Peronismo

La Cámpora contra Cámpora

"Otra vez me equivoqué", confesó desolada Cristina sobre la elección de Alberto. La interna nunca zanjada, revisitada, transfigurada, que domina al peronismo.

Máximo Kirchner quiere tensar al límite y quedarse en el Gobierno. Cristina Kirchner se ubica unos pasos más allá. La Cámpora buscó con su movilización de este 24 de Marzo, recuperar una épica, una línea histórico-política, un atesoramiento de un legado, que Cristina y Máximo -en esto coinciden- creen que Alberto Fernández les está lastrando.

Cristina está enojadísima con Alberto y quienes estuvieron con ella el día de los piedrazos en su despacho del Senado, se quedaron impactados cuando señalando los vidrios afirmó: "Ahí tenes a tu amigo". No importa a quien se lo dijo, pero es interesante el desplazamiento, propio de todos los políticos, de despegarse de las consecuencias no deseadas de sus decisiones. La mayor frustración de Cristina en la intimidad es que se sabe responsable última, de la elección que hoy la desespera.

"Otra vez me equivoqué", le confesó desolada a uno de los pocos que trata casi de igual a igual. Y recordó cuando eligió a Amado Boudou como vice.

¿Cómo sigue?. Los extremos son claros: Aquí no paso nada y vamos unidos al 2023 como se pueda, o Cristina retira sus funcionarios del Gobierno, parte los bloques y consolida la ruptura. En el medio, lo que estamos viviendo. Uno de los dirigentes más importantes de la coalición oficial, tiene su diagnóstico: "No vamos a morir por un asesinato, vamos a morir desangrados".

La vicepresidenta cree que el 2023 está perdido porque Alberto nunca logró plantar un modelo de desarrollo económico y se ató al programa del FMI que cerró Guzmán. Alberto sostiene que la economía no termina de enderezarse por falta de apoyo político de Cristina. Y así están, como un perro que se persigue la cola.

En el medio, los intelectuales se preguntan: "¿Cuánto es una sensata cantidad de inflación?". Una visita al chino de la cuadra alcanzaría para disipar ese interrogante.

La vicepresidenta cree que el 2023 está perdido porque Alberto nunca logró plantar un modelo de desarrollo económico y se ató al programa del FMI que cerró Guzmán. Alberto sostiene que la economía no termina de enderezarse por falta de apoyo político de Cristina. Y así están, como un perro que se persigue la cola.

Los setenta son la pasión oscura del peronismo, la interna nunca zanjada entre el proyecto inconcluso de la Patria Socialista y la Derecha Peronista, el parricidio fallido de un padre que se mostró más lúcido y con más ganas de pelear que muchos jóvenes, que también tenían sus razones atendibles. Es complejo y por eso fascina.

La Cámpora surge homenajeando a un presidente vicario, un tío bonachón, un dentista de pueblo de traje y barriga, que es como decir un profesor de derecho de universidad pública, medio antiguo, pero inofensivo. Controlable.

"Están locos se creen que son Montoneros", sintetizó ante LPO un diputado que conoce a los líderes de La Cámpora desde que nacieron. Es curioso como se dan las cosas, si hay Montoneros de verdad en el Gobierno, están en el Movimiento Evita que está con Alberto. Si Alberto es Cámpora, Cristina es Perón, pero esta vez la juventud está con Perón. Ponele.

Hay material para hacer dulce de leche con la analogía, pero veamos el presente furioso, que siempre es mas interesante.

Cristina quiere la renuncia de Guzmán y Matías Kulfas. El radical Gerardo Morales dijo que "el run run en el Senado es que Cristina se quiere llevar puesto al Presidente y asumir el poder". Una diputada de las más experimentadas comenta lo mismo.

Máximo se reagrupó en la provincia de Buenos Aires. Y allí va con un largo rollo de alambre tratando de preservar lo que se pueda. Si el diagnóstico es que se pierde la Nación, preservemos la provincia para resistir cuando vuelvan los neoliberales. Esa retórica insinuada en el video que lanzó La Cámpora, traza una una delgada línea roja que inscribe al acuerdo con el FMI que firmaron Alberto Fernández y Martín Guzmán, en un recorrido que comienza con la Dictadura y Martínez de Hoz y termina en Macri.

Alberto oscila como un detector de radiación en Chernobyl, en lo que ya es una marca personal. Un ida y vuelta eterno, que hace recordar a las interminables negociaciones en medio de la crisis de la 125. Más horas de radio, mas off, más actos, más reuniones, vamos para allá, pero venimos por acá. El operador llevado al límite es un lugar común de la ineficacia política, un pedaleo en el vacío de la ausencia de estrategia.

"El problema es que tenemos el inodoro en la cocina y la heladera en el baño", resume uno de los hombres más inteligentes que rodean al Presidente.

Pero entre tanta confusión hay una línea y ahí apuntan Cristina y Máximo. El acuerdo con el FMI. Eso se mantuvo inalterable, con una firmeza ajena al resto de las decisiones. Y acaso la decisión de convertir la negociación de la deuda en el hito central de su mandato, sea el paciente cero de la epidemia que carcome al Gobierno de Alberto. Para decirlo rápido: Era la inflación, no la deuda.

En sus recorridas por el Conurbano, los intendentes que se reagruparon sobre Máximo, sólo escuchan quejas por los precios. "Nadie critica ni valora el acuerdo con el Fondo", afirma uno de ellos.

Entonces, tenemos una coalición de Gobierno que enfrenta una crisis severa, por diferencias sobre un problema que no figura entre las prioridades de la sociedad.

Un reflejo caníbal, que nos lleva de regreso a un día muy significativo: Máximo Kirchner logró demostrar que es el dirigente del Frente de Todos con mayor poder de movilización y mantiene un control importante sobre el peronismo de la provincia de Buenos Aires. Apostó a una acción directa como respuesta y le fue bien. Pero eso no contesta la pregunta que sigue flotando: ¿Qué piensa hacer con ese capital político?