La pelea por Telecom amenaza con terminar en escándalo
Se trata de la puja empresaria más importante del año. Aeropuertos 2000 de Eduardo Eurnekian y Ernesto Gutiérrez, aliado con la familia Werthein, pujan con el Grupo Clarín por quedarse con el control de la compañía. Ya corren amenazas de "carpetazos", en una pelea que involucra al Gobierno y la Corte Suprema. ¿Tinelli a Telefé?
En el mundo empresario se habla del otro gran match del año, más allá de las elecciones del 28 de junio: la pelea por el control de Telecom. Se trata de una pieza clave en el futuro mapa de las telecomunicaciones y los medios de la Argentina.
Es que las telefónicas tienen las redes más extensas del país, y con el avance de la tecnología podrían ser el soporte del denominado “triple play”, estos es, ofrecer por un mismo canal, internet, televisión y telefonía. Se trata de un proceso tecnológico irreversible, que está obligando a los grandes grupos mediáticos a reajustar sus estrategias.
En ese marco, el poderoso grupo Clarín simpre vio como un competidor estratégico a Telefónica, que en una eventual alianza con el grupo editorial Prisa –dueño de el diario El País- y eventualmente Telefé, podía sumar a su red telefónica y su inalcanzable capacidad financiera, el soporte en contenidos de esos medios.
Por eso, inicialmente cuando en mayo del 2007 Telefónica de España se quedó con el 42% de la empresa italiana que controla Telecom, en el grupo Clarín encendieron luces de alerta ante la posible creación de un monopolio en la telefonía argentina, que hoy se dividen Telecom y Telefónica. O sea, se agigantaba aún más el peso del rival estratégico.
Pero rápido de reflejos, el kirchnerismo también vio la oportunidad. La operación de Telefónica internacional disparó la intervención de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC), que ahora preside el abogado Ricardo Napolitani, ex funcionario de la justicia santacruceña, pero que políticamente responde a las instrucciones del secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
Se objetó la fusión en el país, y ahora se está forzando la venta de la compañía. Hasta este punto Clarín coincidía con el gobierno en el enfrentamiento con Telefónica. Pero ahora las aguas han comenzado a separarse, en una pelea que promete y que recién comienza.
Es que abierta la ventana para que ingresen nuevos grupos en la telefónica, en Clarín se anotaron para quedarse con la compañía y ven la mano del gobierno detrás del interes de los líderes de Aeropuertos 2000, Eduardo Eurnekian y Ernesto Gutiérrez en convertirse en futuros socios de los Werthein, actuales dueños argentinos de Telecom.
Carpezatos y jueces
Tan escabrosa se está volviendo esta pelea, que hoy en las oficinas de Ernesto Gutiérrez cayó muy mal, la información contenida en un informe reservado en el que se da cuenta de la eventual aparición de “carpetas” contra el empresario, porque decidió competir por el control de Telecom.
“Esto es una barbaridad, todavía ni empezaron las negociaciones en serio y ya nos están amenazando con carpetazos”, se quejaban cerca del empresario de Aeropuertos 2000.
Lo cierto es que se trata de una de las negociaciones político económicas más complejas del 2009, a la que no son ajenos otros jugadores más chicos, pero importantes de los medios. Incluso, en la Corte Suprema ya hay cierta preocupación por las eventuales causas derivadas de este conflicto que podrían exigirles una definición.
Es que las telefónicas tienen las redes más extensas del país, y con el avance de la tecnología podrían ser el soporte del denominado “triple play”, estos es, ofrecer por un mismo canal, internet, televisión y telefonía. Se trata de un proceso tecnológico irreversible, que está obligando a los grandes grupos mediáticos a reajustar sus estrategias.
En ese marco, el poderoso grupo Clarín simpre vio como un competidor estratégico a Telefónica, que en una eventual alianza con el grupo editorial Prisa –dueño de el diario El País- y eventualmente Telefé, podía sumar a su red telefónica y su inalcanzable capacidad financiera, el soporte en contenidos de esos medios.
Por eso, inicialmente cuando en mayo del 2007 Telefónica de España se quedó con el 42% de la empresa italiana que controla Telecom, en el grupo Clarín encendieron luces de alerta ante la posible creación de un monopolio en la telefonía argentina, que hoy se dividen Telecom y Telefónica. O sea, se agigantaba aún más el peso del rival estratégico.
Pero rápido de reflejos, el kirchnerismo también vio la oportunidad. La operación de Telefónica internacional disparó la intervención de la Comisión Nacional de Defensa de la Competencia (CNDC), que ahora preside el abogado Ricardo Napolitani, ex funcionario de la justicia santacruceña, pero que políticamente responde a las instrucciones del secretario de Comercio, Guillermo Moreno.
Se objetó la fusión en el país, y ahora se está forzando la venta de la compañía. Hasta este punto Clarín coincidía con el gobierno en el enfrentamiento con Telefónica. Pero ahora las aguas han comenzado a separarse, en una pelea que promete y que recién comienza.
Es que abierta la ventana para que ingresen nuevos grupos en la telefónica, en Clarín se anotaron para quedarse con la compañía y ven la mano del gobierno detrás del interes de los líderes de Aeropuertos 2000, Eduardo Eurnekian y Ernesto Gutiérrez en convertirse en futuros socios de los Werthein, actuales dueños argentinos de Telecom.
Carpezatos y jueces
Tan escabrosa se está volviendo esta pelea, que hoy en las oficinas de Ernesto Gutiérrez cayó muy mal, la información contenida en un informe reservado en el que se da cuenta de la eventual aparición de “carpetas” contra el empresario, porque decidió competir por el control de Telecom.
“Esto es una barbaridad, todavía ni empezaron las negociaciones en serio y ya nos están amenazando con carpetazos”, se quejaban cerca del empresario de Aeropuertos 2000.
Lo cierto es que se trata de una de las negociaciones político económicas más complejas del 2009, a la que no son ajenos otros jugadores más chicos, pero importantes de los medios. Incluso, en la Corte Suprema ya hay cierta preocupación por las eventuales causas derivadas de este conflicto que podrían exigirles una definición.