Ahora, un sector del gobierno teme por el costo político de la medida contra Fibertel

La decisión se tomó por una orden directa de Néstor Kirchner a Julio de Vido, que no tuvo margen para debatirla. Un sector del gobierno cree que le hace el juego a Clarín ya que corre la discusión del incómodo eje de Papel Prensa y además genera el fastidio de más de un millón de usuarios, que hasta ahora miraba con indiferencia la pelea entre el grupo de medios y el gobierno.
Finalmente, Héctor Magnetto lo logró: tomó la decisión de sacarlo a Néstor Kirchner de la falsa santidad con la que se cubrió en las últimas semanas, actitud que le permitió subir su imagen positiva. Le costó muy poco. Hizo filtrar la cena con cinco dirigentes de la oposición de peso, armó una foto en la que comparte protagonismo con los empresarios argentinos más importantes, y juntó a los cuadros gerenciales del Grupo Clarín para responder todas las preguntas que circulan en las redacciones. Rompió con su propia tradición y salió del estricto bajo perfil, con un objetivo claro: que el hombre que lo eligió de enemigo perdiera el control, y evidenciara ante la opinión pública su intención de dominio total ante quienes no se arrodillan.

Es verdad que no imaginaba que se metería, tan luego, con Fibertel. Nunca nadie tiene tanta creatividad para el daño como Néstor Kirchner. Pero mejor no le pudo haber salido su estrategia. Ahora no se trata de la apropiación por parte del Estado de Papel Prensa, asunto abstracto y lejano para la población, sino del servicio que trama la cultura de nuestra época, la provisión de banda ancha, un recurso más valorado por los alfabetos digitales que la televisión, el celular y hasta las mismísima electricidad.

La sola idea de que el acceso a Internet sea más lento o sufra adaptaciones por el cambio de prestadores o, peor, que amigos del Gobierno tengan facilitada la intervención en los correos electrónicos o que simplemente eliminen la prestación del servicio a quienes no sean lo suficientemente amigos de los K, está provocando pánico en la vida de miles de personas, que hasta ahora miraban con indiferencia la pelea entre Kirchner y el Grupo Clarín.

Claro, como Néstor apenas envía algún email de vez en cuando, carece del sentido común básico para comprender la angustia de los usuarios ante la falta de Internet.

Así las cosas, ni la peronósfera digital tan bien regada con los contratos del Estado respalda la brutal medida. Y por estas horas, hasta los funcionarios del ministro Julio De Vido se preguntan –muy preocupados- por los pasillos, si a Kirchner lo habrá asesorado Guillermo Moreno.

La pregunta no es banal. La Secretaría de Comercio Interior no tiene siquiera página web, y en ningún lugar de la red aparece su dirección ni teléfono. Todos en el Gobierno lo saben, pero nadie se animó a sugerirle que salga de la era de piedra en materia de comunicación. Es que Moreno está convencido de que Internet es para “boludos que tienen tiempo para boludear, y si alguien quiere venir a mi oficina, averigua y chau”.

Un funcionario de Planificación le dijo a LPO que “Néstor estaba chocho cuando le comunicó a De Vido que tenía que hacer el anuncio, y se reía exitado. Le dijo que la gente huiría en masa de Fibertel, hiriendo de muerte a Clarín entre los usuarios. Julio no le discutió nada. Sabía que era inútil. Tampoco se dio cuenta de lo que provocaría”.

Según lo explicado por la fuente, y contrariamente a lo que se supone en ámbitos empresariales, Néstor no tomó la decisión con el objetivo de que algún amigo compre la compañía, sino para que los usuarios huyan en masa a Speedy y Arnet, vaciándola de clientes.

De repente, el Grupo Clarín no tiene que esforzarse por explicarle a la población de qué se trata la vocación autoritaria del Gobierno, ni organizar campañas de difusión para lanzar inmediatamente después de que Cristina anuncie las conclusiones de la “Comisión Papel Prensa La Verdad”, nacida en la Resolución 126 de Comercio Interior. A veces, los regalos caen desde los lugares más inesperados.