Diputados: harta, la oposición insistirá en destituir a la mano derecha de Fellner

Los bloques de la oposición buscan aprobar la remoción del Secretario Parlamentario, Enrique Hidalgo, que es autor intelectual de varias maniobras del kirchnerismo para frenar el avance opositor en la Cámara. Pero para eso es necesario sesionar, lo que está siendo evadido por el oficialismo semana a semana.
Hace un mes, los bloques de la oposición en la Cámara de Diputados acordaron que en la próxima sesión se pediría la remoción de Enrique Hidalgo, el astuto abogado que ejerce como Secretario Parlamentario desde 2005, autor intelectual de una discrecionalidad nunca vista en el Congreso desde el retorno a la democracia. Pero algo pasó desde entonces: nunca más se volvió a sesionar.

A pesar del parate, Hidalgo está más activo que nunca. En forma personal decide las giros de los proyectos a las comisiones, de modo de impedir que las que tienen mayoría de opositores sean “cabecera”, es decir, motoricen su tratamiento. Así, si se trata de discutir el DNU de las reservas, va a Presupuesto y Hacienda, presidida por Gustavo Marconatto y no a Finanzas, manejada por Alfonso Prat Gay.

Y si es un pedido de informes sobre el atentado contra el auto de Adela Gómez, la periodista de Caleta Olivia, va a la Comisión de Seguridad Interior y no a la de Libertad de Expresión que dirige la diputada Silvana Giúdice. Lo mismo pasó con el pedido de informes por la discriminación informativa a la que fue sometido el periodista Ismael Bermúdez en el Ministerio de Trabajo, que tuvo a la Comisión de Legislación Laboral como cabecera.

Cada proyecto que puede ser de interés para el debate público, atraviesa exactamente el mismo sistema de decisión: demorar la discusión en las comisiones, impedir que las comisiones donde tiene mayoría la oposición puedan aprobar dictámenes para que sean llevados al recinto, provocar las discusiones infinitas entre los distintos bloques que no son oficialistas acerca de cuáles pueden ser los mejores pasos a seguir.

Proyectos de la oposición que ingresan por Mesa de Entrada quedan perdidos en la estratósfera, copias de iniciativas del oficialismo nunca llegan a los despachos de la oposición, modificaciones que se hacen de común acuerdo desaparecen de los textos, los internos de teléfono de diputados de la oposición que odian particularmente son cambiados en la red para que sea difícil encontrarlos.

Se trata de una verdadera política de Estado –de Estado K- que busca impedir el funcionamiento del Congreso, mientras la población que aún sigue las noticias sobre los acontecimientos en el Congreso, se enfurece cada vez porque lo que votó, no logra plasmarse en una división real de poderes.

La imaginación argentina no tiene límites. Y cuenta con los diputados oficialistas de patéticos títeres de una obrita menor, escrita y dirigida desde la Residencia Presidencial de Olivos.

Pero ayer, Hidalgo fue por más. Como sabía que la oposición iba a lograr quórum, utilizó todos los mecanismos que tan bien conoce para embarrar la cancha. No hizo funcionar el timbre en el anexo, intervino el panel de control para que no se registre en tiempo y forma a los diputados presentes y presionó en forma abierta mirando fijo al presidente de la Cámara, Eduardo Fellner, para que levante la sesión cuando estaba hablando la diputada Graciela Camaño. Nunca, nadie, había llegado tan lejos desde 1983.

Viéndolo actuar ayer en el recinto, la oposición recordó el acuerdo al que había llegado hace más de un mes. Y se autoimpusieron lograr el quórum y pedir –finalmente- la remoción de Hidalgo.

Consideran que lograr ese objetivo será un golpe mortal contra Fellner, el jujeño que es presidente de la Cámara porque, justamente, no toda la oposición estaba convencida de la importancia de colocar a un opositor en el cargo que está en la línea de sucesión presidencial.

Algunos diputados, dijeron hoy a La Política Online que “primero vamos por Hidalgo, después por el secretario administrativo, y luego por Fellner”. Y consultados acerca de quién podría suceder a Hidalgo, todos se mostraron dispuestos a elegir “a cualquiera que garantice la ecuanimidad”.

Mientras tanto, una pregunta retumbaba ayer en los pasillos del anexo: ¿Es Néstor Kirchner el que le da las órdenes en forma directa a Hidalgo? En la oposición, nadie estaba seguro de la respuesta.