Deuda externa

La oportunidad de Guzmán

La caída de los papeles argentinos a niveles del 25-30% provocó que una oferta a bonistas por el 40% sea una bendición. Todos aceptarían.

Hay que aplanar la curva. La epidemiológica, pero también la de la recesión. Está creciendo a un ritmo exponencial también. Desempleo, pobreza, inflación van a ir en aumento. La única duda es hasta qué nivel. Todos los sectores de la economía están infectados. Sólo unos pocos ligados al auge del teletrabajo, software y sistemas informáticos, pueden escapar al contagio. Sin crédito internacional ni doméstico, escasas reservas en el BCRA, sólo queda la emisión de pesos. Y es lo que se hace y hay que hacer. La inflación después se verá.

El secretario de Hacienda Raúl Rigo es como un médico en un hospital: observa cómo los recursos se acaban y cada vez tiene más demanda de gastos. Goldman Sachs preveía un crecimiento de 0,9% para Brasil y ahora lo mutó a una caída de 3,4%.

Martín Guzmán va por otro carril. Atiende otra enfermedad, la renegociación de la deuda, devenida en una enfermedad menor tras la aparición del COVID-19. Para ello se lo contrató. Es inminente la presentación de su oferta, la cura antes de caer en un default total. Recuérdese que desde septiembre, cuando Mauricio Macri dispuso el reperfilamiento de Letes y deuda de corto plazo en pesos, el país ya viene de incumplimiento en incumplimiento. Pesos y dólares. No toca aún a la deuda con legislación internacional.

Pero contra todo lo previsto, Guzmán tiene una oportunidad inimaginada para vacunar al país contra un nuevo default total. Por lo menos por 5 años. La caída de los papeles argentinos a niveles del 25-30% de paridad ha producido que una oferta a bonistas por el 40% sea una bendición. Todos aceptarían. Lo que antes era una quita agresiva, inaudita, se puede transformar en algo razonable, entendible, comprensible. El lado claro del COVID-19 para la Argentina.

Aún así, Martín Guzmán puede cometer mala praxis y en su afán por mostrarse duro con acreedores puede llevar al país a un rechazo general de la oferta. Joseph Stiglitz lo volverá a acoger en su regazo, pero habrá provocado un daño más, a la convaleciente economía, ya en terapia intensiva y sin respirador.

El riesgo Higuain

La oportunidad es única. Penal para Guzmán. Hoy con los precios de bonos abajo del 30%, con la voluntad del país de no ingresar en default, y con la expectativa del fin del coronavirus en tres meses, el 40% de oferta se acepta. Ahora si ofrece un 30% se rechaza y Guzmán es Higuain. En febrero, para lograr una aceptación total a su oferta, el discípulo de Stiglitz necesitaba ofrecer bonos con 55% de valor presente neto. Ahora puede reducir la oferta a 40%. Y todos felices. ¿Cometerá el pecado de querer hacer un "cram down" al precio actual de mercado? Nada sorprendería en Guzmán.

La oferta a grandes rasgos es bien simple: algo de quita de capital, hasta 15%, extensión de plazos de 5 años, otros 4 o 5 años de período de gracia, cupón de intereses bajo de 3%. Y dependiendo de la política fiscal de la Argentina los nuevos bonos cotizarán con un rendimiento del 9% y puede llegar al 12% que es lo que rinden los "high yield". Y a ese 12% se tienen el 40% de valor de la oferta. Podría incluso jugar Guzmán con "early bird", dando más valor a los que acepten antes de determinada fecha, como si fuera una entrada del Lollapalooza. No haría falta ofrecer ningún endulzante o "sweetener", un pago cash, para atraer bonistas.

Si Guzmán convirtiera el penal, confirmando una oferta al 40%, podría incluso mostrarse internamente como que realizó una quita mayor a la de Roberto Lavagna y Guillermo Nielsen en 2005. En el triángulo "kirchnerismo-PJ-Stiglitz" el mostrarse agresivo y victorioso con los acreedores es una cucarda mayor.

El principal error de la dupla Lavagna-Nielsen en 2005 fue el haber incluido el cupón del PBI en la propuesta, algo que no incidió en la aceptación de bonistas, pero generó pagos entre 2006 y 2010 por 10.000 millones de dólares aproximadamente y hay juicios en trámite en Nueva York por la modificación que hiciera Axel Kicillof en 2013 al cálculo del PBI.

El cupón PBI era una herramienta para hacer a los acreedores socios en la recuperación de la economía argentina comprometiéndose el país en efectuar pagos adicionales en la medida que el crecimiento de la economía fuera superior al 3% aproximadamente. Pero resultó ser un socio caro para el país y sin contraprestación alguna.

Hay varios interrogantes en la oferta que Guzmán deberá pulir para lograr dar con la tan ansiada vacuna contra el default argentino. Son los siguientes:

1) ¿Ingresan todos los bonos a la restructuración, incluidos los ya restructurados en 2005?

2) ¿Qué pasa si no acepta la mayoría la oferta? ¿Los que aceptaron reciben igual los nuevos bonos? Y con los que no aceptan ¿qué pasa?

3) ¿La oferta quedará abierta por un plazo largo?

4) ¿Habrá una ley Cerrojo como en 2005?

5) ¿Los nuevos bonos formarán parte del índice del JP Morgan?

De nuevo, la economía está en terapia intensiva con la cuarentena total. No puede resistir demasiado con el cierre actual. Los reclamos al presidente Alberto Fernández provienen de todos los sectores. Los sindicatos ya no dan abasto en la contención ante el derrumbe en los puestos de trabajo. Las decisiones no son fáciles.