Máximo Kirchner, ante el desafío de conducir la bronca y las ambiciones de La Cámpora

La agrupación emblemática de las juventudes kirchneristas, dejó su marca en la despedida del ex presidente. Máximo Kirchner, estrenó el rol de último filtro para acceder a Cristina y se mudaría a Olivos. Ahora deberá lidiar con la frustración de la juventud ante la desaparición de su líder, que les había prometido protagonismo político y hasta un ministerio.
Ni los sindicatos, ni los movimientos sociales ni, mucho menos, los siempre convocantes intendentes del conurbano bonaerense. Quienes más se hicieron sentir a lo largo de las dos jornadas en la que se recordó a Néstor Kirchner en la Plaza de Mayo fueron los jóvenes K.

En el peor día de sus cortas vidas políticas, sus gritos los ratificaron como la fuerza más fresca del heterogéneo kirchnerismo, que antes de la tragedia se preparaba para pisar fuerte en los comicios del año que próximo.

Y en sus cánticos no dejaron de marcar que, pese a quien le pese, no detendrían su marcha, toda una señal de alerta para los gobernadores e intendentes que deberán definir el futuro del peronismo.

El grupo más representativo del universo K es La Cámpora, formada por Máximo Kirchner, el primogénito del matrimonio presidencial. Ahora no tendrá tanto tiempo para ellos: según voceros K, se mudaría a Olivos para seguir el día a día de Cristina, tal como hacía su padre.

Su rol de protector se vio a las claras durante el velatorio, cuando, sobrio y sin quebrarse, decidió qué visitantes saludaban a Cristina.

La Cámpora tiene como cara visible a Andrés “Cuervo” Larroque, subsecretario para la Reforma Institucional y Fortalecimiento de la Democracia en los papeles, un cargo que sólo usa para avalar su militancia. Otro que talla es Iván Heyn, de la Corporación Puerto Madero, y, más subido de categoría, suma Mariano Recalde, el presidente de Aerolíneas.

La juventud K llegó a la plaza también con banderas de la JP, comandada por el legislador porteño Juan Cabandie y José Ottavis en la provincia de Buenos Aires. 

Se vieron banderas del Movimiento Unidad Popular (MUP), comandado por el director de Medios de Comunicación en Red del Ministerio de Desarrollo Social y parte de la mesa juvenil K.  Y junto con la masa gremial hizo su ingreso la juventud sindical liderada por Juan Moyano, el hijo del jefe de la CGT, que se estrechó en un abrazo con Máximo.

Los jóvenes no prevalecieron por número ante las columnas sindicales o de organizaciones sociales: lo hicieron por su presencia permanente y espontánea que los hizo sentir a cualquier hora del día.

Fue común ver a grupos sentados sobre el césped esperando que pasen las horas, reunidos en círculos. Por lo general, rompían la monotonía de a ratos con canciones y arengas.

Además del recuerdo a Kirchner, la más repetida fue la que pedía la renuncia de Cobos, el opositor que eligieron para confrontar, toda una manía K. La frase “Andate Cobos, la puta que te parió”, se oyó una y otra vez, a toda hora del día.

La mayor muestra fue el miércoles, a horas de conocerse la muerte de Kirchner. La mayoría de las banderas que se colgaron sobre vallado metálico que cruzó la plaza de mayo a la altura de la pirámide eran de la JP y del MUP, por lo general, de regionales cercanas. Los habían colgado militantes que corrieron ni bien supieron de la muerte de su líder.

Con Máximo en la capilla ardiente, donde velaron los restos de Kirchner, La Cámpora irrumpió por la noche con banderas y cánticos. No fueron los únicos: durante la jornada muchos jóvenes habían hecho retumbar sus gritos de furia.

Duras negociaciones

¿Qué lugar encontrarán los jóvenes K sin Kirchner? En la presentación que hicieron el 14 de septiembre en el Luna Park, con Néstor y Cristina en el escenario, dejaron claro que estaban para ganarles espacios de poder a los gobernadores e intendentes.

Tanto, que Larroque hasta se animó a aplaudir a Ottavis porque “les da dolores de cabeza” a los intendentes. “Qué se la banquen”, los desafió, con Néstor y Cristina atrás.

En su alquimia electoral, los jóvenes K manejaban la chance de romper con ese núcleo duro de intendentes y agruparse con el otro cuco de los jefes comunales, los movimiento sociales, si no hacían lo correcto para que Kirchner llegara con chances al 2011. Más claro: "si volvían a traicionar como lo hicieron en el 2009", según la visión de un líder juvenil.

Quienes más frecuentan el matrimonio K aseguran que Cristina, más pasional que pragmática, cobijará a quienes su esposo consideraba importante que prevalezcan.

Pero en la negociación de cargos aún restan definir interlocutores. Será otro tema a tratar en la mesa que ahora, Cristina y Carlos Zannini, el secretario Legal y Técnico pero sobre todo asesor full time del matrimonio, compartirán con Máximo, en definitiva, la mayor esperanza de la juventud K.