control político es arriesgarse a un desastre”.

Agitar la indignación de la gente ante la inacción policial es tan efectivo como inescrupuloso. Hay medios que lo hacen sin ponerse colorados. El discurso prende. “La Policía protege a los que delinquen, de los vecinos”, es el reclamo que se fomenta. El discurso binario enfrenta vecinos con ocupantes y agita el conflicto, al tiempo que clama, ya sin disimulo, por la represión. Cuentan en vivo las horas, minutos sin que actúe la fuerza. Filman primeros planos de policías impotentes, parados como estatuas de sal. Provocación mediática en su faz más evidente.

La hora exige temple para no caer en las provocaciones, inteligencia para separar la paja del trigo, y capacidad política para desanudar la crisis. Para pasar de la emergencia a la discusión inevitable que habrá que abordar: en la Argentina hay cientos de miles de personas sin vivienda ni tierra, que necesitan una solución.

La Presidenta rinde por estas horas un examen límite, una de esas pulseadas fuertes que testean la capacidad de respuesta del poder. En las próximas horas, días, la Argentina finalmente conocerá de que madera está hecha Cristina y la eterna pregunta sobre su real capacidad política, habrá encontrado una respuesta.