En estos últimos 40 años, crecimos menos que cualquier paÃs hermano de Latinoamérica. Además, hemos sufrido 17 crisis económicas y hemos crecido en solo 23 en el lapso 1980-2020. Tuvimos la mayor inflación acumulada del mundo a la actualidad y en promedio convivimos con una suba generalizada de precios de casi el 60% anual. |
Los argentinos hemos demostrado que no hemos sido capaces de mantener nuestras cuentas en orden y hemos estafado a la sociedad argentina con la inflación de décadas. Por eso, la dolarización es la bala de plata de la polÃtica. ¿Qué mejor forma de recuperar credibilidad que aceptando que no hay más cheque en blanco ilimitado del Banco Central y que hay que mantener las cuentas ordenadas del paÃs para vivir en estabilidad?
Es importante remarcar que dolarizar la Argentina no significa llevar adelante el plan de convertibilidad de los 90. Las cajas de conversión o convertibilidad tienen como principal objetivo fortalecer la moneda doméstica mediante un compromiso legal de mantener una paridad fija. En los 90 nuestra paridad era el "1 a 1". La convertibilidad fue la máxima expresión del bimonetarismo y fracasó rotundamente en nuestro paÃs.
En el régimen de dolarización oficial, los objetivos difieren radicalmente de las cajas de conversión ya que no se busca fortalecer la moneda doméstica, sino que, al contrario, se la elimina definitivamente del sistema monetario. La dolarización de la economÃa significa que no existe nunca más la posibilidad de emitir por parte del Banco Central y es un mecanismo monetario que permite bajar dramáticamente la inflación en poco tiempo porque la polÃtica monetaria se independiza de los intereses de los gobiernos locales de turno.
El efecto de Estados Unidos en la polÃtica monetaria
Por otro lado, deberÃamos analizar si realmente una economÃa con ingresos medios como la argentina sufre exposición a factores externos, es decir, polÃtica monetaria internacional y ciclo económico que afecten o no la dinámica de la actividad económica local.
Existen decenas de estudios que han evidenciado que los paÃses emergentes son altamente vulnerables al mundo externo. Escritos como el de Calvo, Leiderman y Reinhart (1993) donde concluyen que determinadas polÃticas monetarias de Estados Unidos, como la administración de la tasa de interés o el ciclo económico que está llevando adelante, "explican en promedio aproximadamente el 50% de la varianza en variables claves como el tipo de cambio real y la acumulación de reservas en economÃas emergentes" (On Dollarization, Calvo, 1999). Para traducirlo, las decisiones que toma Estados Unidos en polÃtica económica tienen un efecto e impacto de envergadura en la economÃa argentina incluso sin tener una economÃa dolarizada.
Si se utiliza el argumento en contra a dolarizar una economÃa porque quedarÃa supeditada a la polÃtica monetaria del paÃs que origina la moneda, en este caso, podemos afirmar que Argentina ya sufre esas consecuencias sin haber dolarizado su economÃa. En este sentido, la polÃtica monetaria estadounidense, tiene un efecto sobre los mercados emergentes independientemente de sus divisas y regÃmenes polÃticos. Esta es una observación importante porque una de las principales crÃticas a la dolarización es que expone a los mercados emergentes a la polÃtica monetaria del paÃs cuya moneda adoptan.
¿Cuáles son las otras opciones de Argentina?
Dolarizar no es el único camino posible para lograr la estabilidad que requiere una economÃa para crecer. Existen otros caminos como el modelo peruano o chileno, en los que las decisiones en materia de polÃtica fiscal y monetaria trascendieron a todos los gobiernos de turno. Para bajar la inflación a un dÃgito estuvieron más de una década y las exigencias monetarias -no darle "a la maquinita" y mantener el control del gasto- fueron respetadas a rajatabla.
Un caso interesante es el de Brasil, donde se decidió independizar al Banco Central de la coyuntura polÃtica y se llevó adelante durante una década un programa de tasas de interés reales positivas para fortalecer al real y dotar de credibilidad a la institución de la Banca Central. El problema es que dicho camino ha sido costosÃsimo en materia fiscal ya que Brasil sufre uno de los déficits más abultados de toda América Latina. La razón de esta dinámica entre tasa y gasto fiscal es que si se mantiene la tasa de interés real positiva no se puede licuar el gasto, algo conocido en la polÃtica argentina.
Entonces ¿podremos los argentinos tener disciplina durante más de una década y no imprimir billetes en exceso o y mantener un equilibrio fiscal por años o llevar adelante el programa de tasas de interés reales positivas para fortalecer al peso argentino?
La historia sugiere que no: en 118 años tuvimos solo 8 años de superávit fiscal y en 110 hemos convivido con déficits recurrentes. En materia monetaria, desde 2001 hemos tenido 13 presidentes del Banco Central. Cada mandato en teorÃa debe durar 6 años a partir de su designación por el Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado de la Nación, a menos que sean reelectos y en ese caso se extienda su manda al frente de la autoridad monetaria. A excepción de MartÃn Redrado y de Ernesto Bosch, el resto de los presidentes no cumplieron su mandato y una mayorÃa no alcanzó a cumplir ni siquiera 2 años. Desde 1935, hemos tenido 62 presidentes cuando en teorÃa, si se hubiera respetado el artÃculo 7 de la ley orgánica del BCRA 21.144-, deberÃamos haber tenido menos de quince. DifÃcil.
Para concluir, la Argentina está transitando un ciclo de degradación económica y social de envergadura. Los números en términos de pobreza, inflación, actividad económica, empleo, desempleo, exportaciones, inversión, inversión extranjera directa y salario real han empeorado dramáticamente durante los últimos 12 años. Las desigualdades que producen crisis económicas prolongadas en el tiempo se pueden evidenciar en el humor social, la violencia y la falta de entendimientos de una sociedad.
Lamentablemente, si no tomamos medidas más extremas, ejemplificadoras, que puedan limitar determinadas acciones desestabilizantes de la polÃtica de turno, la amenaza hacia nuestro sistema democrático en la próxima década puede ser una realidad. Es por ello que la sociedad argentina debe estudiar la forma de conseguir la estabilización de su economÃa. La dolarización, aunque no es la única, parece ser la más adecuada a la luz de nuestra historia.
Emulando la frase de nuestro querido General Don José de San MartÃn, la dolarización "será imposible, pero es imprescindible".
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