Economía
 Dolarizar la Argentina
Por Alfredo Romano
En estos últimos 40 años, crecimos menos que cualquier país hermano de Latinoamérica. Además, hemos sufrido 17 crisis económicas y hemos crecido en solo 23 en el lapso 1980-2020. Tuvimos la mayor inflación acumulada del mundo a la actualidad y en promedio convivimos con una suba generalizada de precios de casi el 60% anual.

Los argentinos hemos demostrado que no hemos sido capaces de mantener nuestras cuentas en orden y hemos estafado a la sociedad argentina con la inflación de décadas. Por eso, la dolarización es la bala de plata de la política. ¿Qué mejor forma de recuperar credibilidad que aceptando que no hay más cheque en blanco ilimitado del Banco Central y que hay que mantener las cuentas ordenadas del país para vivir en estabilidad?

Es importante remarcar que dolarizar la Argentina no significa llevar adelante el plan de convertibilidad de los 90. Las cajas de conversión o convertibilidad tienen como principal objetivo fortalecer la moneda doméstica mediante un compromiso legal de mantener una paridad fija. En los 90 nuestra paridad era el "1 a 1". La convertibilidad fue la máxima expresión del bimonetarismo y fracasó rotundamente en nuestro país.

En el régimen de dolarización oficial, los objetivos difieren radicalmente de las cajas de conversión ya que no se busca fortalecer la moneda doméstica, sino que, al contrario, se la elimina definitivamente del sistema monetario. La dolarización de la economía significa que no existe nunca más la posibilidad de emitir por parte del Banco Central y es un mecanismo monetario que permite bajar dramáticamente la inflación en poco tiempo porque la política monetaria se independiza de los intereses de los gobiernos locales de turno.

El efecto de Estados Unidos en la política monetaria

Por otro lado, deberíamos analizar si realmente una economía con ingresos medios como la argentina sufre exposición a factores externos, es decir, política monetaria internacional y ciclo económico que afecten o no la dinámica de la actividad económica local.

Existen decenas de estudios que han evidenciado que los países emergentes son altamente vulnerables al mundo externo. Escritos como el de Calvo, Leiderman y Reinhart (1993) donde concluyen que determinadas políticas monetarias de Estados Unidos, como la administración de la tasa de interés o el ciclo económico que está llevando adelante, "explican en promedio aproximadamente el 50% de la varianza en variables claves como el tipo de cambio real y la acumulación de reservas en economías emergentes" (On Dollarization, Calvo, 1999). Para traducirlo, las decisiones que toma Estados Unidos en política económica tienen un efecto e impacto de envergadura en la economía argentina incluso sin tener una economía dolarizada.

Si se utiliza el argumento en contra a dolarizar una economía porque quedaría supeditada a la política monetaria del país que origina la moneda, en este caso, podemos afirmar que Argentina ya sufre esas consecuencias sin haber dolarizado su economía. En este sentido, la política monetaria estadounidense, tiene un efecto sobre los mercados emergentes independientemente de sus divisas y regímenes políticos. Esta es una observación importante porque una de las principales críticas a la dolarización es que expone a los mercados emergentes a la política monetaria del país cuya moneda adoptan.

¿Cuáles son las otras opciones de Argentina?

Dolarizar no es el único camino posible para lograr la estabilidad que requiere una economía para crecer. Existen otros caminos como el modelo peruano o chileno, en los que las decisiones en materia de política fiscal y monetaria trascendieron a todos los gobiernos de turno. Para bajar la inflación a un dígito estuvieron más de una década y las exigencias monetarias -no darle "a la maquinita" y mantener el control del gasto- fueron respetadas a rajatabla.

Un caso interesante es el de Brasil, donde se decidió independizar al Banco Central de la coyuntura política y se llevó adelante durante una década un programa de tasas de interés reales positivas para fortalecer al real y dotar de credibilidad a la institución de la Banca Central. El problema es que dicho camino ha sido costosísimo en materia fiscal ya que Brasil sufre uno de los déficits más abultados de toda América Latina. La razón de esta dinámica entre tasa y gasto fiscal es que si se mantiene la tasa de interés real positiva no se puede licuar el gasto, algo conocido en la política argentina.

Entonces ¿podremos los argentinos tener disciplina durante más de una década y no imprimir billetes en exceso o y mantener un equilibrio fiscal por años o llevar adelante el programa de tasas de interés reales positivas para fortalecer al peso argentino?

La historia sugiere que no: en 118 años tuvimos solo 8 años de superávit fiscal y en 110 hemos convivido con déficits recurrentes. En materia monetaria, desde 2001 hemos tenido 13 presidentes del Banco Central. Cada mandato en teoría debe durar 6 años a partir de su designación por el Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado de la Nación, a menos que sean reelectos y en ese caso se extienda su manda al frente de la autoridad monetaria. A excepción de Martín Redrado y de Ernesto Bosch, el resto de los presidentes no cumplieron su mandato y una mayoría no alcanzó a cumplir ni siquiera 2 años. Desde 1935, hemos tenido 62 presidentes cuando en teoría, si se hubiera respetado el artículo 7 de la ley orgánica del BCRA 21.144-, deberíamos haber tenido menos de quince. Difícil.

Para concluir, la Argentina está transitando un ciclo de degradación económica y social de envergadura. Los números en términos de pobreza, inflación, actividad económica, empleo, desempleo, exportaciones, inversión, inversión extranjera directa y salario real han empeorado dramáticamente durante los últimos 12 años. Las desigualdades que producen crisis económicas prolongadas en el tiempo se pueden evidenciar en el humor social, la violencia y la falta de entendimientos de una sociedad. 

Lamentablemente, si no tomamos medidas más extremas, ejemplificadoras, que puedan limitar determinadas acciones desestabilizantes de la política de turno, la amenaza hacia nuestro sistema democrático en la próxima década puede ser una realidad. Es por ello que la sociedad argentina debe estudiar la forma de conseguir la estabilización de su economía. La dolarización, aunque no es la única, parece ser la más adecuada a la luz de nuestra historia.

Emulando la frase de nuestro querido General Don José de San Martín, la dolarización "será imposible, pero es imprescindible".

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