Inflación

Del dogma a la praxis

La economía difícilmente llegue a fin de año con 1% de inflación como señaló Sturzenegger, pero sí con una tasa de interés que reprime inflación como antes lo hacía el cepo.

Recientes declaraciones del ex presidente del BCRA casi nos llevan a creer que la inflación bajará abruptamente hasta 1% mensual a fin de año, que volvimos a un esquema virtuoso de variables nominales (inflación, salarios y tipo de cambio) y que hacia adelante sólo resta ir viendo cómo se estabiliza la macro. 

Veamos. Nuestro modelo arroja una inflación en torno de 2% mensual en diciembre, el doble que lo proyectado por Federico Sturzenegger, aun bajo un esquema de tipo de cambio que paulatinamente converge al techo de la banda establecida por el BCRA de $51 en diciembre. Aun dejando de lado que el contexto electoral no permite pensar en una trayectoria sin sobresaltos, el problema es que el escenario planteado por el ex funcionario esconde (al menos) dos inconsistencias.

En primer lugar, el hecho de que la inflación se haya acelerado a principio de año con una meta de expansión de agregados de 0% nominal debería ser un indicio de que la suba de precios no es un fenómeno exclusivamente monetario en la Argentina. Sin duda los costos juegan un rol. La inflación mayorista, por ejemplo, mucho más alta que la minorista (68,5% en mayo versus 57,3% del IPC) por los aumentos en los costos en dólares, es un indicador de hay sectores que han comprimido márgenes de rentabilidad y que, en algún momento, lo volcarán a los precios al consumidor. Además, hay un esquema de contratos que se solapan; salarios y tarifas que se ajustan periódicamente y que tienen un impacto sobre la estructura de costos de la economía entera; y, por ende, en la dinámica de los precios.

En su análisis, Sturzenegger señala muy bien que uno de los motores de la inflación se apagó. Este es el de la emisión del sector público para financiar el déficit fiscal (ya no hay transferencias de Adelantos Transitorios y Utilidades del Banco Central al Tesoro Nacional). Sin embargo, hay otros motores encendidos que un ala del pensamiento económico no está teniendo en cuenta: los costos.

En segundo lugar, que la inflación baje y la tasa de interés nominal no, es un reflejo de que el Banco Central no parece estar logrando coordinar las expectativas. El motivo es que el público entiende que el dólar está contenido y espera una devaluación que luego se trasladará a precios. El Banco Central ha demostrado que no puede contener sostenidamente el tipo de cambio porque siguen faltando dólares (según nuestras estimaciones cerca de USD 10.000 millones anuales).

Este bache deberá ser cubierto con superávit comercial y la apreciación que se está generando va a derivar en nueva corrección el año que viene. La economía necesita de un superávit que compense los pagos de servicios de deuda (privados + FMI) y la formación de activos externos (fuga de capitales) y este tipo de cambio no permite cubrir esa brecha. Es decir, hay una devaluación contenida por una elevada tasa de interés. El mercado lo ve y por eso exige.

En suma, aun si la proyección de Sturzenegger fuera correcta y a fin de año termináramos con una inflación de 1%... ¿y entonces? Seguimos teniendo la economía a falsa escuadra: i) vencimiento con el FMI, ii) vencimientos con privados, iii) fuga de divisas, iv) contratos en dólares circunstancialmente congelados y iv) paritarias cada 3 meses. Si antes era cierto que el tipo de cambio estaba artificialmente contenido por un cepo, hoy no es menos cierto que está artificialmente contenido con una tasa de interés que ya dejó de explicarse por el nivel de inflación.

Si antes era cierto que el tipo de cambio estaba artificialmente contenido por un cepo, hoy no es menos cierto que está artificialmente contenido con una tasa de interés que ya dejó de explicarse por el nivel de inflación.

En Analytica creemos que hay que ser propositivos y pasar del dogma de algunos manuales escritos para otras economías, a la praxis de la realidad argentina. El programa monetario puede ser más flexible y coordinarse con las expectativas de inflación, por ejemplo, ajustando la meta de agregados monetarios a un ritmo de 2% mensual. Además, las correcciones del tipo de cambio pueden realizarse a un ritmo ligeramente menor al del nivel de precios, acompañado por retenciones a las exportaciones de alimentos, para evitar el impacto en este rubro en la pobreza. El nivel de fuga de capitales puede moderarse utilizando regulaciones lógicas para una economía con el desarrollo financiero de la Argentina y lógicamente dejando atrás experiencias nefastas como el Cepo. Además, se puede orientar recursos fiscales hacia las exportaciones de bienes y servicios no tradicionales y elevar aranceles de algunas erogaciones de dólares prescindibles.

Claro, estas propuestas no son a priori agradables para algunos sectores, pero en algún momento (y coincidíamos) se sacrificó el nivel de actividad para evitar perpetuar la corrida cambiaria. Hoy creemos que el descontento de algunos es un mal menor, teniendo en cuenta los recientes datos de desempleo y el nivel estructural de pobreza, donde la mitad de los jóvenes menores de 17 años es pobre.