Industria Automotriz

Macri apuró el acuerdo automotriz con Bolsonaro por temor a que Alberto lo rechace

El tratado vencía en junio del 2020, pero las empresas presionaron para renovarlo antes del recambio presidencial.

Frente al complejo escenario diplomático que se avizora con Brasil, Macri y Bolsonaro apuraron la renovación del acuerdo automotriz por diez años por temor a que Alberto Fernández lo rechace.

El tratado vencía en junio del 2020, pero las empresas presionaron para renovarlo antes del recambio presidencial, dada la tensa relación que se anticipa entre el candidato peronista y el presidente del país vecino.

El nuevo convenio establece un esquema gradual hacia el libre comercio que durará diez años, en los cuales se irá flexibilizando el coeficiente que hoy en día pone un límite de 1,5 dólares importados de autos brasileros por cada dólar que exporta Argentina hacia ese mercado.

Ahora, el Flex sube a 1,7 hasta junio del año próximo, de ahí pasará a 1,8 hasta el 2023, luego a 1,9 hasta el 2025, a 2 en el siguiente bienio, a 2,5 en el 2028 y a 3 en el último año, posterior al cual no existirá tope alguno para balancear el comercio sectorial.

El tratado vencía en junio del 2020, pero las empresas presionaron para renovarlo antes del recambio presidencial, dada la tensa relación que se anticipa entre el candidato peronista y el presidente del país vecino.

En los hechos, significa una concesión a los intereses brasileros, que ahora podrán colocar más vehículos en nuestro mercado. Sucede que las firmas argentinas son menos competitivas que las brasileras y en rigor el límite de 1,5 ni siquiera se estuvo cumpliendo en los últimos años. "Desde que Brasil entró en crisis no quiere recibir autos argentinos porque se achicó su mercado interno y presiona para exportar más. El balance estaba completamente desequilibrado y se les dio un waiver por el incumplimiento", explicó a LPO el analista de mercados Francisco Uriburu.

"Si esto sigue así, podemos llegar a repetir los casos de Australia o Chile que terminaron levantando todas sus fábricas y se convirtieron en importadores netos", agregó.

Sin embargo, la amenaza de quedarse sin acuerdo alguno y pasar a un mercado de libre comercio a mediados del año que viene, era un peligro todavía mayor que las automotrices no estaban dispuestas a correr, en un mercado en el que el 70% de la producción local se dirige a ese destino. A su vez, el sector explica más del 40% de las exportaciones argentinas de manufacturas de origen industrial, ya que constituye el segundo complejo exportador del país, generando de manera directa 78 mil puestos de trabajo y alrededor de 160 mil indirectos.

"Es importante que de manera anticipada, el sector en su conjunto cuente con un marco de previsibilidad suficiente para continuar trabajando en la profundización de la integración productiva entre ambos socios, en especial a lo atinente a las inversiones, el comercio, la generación de empleo y la producción", destacó el presidente de la Asociación de Fábricas de Automotores (ADEFA), Luis Fernando Peláez Gamboa.

Las firmas preveían un claro choque entre la histórica tradición proteccionista del peronismo y el fundamentalismo ultraortodoxo del ministro de Economía Paulo Guedes, sin contar las acusaciones de "bandidos de izquierda" del lado brasilero y el pedido de libertad al ex presidente Lula por parte de Alberto.

"Me sorprendió la renovación porque era un mecanismo que Guedes no deseaba renovar. Seguramente hubo lobby de los industriales de las automotrices brasileros muy fuerte para dar algún tipo de previsibilidad. De todos modos, en Brasil sigue habiendo temor y muchas dudas sobre el próximo gobierno de Fernández", afirmo a este medio el analista político brasileño Marco Bastos.

En el Gobierno calificaron al acuerdo como "histórico", mientras que desde el albertismo prefirieron no emitir comentarios, frente a la consulta de LPO.