Figura extraña la del ministro de Desarrollo Social bonaerense, Baldomero Álvarez de Olivera. Oficialista desde 2008, en todas sus entrevistas se empeña en destacar al Gobierno nacional a la vez que se postula como vicegobernador de Daniel Scioli. Sin embargo, desde la Casa Rosada no le dispensan toda la confianza necesaria y por eso tejen una estrategia para cercarle el terreno. Su ultrasciolismo y su pasado duhaldista pueden costarle caro.

Avellaneda es comandada por Jorge Ferraresi, ex secretario de Obras Públicas que accedió al cargo cuando Cacho Álvarez despegó a Provincia. El ingeniero busca su reelección pero no la tendrá fácil. El kirchnerismo le prepara, a modo de pinza para su jefe político, dos colectoras de boleta de Cristina de cara a las elecciones de octubre.

Así, Ferraresi vive hoy una encrucijada, según contaron fuentes municipales a LPO. En principio, el jefe comunal buscar acercarse a Cristina y diferenciarse de Álvarez. Muchos recuerdan sus gestos hacia la Rosada como los actos junto a Estela de Carlotto y la inauguración de la plaza “Abuelas de Plaza de Mayo” aunque en el kirchnerismo le insiste con que se juegue. “Ferraresi sabe que en caso de ganar necesita del Gobierno nacional”, dijo un dirigente del distrito.

No es la única presión que tiene Ferraresi: muchos especulan que en caso de que la salida provincial le salga mal, Cacho Álvarez volverá al distrito para pelearla otra vez. El dato es que Álvarez de Olivera tiene una licencia en el Municipio que el Concejo se la renueva cada tres meses, lo cual le garantiza una vuelta al gobierno municipal para pilotear los últimos meses de campaña.

Tal como adelantó LPO, una de las colectoras iría para el Sindicato de Trabajadores Municipales, junto con otras agrupaciones kirchneristas no oficialistas, más el apoyo de La Cámpora. Aquí, el candidato sería el concejal Hernán Doval.

La otra boleta, del sabbatellismo, estaría encabezada por el ex intendente Oscar Laborde, que sumaría a algunas líneas de Libres del Sur y el Frente Transversal. La apuesta de Laborde es que el voto kirchnerista se divida y así poder acceder nuevamente al Palacio de la avenida Guemes.

“Hoy tenemos casi 20 puntos y sin lanzamiento oficial. Con el apoyo de otros kirchneristas podemos sumar un porcentaje mayor y al no haber polarización tenemos muchas chances”, evalúan en las filas labordistas.