Crisis de inseguridad

Scioli apuesta a la "tolerancia cero" para enfrentar la crisis de seguridad

En el gobierno bonaerense por ahora descartan que Daniel Scioli vaya a hablar con los vecinos de Wilde que mañana volverán a concentrarse frente a la Comisaría local. Sin embargo, anticiparon a La Política Online que es muy probable que en alún momento concurra el ministro Stornelli, aunque evitarán "un linchamiento público".
La crisis desatada por el asesinato a sangre fría de la arquitecta y catesquista de Wilde, Renata Toscana, escaló hoy al más alto nivel político, cuando las pantallas de televisión de los principales despachos de la gobernación bonaerense transmitiían las imágenes de la impresionante movilización a la Comisaría local, en la que se reclamaba la presencia de Daniel Scioli y su ministro Carlos Stornelli.

La ola de inseguridad golpea a Scioli justo cuando ultima los detalles para lanzar un plan quinquenal de gestión -que reemplaza a la abortada iniciativa Dos+Cuatro-, que de alguna manera cristalice sus intenciones de ser reelecto en 2011.

"Scioli recibió a los familiares de Renata, por ahora no tiene previsto ir a Wilde, pero es posible que mande a Stornelli", afirmaron esta noche a La Política Online, fuentes de la gobernación. El gobernador se reunió esta tarde con los familiares de la catequista muerta en las oficinas del Banco Provincia, en el centro porteño.

Sin embargo, lejos de aplacar los ánimos, en Wilde la gente se enardeció cuando trascendió que Scioli no se acercaría al lugar. De hecho, los vecinos decidieron convocar a una nueva movilización para mañana a las 18.30, para insistir en reclamar la presencia del Gobernador.

De todas maneras, en la gobernación aclararon que si bien es muy posible que Stornelli se acerque a Wilde, difícilmente lo haga mientras duren las manifestaciones, porque "no podemos someterlo a un linchamiento público", aclararon.

La situación de Stornelli

La situación del ministro Stornelli, como en cada crisis de seguridad, volvió a quedar en el centro de las versioens de cambios. El rumor más fuerte es que el propio funcionario no estaría dispuesto a irse expulsado en medio de una crisis.

Stornelli goza en el gabinete bonaerense de notables márgenes de autonomía, que algunos de sus pares atribuyen a su situación de fiscal en uso de licencia y sus aceitados contactos en el fuero federal. "Muchos le tienen miedo, porque saben que el día de mañana puede volver a la fiscalía y vengarse desde ahí", afirmaron a La Política Online.

“Está trabajando normalmente. Además, no tengo por qué ratificar o no al ministro. No voy a dejarme llevar por el rumor o los chismes. No me distraigo en esas cosas”, respondió sinuoso Scioli al ser consultado sobre el tema.

"No tenemos nada para decir", fue la hermética respuesta de los voceros sciolistas cuando este medio consultó sobre su continuidad.

Vuelve la mano dura

En este marco, Scioli ha decidido reflotar un discurso de "mano dura" para tratar de conectar con el reclamo social de mayor seguridad, en un retorno a las políticas de Carlos Ruckauf, quien estuvo recientemente con el gobernador y aprovecha esta crisis para intentar un regreso a los primeros planos de la política.

Su inclinación por las políticas de mano dura se materializará en un proyecto de ley que pronto enviará a la Legislatura, con el que propondrá modificar el Código de Contravención para darle más poder a la Policía y sancionar más duramente conductas como el merodeo, portar palos o circular encapuchados.

Organizaciones sociales y gremiales ya le salieron al cruce. La voz en contra más fuerte fue la del Centro de Estudios Legales y Sociales (Cels), que tiene entre su referentes al periodista Horacio Verbitsky, un férreo aliado de Kirchner.

La apuesta de Scioli por encarar la lucha contra el delito, desde la persecución implacable de la escala más baja de los reproches penales, no es nueva y toma como base la política de seguridad implementada por Rudolph Giuliani cuando fue alcalde de New York, conocida como “tolerancia cero”.

En rigor, la política se llamó de "vidrios rotos" y se basaba en la constatación que en los barrios de mayores índices de delito, los edificios tenían ventanas rotas por pedradas y según esta teoría la no intervención de la policía ante esta falta menor, enviaba una señal de permisividad frente al delito. La idea es entonces combatir con extrema dureza las mínimas contravenciones, para no generar un entorno social que favorezca el surgimiento de delitos más graves.

“Hoy los problemas tienen que ver con los palos, con los encapuchados, con las amenazas. Reclamamos orden, firmeza, rigor, prevención, y atender estas cuestiones que parecen infracciones menores y después se convierten en delitos mayores”, señaló Scioli, suscribiendo en toda la línea la política de tolerancia cero.

La contracara de esta política y por eso la reacción de organismos como el Cels, es que otorga un gran poder discrecional a la Policía y avanza sobre las garantías individuales.

La mayor duda será ahora saber si la Legislatura bonaerense está dispuesta a sancionar estos cambios, que introducen una inusitada tensión ideológica al kirchnerismo. Sólo hasta el 10 de diciembre el gobernador gozará de mayoría en ambas, privilegio que cederá ese día.