Tariq Ali y una mirada distinta sobre el conflicto en Palestina

Escritor y dramaturgo pakistaní, este pensador de izquierda y defensor de un mundo árabe democrático e independiente de Estados Unidos, ofrece una mirada distinta sobre las causas y las posibles vías de salida del conflicto en Palestina.
Tariq Ali es una rara avis en estos tiempos de opciones extremas. Firme defensor del mundo islámico, propone el encuentro entre Oriente y Occidente, la democratización de los regímenes del mundo arábe y la salida de Estados Unidos de la región. Implacable pensador de izquierda, este prolífico escritor, que ha publicado más de una docena de ensayos históricos y políticos, sostiene que el surgimiento del fundamentalismo islámico es una consecuencia directa de las equivocadas políticas de Estados Unidos e Israel en Medio Oriente.

En su libro El Imperio y la Resistencia (2005, editorial Foca), Tariq Ali expone algunas de sus ideas sobre el conflicto en Palestina, que a la luz del actual conflicto y los bombardeos en la Franja de Gaza, adquieren tremenda actualidad.

A continuación, algunos de los principales párrafos.

“La cuestión de Palestina hace suscitar la rabia, la desesperación y la amargura, porque siempre constituyó una parte muy importante del mundo árabe. Se considera que los palestinos están entre los moradores más antiguos del mundo. La forma cruda y brutal en la que fue creado el estado de Israel, con expulsiones masivas de palestinos dejo una profunda huella en el mundo árabe. En cierto sentido, ha producido una conmoción cultural y política equiparable a la entrada de los cruzados en el siglo XI.

“A esta conmoción debemos añadir el fracaso total de los ejércitos árabes para recuperar el territorio, es decir, el hecho de que estos ejércitos estuvieran bajo el control de reyes y oficiales corruptos. Y fue esta derrota la que condujo al nacimiento del nacionalismo árabe. El establecimiento de Israel en el mundo árabe creó una nueva ola de nacionalismo radical árabe, cuyo principal líder, Gamal Abdel Nasser, se convirtió en el que probablemente haya sido el líder más popular del mundo árabe desde Saladino.

“Desde entonces hemos asistido al aplastamiento sistemático de los palestinos a través de las guerras libradas, comenzando por la guerra de 1967 y la continua expansión de las fronteras de Israel. Intentaron barrer a los palestinos como fuerza política, aplastar su espíritu de tal modo que llegase a olvidar lo que alguna vez fueron. Pero ese intento fracasó miserablemente y condujo a la situación en la que nos encontramos.

“El grado de racismo antipalestino y árabe es espantoso. Ante el incumplimiento diario de toda legislación en materia de derechos humanos ¿por qué la conciencia progresista de Occidente es ciega ante el sufrimiento palestino? En Estados Unidos esta ceguera se debe a que los palestinos como pueblo son considerados terroristas. Este término se utiliza para describir a todo lo que se oponga a los intereses del Imperio (Estados Unidos).

“Las tácticas empleadas por Israel –elegir pueblos palestinos como objetivos militares, el castigo colectivo de la población y el asesinato de líderes- no conducen sino a un incremento de la violencia, perpetuando el ciclo de violencia en Palestina.

“Palestina representa para el mundo árabe el despliegue más grotesco de la doble moral. Veamos el caso de Irak, otro país árabe ha sido invadido, desmembrado, por ejércitos extranjeros porque se presumía que sus gobernantes tenían armas de destrucción masiva. Sin embargo, los árabes ven como Israel, un país que nadie niega que tenga tales armas y que incluso podría utilizarlas, niega derechos humanos básicos a la población palestina.

Los regímenes árabes

“El régimen saudí, al igual que algunos otros, ha utilizado la existencia de Israel para distraer a sus ciudadanos con una retórica rugiente, ofreciendo de ese modo, una imagen de oposición a los planes estadounidenses, cuando lo cierto es que a la hora de tomar medidas concretas, no han hecho nada.

“Arabia Saudí es una cleptocracia. EE UU se apoyó en los wahabíes durante la guerra fría, en Pakistán, en el mundo árabe, en Indonesia o en Afganistán. No olvidemos quién creó a Bin Laden. Ahora, el monstruo está fuera de control. La familia real saudí teme más que nadie un Irak democrático. La solución al problema no es hacer locuras en Irak, sino democratizar Arabia Saudí.

“Pienso que la única salida sería que se desatara una oleada de revoluciones democráticas con el objetivo de apartar a los sátrapas imperiales corruptos que dominan Oriente Próximo. A fines de los 50 y en los 60 se abrió la oportunidad real de crear una auténtica República Arabe Unida entre El Cairo, Damasco y Bagdad, pero no se produjo. Ahora estamos pagando las consecuencias.

“Edward Said describió Oslo (ciudad en la que se celebró una cumbre sobre la cuestión Palestina) como un Versalles palestino, en el que a cambio de unas cuantas migajas, sus dirigentes firmaban prácticamente su rendición. La dirección Palestina pensó que el acuerdo les permitiría poner pie en un Estado minúsculo pero funcional. Ni siquiera eso consiguieron. Arafat y su séquito andaban ocupados haciendo dinero, reciclando las sumas que habían sido donadas para financiar proyectos decentes. La segunda Intifada no sólo fue un levantamiento contra la ocupación israelí, sino también una protesta contra la corrupción de la cúpula palestina.

“Se ha pagado un precio terrible por la decisión que tomó la dirección secular de Palestina de claudicar ante Estados Unidos. Esto provocó que la oposición radical quedara en manos de Hamas. Sin embargo, al pueblo palestino no le interesa estar dirigido por un grupo tan profundamente religioso, porque Palestina no sólo está integrada por musulmanes. Hay muchos cristianos palestinos que han sido muy activos en la lucha.

Posibles vías de salida


“Palestina necesita desesperadamente líderes nacionales que logren crear un Estado sólido. Un Estado propio con fronteras contiguas y al menos la mitad del antiguo Estado del Gran Israel, o bien. Si esto no se produjera, que los palestinos ganen la lucha y se conviertan en ciudadanos de pleno derecho y en igualdad de condiciones en un Estado unificado palestino-israelí. Es establishment israelí se opone a ambas alternativas y aquí radica su gran debilidad, puesto que no puede impedir eternamente que se realice alguna de las dos.

“Los palestinos no se niegan a ser ciudadanos con igualdad de derechos en un Estado israelí, siempre y cuando no sean permanentemente maltratados, agredidos, encerrados o humillados ¿Qué tiene de malo esa solución?.

“La gran diferencia entre los israelíes y otras empresas coloniales radica en que los franceses en Argelia o los holandeses en Sudráfica, llegado el caso de que se les expulsara poseían un lugar al que volver. La mayoría de los israelíes no tienen ningún sitio al que regresar. Los líderes palestinos han aceptado este hecho. Todo lo que se debate, seriamente, es la forma en que se va a desarrollar esa convivencia”.