El conflicto con el campo

La peligrosa encrucijada de Débora Giorgi

La ministra de la Producción quedó al frente de la negociación con el campo. Una tarea que promete más pena que gloria. Ajena al núcleo duro kirchnerista, en su corta gestión ya suma serios cortocircuitos con el canciller Jorge Taiana y los secretarios Fernando Fraguío y Carlos Cheppi. La sombra de Guillemo Moreno.
“La sentaron en la silla eléctrica”, fue la sencilla frase de un funcionario del Ministerio de Planificación, para explicar la designación de Débora Giorgi como negociadora principal con el campo. La cita de la ministra con la mesa de enlace es el próximo martes, pero luego de lo dicho en la asamblea de Leones: ¿Quién puede garantizar que un minuto antes del encuentro, Néstor Kirchner no levante la reunión?

Así, Débora Giorgi sumaría una nueva desautorización a la larga cadena de pequeñas humillaciones que viene sufriendo desde que se incorporó al gabinete kirchnerista. Es que la ministra de la Producción no termina de acomodarse al circuito del poder real que domina el gobierno y que tiene su último resorte de decisión en Néstor Kirchner, no en la Presidenta.

Resistir esta realidad, sólo augura penurias cotidianas. Una situación similar padece Sergio Massa, aunque este funcionario al menos a logrado proyectar, con gran esfuerzo, una cierta imagen de autonomía y racionalidad hacia la sociedad, que le compensa los maltratos cotidianos que le infringen desde la Quinta de Olivos, en este arte de la administración de los castigos en el que se ha especializado Néstor Kirchner.

La ingravidez política de Giorgi quedó plasmada de manera brutal cuando se supo que la única negociación más o menos seria que encabezó en los últimos tiempos el gobierno con el campo, fue piloteada por Julio de Vido, quien además se dio el lujo de sumar a las charlas con el ruralista Hugo Biolcati, al secretario de Agricultura, Carlos Cheppi.

Según el organigrama oficial del Ministerio de la Producción, Cheppi depende de Giorgi. Ni Julio de Vido, ni Carlos Cheppi, y mucho menos Néstor Kirchner, consideraron necesario informar a Giorgi de estas tratativas ¿Porqué entonces ahora la designan como principal negociadora con el campo?

“Muy sencillo, porque no hay nada para acordar, ahora vamos a un nuevo conflicto y alguien va a tener que ser la cara del fracaso de las negociaciones. Todo indica que un Olivos se decidió que Giorgi sea ese rostro”, explicó a La Política Online un veterano operador de los asuntos kirchneristas.

Y dale con Fraguío

A veces resulta conmovedor observar la pasión que los funcionarios le ponen a pequeñas disputas de poder, mientras pierden de vista conflictos mucho más serios y reales que se aproximan con la fuerza de un tren.

Débora Giorgi es ministra “de la Producción” en un país que ya tiene en terapia intensiva al campo, y en el que día a día suma malas noticias de la industria automotriz, la construcción, la siderurgia y tantos otros sectores que viven caídas de ventas y suspensiones, o despidos de personal.

En ese marco de creciente dramatismo, la ministra no encontró mejor ocupación que enredarse en una disputa con el secretario de Industria, Fernando Fraguío, a quien vació de poder, despidiéndole los tres subsecretarios del área.

Este ex ejecutivo de Iveco llegó al cargo luego que lo rechazara Luis María Ureta Peña, actual embajador en Francia y ex directivo de Peugeot Argentina. La designación apuntó a consolidar desde lo institucional la alianza que el kirchnerismo celebró desde sus inicios con el sector automotriz. Fraguío responde directamente a Cristina, y si lo llama, a Néstor Kirchner. Con este hombre se enfrentó la ministra, incluso desde antes de asumir el cargo, por razones más vinculadas a la presencia mediática que a la gestión de los asuntos públicos.

Papelón en Brasilia

Pero no es el único enemigo de peso que suma Débora Giorgi. En la reciente visita a Brasil para “discutir” con Itamaraty el déficit comercial que sufre el país, la ministra terminó muy mal con el canciller Jorge Taiana, jefe de la delegación.

El viaje estuvo mal planteado desde el vamos. Se lo presentó casi como un ultimátum argentino a sus pares brasileños, como si esto fuera posible. Notable desconocimiento del rol que ocupa Brasil en la nueva realidad global, como próxima potencia a sumarse al club de los grandes jugadores y elegida por Estados Unidos –y más aún con Obama-, como su interlocutor en el Cono Sur.

En una reunión tan plagada de funcionarios y asesores que era obvio que allí nada iba a acordarse, Débora Giorgi se dedicó a sermonear con tono severo a sus pares brasileños sobre el “intolerable” déficit comercial que sufre la industria argentina. Cuando las palabras empezaron a subir de tono, intervino Taiana y logró salir de atolladero acordando una nueva reunión para el 4 de marzo. Nada más se consiguió y era obvio que ese iba a ser el final. Pero en el viaje de regreso, la ministra tuvo un cruce muy poco amable con el canciller.

Cuidado con Lassie

Como sea, hoy su principal sostén político es el ministro del Interior, Florencio Randazzo, que cumplía el mismo rol cuando ambos integraban el gabinete bonaerense de Felipe Solá. Y allí terminan los aliados.

Y con esa acotada base política, la ministra deberá sumergirse en la más compleja y delicada misión: negociar con el campo. Tarea que asume bajo la sombra del omnipresente secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, quien aún no ha resignado sus aspiraciones de ocupar la silla de Ministro de la Producción.

“Cada vez que hay que decidir algo real vinculado a la Industria o el Campo, aparece Moreno. Para convertir ese poder real en institucional, sólo falta que Débora termine mal en la negociación con el campo y sea necesario reemplazarla por un interlocutor con capacidad de enfrentar y solucionar conflictos”, se entusiasman cerca del polémico funcionario.

El tiempo dirá si Néstor Kirchner cree que llegó la hora de premiar a uno de sus más fieles ejecutores y de paso, enervar aún más a la indignada clase media. Entretenido deporte en el que ha demostrado una gran destreza.