Más de 10 aborígenes fallecieron

La vergüenza de los Kirchner y Capitanich, muertes por desnutrición en el Chaco

Durísimo golpe para el insensato optimismo oficial. En El Impenetrable chaqueño, las poblaciones indígenas viven una situación de desamparo y miseria asimilable a las zonas más postergadas de África. Mientras el gobierno se regodea de la crisis global y habla de la "fortaleza" argentina, dramáticos casos de desnutrición extrema, tuberculosis y chagas golpean a la provincia de Capitanich.
Impactante trabajo periodístico del diario Clarín que mereció haber sido la tapa de su edición del domingo, más que la brumosa referencia a un supuesto “plan” oficial para proteger el empleo y la producción ante el impacto local de la crisis global. Pero bueno, la agenda periodística tiene su propia lógica y vale y mucho la decisión de haber llevado el tema el día de mayor tirada del diario.

Por eso, no puede dejar de reconocerse la visión periodística de focalizar la mirada en esa otra Argentina que a veces desde los centros de decisión se olvida con facilidad. Es notable el impacto que causa cruzar esta información con otras que monopolizan la agenda pública y la mirada de los medios.

Así, mientras los industriales pujan por una nueva devaluación que les permita mantener su tasa de ganancia y los sindicalistas de la CGT de Hugo Moyano aprovechan la debilidad del gobierno para capturar más recursos millonarios de las obras sociales, en el Chaco hay gente que vive en condiciones infrahumanas y muere de hambre.

Clarín decidió enviar a un equipo periodístico a Villa Bermejito y la investigación arriba a una conclusión obvia y lapidaria para un gobierno que se dice progresista: Con más asistencia podrían haberse evitado las por lo menos 10 muertes -las propias autoridades del Chaco hablan de 13- por causas directamente relacionadas a la pobreza extrema, que ocurrieron en lo que va del año.

Trabajo periodístico que no hizo sino reflejar la tarea previa del Centro Nelson Mandela que conmocionó al mundo con la foto de Apolinario, un poblador local con las costillas expuestas por la desnutrición, que murió en 2007.

Tan brutal es la verdad que expresa el relevamiento fotográfico que hizo el Centro Madela que algunos personeros vaya a saber de que poder, se han encargado de contaminar el sitio web de la organización donde se exhiben las imágenes, con software peligroso, para desalentar su visita.
Sin embargo, nada podrá evitar que las fotos publicadas en la edición de Clarín de hoy reflejen la banalidad mezclada con ineficiencia criminal de un gobierno que celebra su superávit y no tiene la capacidad de resolver las cuestiones más elementales que hacen a la creación del Estado.

La crónica

La última y cualquiera de las fotos que le sacaron a Tomasa Juares refleja el lento pero imparable exterminio toba. Tuberculosa y desnutrida, habitó sus 48 años un precario rancho en Fortín Lavalle, en el municipio de Villa Río Bermejito en el Impenetrable chaqueño. Allí mismo murieron este año por causas evitables más de 10 personas, la mitad de los tobas que el año pasado murieron por desnutrición. De allí mismo parten semana a semana familias enteras en un éxodo que puebla villas y cinturones urbanos de Chaco, Córdoba y Rosario. "La situación es difícil de revertir, viene de muy atrás" admitió la arquitecta María Cristina Magnano, ministra de Desarrollo Social de Chaco.

Y lo que viene de muy atrás es pura tragedia. Más de la mitad de los habitantes de la zona tiene Chagas, otro tanto tuberculosis y el ciento por ciento algún tipo de parasitosis. "La explotación económica trajo caminos, desmonte, soja, y aniquiló las costumbres alimentarias de estas comunidades", dijo el doctor Rodolfo Sobko, director de Salud Indígena de la provincia. El cuadro es bien conocido y todas las muertes tan anunciadas como los caminos que conducen a ella. La región, un área de tres millones de hectáreas, oculta un sinfín de historias como la de Tomasa.

"El informe médico dice que murió de TBC pulmonar, pero su enfermedad era la pobreza", graficó Rolando Núñez, director del Centro Mandela, con sede en Resistencia. Nadie sabe con exactitud cuánta gente muere aquí y muchas veces no se sabe de qué. "En 2007 tuvimos 60 días de heladas, este invierno apenas ocho, eso explica la baja de muerte", dice el relevamiento de la Defensoría del Pueblo de la Nación.

Precisamente fue este organismo el que con sus auditorías el año pasado motivó una medida cautelar de la Corte Suprema para que se termine con la "situación de exterminio" de los aborígenes. El Gobierno chaqueño, que reconoce el drama, dice que hubo avances y que esto se verá reflejado en el primer semestre del año que viene.

Siempre tarde

Con la avalancha de muertes del año pasado, varios organismos oficiales y ONGs enviaron equipos interdisciplinarios a visitar a Tomasa y su gente. Pilas de informes revelan la pobreza extrema. Todos saben que una dieta apropiada, acceso al agua y viviendas que frenen los contagios son un paso indispensable para empezar a cambiar algo. "Entregan alimentos y colchones, pero no entienden cómo viven", se queja Núñez.

Ciertamente, desde el año pasado, la ayuda de Nación y de la provincia se multiplicó y tobas, wichís y mocovíes empezaron a recibir comida y agua. "Le sacamos el mistol y la algarroba y les dimos arroz y fideos, alimentos que ellos no conocen", criticó Sobko. Desde el Ministerio de Desarrollo reconocen fallas en el programa. "Necesitábamos con urgencia llegar con un valor proteico. 'Cómo hacemos para que no les den lentejas a las gallinas?", se preguntó Magnano.

Según la Defensoría, las condiciones siguen siendo indignas, con un sistema sanitario obsoleto y sin médicos especialistas. Y entre esa asistencia sin rumbo, también juega un triste papel el factor humano. Algunos de los médicos involucrados flaquean en compromiso y hay varios policías castigados que, sin lugar en las comisarías capitalinas, son enviados allí a redimirse de algún viejo pecado que jamás pagarán. "Mucha de la gente que viene a trabajar lo hace por el sueldo o porque está castigada", aseguran desde el Centro Mandela. "Hay expedientes contra todos, hasta los mismos agentes sanitarios que están siendo formados son discriminados", revela la Defensoría.
En la parte más baja de la pirámide, tan pobres y desesperados como los aborígenes, los criollos, que representan el 30 % de la población van sumando envidia ante la ola de dádivas que cierta "moda indigenista" traduce en ayuda para los pueblos originarios.

Nuevos problemas

Lo que también florece en esta tierra olvidada son los vicios importados. "Hasta paco tuvimos en Bermejito", cuenta María desde su puesto sanitario. La droga que hace estragos en las grandes ciudades es importada por los mismos tobas que fueron a probar suerte a las capitales y no cosecharon más que vicios urbanos. "Recién estamos entendiendo qué hacer. Mientras, cargamos con el drama de decenas de muertes evitables", lamenta Sobko.

Genocidio étnico, desastre humanitario, exterminio sistemático. Palabras grandilocuentes, pequeñas frente al rostro de Tomasa, concluye el excelente trabajo de Clarín.