Faltó política para frenar a Kirchner

La derrota de la oposición y los grandes multimedios era previsible. Desde el momento mismo que la Presidenta anunció el envío de la ley de medios al Congreso, se sabía que el gobierno contaba con los votos. La respuesta apenas mezclo enojo con indignación. El espejo de la resolución 125 y porqué Néstor Kirchner necesita una pelea tras otra para sobrevivir.
Ni siquiera les queda la excusa de la sorpresa. La nueva ley de medios, fue una de las normas más anunciadas de la historia. Antes de llegar al Congreso se pasó más de medio año pastoreando por capitales provinciales, pueblos, universidades, anfiteatros, bares y cuanto lugar propicio encontraba el kirchnerismo para instalar sus “foros” de debate. Si hasta se creó una “Coalición por una Radiodifusión Democrática”, que reunió a políticos e intelectuales de diverso pelaje. Todo eso sucedió ante la mirada displicente, de los indignados de ayer.

Frente a ese dato político, la oposición y los grandes multimedios como Clarín y el Grupo UNO, cometieron el mismo error que empujó a Néstor Kirchner a la derrota ante el campo: se ataron a un guión previsible y endógeno, en el que ante cada avance del oficialismo, respondían con la radicalización del discurso y las posturas. O sea, les faltó política. Y en una curiosa inversión de roles, esta vez fue Kirchner el que se mostró más plástico y terminó de descolocarlos al entregar a las telefónicas. Ayer, medios y oposición tuvieron su resolución 125.

Kirchner perdió frente al campo cuando no supo ceder, los multimedios y la oposición, perdieron frente a Kirchner cuando reprodujeron su lógica de todo o nada. Nunca intentaron un acuerdo serio. Es decir, estaba claro desde el principio que algo iba a cambiar en el mundo de los medios y sin embargo, prefirieron el escarnio de una derrota demoledora, antes de la negociación oportuna.

La tontería chavista

Las comparaciones tienen el atractivo y el riesgo de la simplificación. La oposición y buena parte de los medios creyeron –y creen- que es funcional a sus objetivos políticos emparentar a Néstor Kirchner con Hugo Chávez. El problema surge cuando se termina encerrado en la propia construcción intelectual y no se vislumbran las diferencias que ofrece la realidad.

La oposición más dura (macrismo, PJ disidente, UCR y Coalición Cívica) se hizo un enorme daño al abandonar el recinto de la Cámara de Diputados a la hora de votar la ley de medios ¿No les pareció contradictorio cuestionar el tramite express que impuso el kirchnerismo forzando al reglamento y al mismo tiempo retirarse a la hora de votar? ¿Cómo se aboga por una mejora de la calidad institucional, desertando del propio rol?

¿No era acaso un mensaje político mucho más poderoso que abandonar un recinto a las apuradas y en la madrugada, sentar a la mayor cantidad de diputados posibles y votar el propio proyecto, que el día de mañana puede ser mayoría?

El objetivo era tan obvio como torpe: deslegitimar la ley. Tan falta de política estuvo la oposición, tan mansamente se dejó arrastrar a posturas que la lastiman, que no tuvo ni siquiera los reflejos de anticipar como venía la votación antes de retirarse. Esta claro que ausentarse del recinto cuando se sanciona una ley votada por 147 miembros –con destacados miembros de la misma oposición como Hermes Binner-, lo único que logra es dejar en evidencia la propia minoría.

Es que todo el proceso de rechazo a la ley de medios, estuvo signado por una mezcla de frustración, impotencia y enojo. No parece casual que la diputada Silvana Giudice haya sido la principal espada en esta pelea. Durante semanas la titular de la Comisión de Libertad de Expresión desbordó los medios, y sin embargo, una mirada atenta a su discurso debería haber encendido luces de alarma. Era pura indignación, el relato previsible de quien intuye una derrota y empieza a construir el lugar de “campeón moral”.

Es la política

Se trató de una pelea de poder, además de la discusión de una ley de gran complejidad y alcance. Y la oposición y los multimedios se centraron en la denuncia, en ubicarse en el lugar de “lo correcto” y descuidaron el trabajo político serio. Esto es, contar los votos y sumar aliados. Planificar escenarios alternativos. Hubo antes y después que el proyecto llegara al recinto, falta de reflejos. Tal vez el producto de años de disfrutar de un status quo que acaso se imaginó eterno.

Guste o no, Kirchner hace política. Incluso, por estas horas, parece el único dirigente que hace política. Acaba de perder una elección y el 70 por ciento de los argentinos rechazó su forma de conducir el país. Son datos de la realidad que lo ubicaron en una situación previsible: es un ser en estado de necesidad de triunfos políticos. Como no hay elecciones cercanas, le urge ganar batallas para demostrar su vigencia. Necesita que todo crean que el lugar donde se entrelaza esa red última de decisiones, que se entiende como poder, sigue siendo el suyo.

Por eso, el contenido de la ley era y es importante en su pelea con Clarín y los grandes medios en general, pero más neurálgico era ganar la votación por la votación en sí. Después de la derrota del 28 de junio, Kirchner miró a su alrededor y buscó al más grandote de la cuadra. No era Francisco de Narváez, ni Julio Cobos, ni siquiera Mauricio Macri. Era Clarín. Y lo desafió. Por eso cedió las telefónicas y hubiera entregado mucho mas si la victoria estaba en riesgo, porque en su forma de entender el poder, más importante que la ley, era ganar.

Es parte de la misma lógica que explica el lanzamiento de su candidatura presidencial para el 2011. Contra lo que se dice, no es apresurada. Porque si los Kirchner no ofrecen ahora un futuro político, se quedan sin presente. Y esa es una situación muy peligrosa para quien dirige un país.

En definitiva, Kirchner esta haciendo –con su estilo- lo que haría cualquier gobernante que entró en el crepúsculo de su ciclo político: tratar de garantizarse hasta donde sea posible, el control de la transición.