Policía porteña: las negociaciones secretas del macrismo y la Casa Rosada

Funcionarios de la Nación y de la ciudad trabajaron durante meses para llegar a un entendimiento para la transición desde la salida a la calle de la Policía Metropolitana. Cómo se habían repartido funciones en la ciudad y qué hizo estallar el acuerdo. La policía antipiquetes y la injerencia de Montenegro.
El caso del espía Ciro James hizo visible, además de un escándalo para Mauricio Macri, el enfrentamiento feroz entre el gobierno porteño y el Ejecutivo nacional por la cuestión de la seguridad.

Es que mientras el jefe comunal le echó la culpa a la Policía Federal por el caso James y el jefe de gabinete le responde duramente, detrás se esconde un acuerdo frustrado al cual habían llegado la ciudad y la nación para que salga a la calle la Metropolitana.

Según pudo averiguar LPO hasta hace un par de meses hubo una serie de reuniones secretas entre funcionarios que habían comenzado a delinear la transición para el surgimiento de la nueva fuerza que tanto promocionó el gobierno porteño.

La AMIA pide pistaMientras tanto la conducción política de la AMIA le pidió en varias oportunidades una reunión a Montenegro. En principio el ministro no se negó pero pidió un compromiso público de apoyo por parte de la mutual judía. Tanto Guillermo Borger, su titular, como la dirigencia de la comunidad se mostraron abiertos a dialogar pero explicaron que no podían comprometer un apoyo explícito al ex juez en medio del caso James, en especial luego del espionaje a Sergio Burstein, familiar de la AMIA. Así mientras el titular de la DAIA, Aldo Donzis, se encuentra en Israel, la estrategia de la conducción de AMIA es dejar que, por ahora, sea Burstein el que hable con los medios mientras mantienen un prudente silencio. Mientras tanto Aníbal Fernández sigue cultivando su excelente relación con la dirigencia tanto de DAIA y AMIA. A tal punto que en la dirigencia creen que su único vínculo real con el gobierno nacional es el jefe de gabinete, quien siempre los atiende y escucha sus reclamos. De hecho el mismo Burstein mantiene un buen vínculo con el jefe de gabinete.

Hubo dos líneas de negociaciones. Una se llevó adelante con los funcionarios de confianza del Aníbal Fernández quien dialogó con el jefe de gabinete porteño, Horacio Rodríguez Larreta.

Mientras que Guillermo Montenegro lo hizo con su par de la Nación Julio Alak. Luego el ministro de Macri y sus subsecretarios siguieron discutiendo con la viceministra de Justicia Marcela Losardo y su sucesor Héctor Masquelet.

Esta línea de negociación acordó compartir información crítica. así, hun hombre de la Metropolitana tendría su silla en el 911 de la Policía Federal; y un hombre de esta última fuerza estaría presente en la central del 103, el número de emergencias de la Ciudad.

El reparto de las plazas

En tanto que Larreta con Aníbal Fernández avanzó en acuerdos más políticos. Allí, entre otras cuestiones, habían acordado que Plaza del Congreso, Plaza de Mayo y Constitución sigan siendo controladas por la Federal, tal como había solicitado el mismo jefe de gabinete nacional.

En el caso de las plazas se trata de lugares estratégicos: por allí suelen marchas las agrupaciones piqueteras que responden al kirchnerismo. La idea del oficialismo era seguir manteniendo el control de la calle.

En cuanto a Retiro y Once, estaciones estratégicas por el flujo de vehículos y medios de transporte, se barajaba la posibilidad de que haya un control conjunto de ambas fuerzas. Al menos hasta que se superara la transición y la policía porteña avanzara cuantitativamente con agentes.

En lo que refiere al resto de los barrios el acuerdo era que la nueva fuerza trabaje sobre contravenciones, tránsito y en determinadas áreas de conflicto como en la zona sur de la ciudad. Por su lado, la Federal mantendría su hegemonía en los delitos penales y seguiría con su actual esquema de trabajo, según revelaron a LPO fuentes del gobierno porteño.

Porqué se cayó el acuerdo


Sin embargo, el entendimiento al que habían llegado se rompió imprevistamente. Todo comenzó con una nota en el diario La Nación luego de uno de los tantos días de cortes en la ciudad. Allí se adelantaba que la policía porteña tendría una división “antipiquetes”.

Esto enfureció a Aníbal Fernández quien no vaciló en improperios contra los funcionarios porteños, en especial contra Larreta.

Pero la jugada del jefe de gabinete de la ciudad no fue en vano. Además de buscar tener el control de los piqueteros, dejó que sea Guillermo Montenegro, ministro de Seguridad, el que defienda esa división policial y el que dé la noticia.

Finalmente, y justo cuando la última reunión había sido días antes de la publicación de la novedad, el diálogo se rompió.

Atrás quedaron los deseos de Montenegro de realizar convenios con el gobierno nacional para que no se superpongan las funciones de las dos fuerzas.

Hoy con el caso James, y luego de que en el gobierno porteño dejaran trascender que la Federal estuvo atrás, el acuerdo quedó en el olvido.

De todas maneras para Anibal Fernández fue todo ganancia: el caso del espía pega justo en el lugar que más le duele el macrismo y que lleva como bandera, como la seguridad.