El Senado termina el año tal como empezó: con los bloques de la oposición esperando sesionar y el kirchnerismo dejando sus bancas vacías e impidiendo el quórum. La única diferencia es que ahora ningún anti K espera llegar por su cuenta la mayoría y se resigna a que, tal vez, el año parlamentario esté perdido.

Esta tarde, el kirchnerismo se burló del compromiso que había tomado en la reunión de labor parlamentaria y nunca apareció por el recinto. No sólo lograron desterrar un proyecto refrendado por los diputados opositores que le quita al Gobierno la posibilidad de reasignar partidas, denominada superpoderes, sino que, al bloquear la sesión, tampoco se ratificó el texto original, que limita esa operatoria al 5% del presupuesto.

Esa propuesta, paradójicamente, fue enviada el año pasado por la presidenta para acallar los reclamos de la oposición para que no abusara de los superpoderes. Los senadores de su bloque ahora olvidaron ese gesto y, ante la posibilidad, apelaron a que todo siga como está.

Ya habían anticipado la jugada en la reunión de comisión de Asuntos Constitucionales de ayer, cuando el santacruceño Nicolás Fernández, de diálogo directo con la presidenta, anunció que su bloque rechazaría todos los dictámenes sobre superpoderes.

Sorprendido, el radical Ernesto Sanz le recordó que la Constitución no permite ese trámite: se podía ratificar el proyecto original (que limitaba el movimiento de recursos al 5% del presupuesto) o el de Diputado (impide ese trámite sin consulta al Congreso).

Los radicales y los peronistas federales había sorprendido con una jugada intermedia: imposibilitados ya de conseguir mayoría apelaron a que, al menos, sea ley un límite que la propia presidenta se había autoimpuesto en un gesto que ahora no está dispuesta a ratificar.

La sesión estaba convocada a las 15 pero, olvidado ya el tiempo de la pelea por el quórum, a las 15.30, trascurrido el plazo de espera máximo permitido, aún ingresaban senadores opositores.

José Pampuro, a cargo de la sesión por la ausencia de Cobos, otorgó 15 minutos de espera para que los K llegaran, pero ya nadie los esperaba. En el recinto estaban 32 opositores y de ese núcleo sólo faltaba la radical catamarqueña Blanca Monllau, la liberal correntina Josefina Meabe y el renovador salteño Agustín Pérez Alsina. Carlos Menem está de licencia y ya nadie lo espera.

Con ese trío nada hubiera cambiado, ya que el quórum necesita 37 manos alzadas. Además de los 31 kirchneristas, nunca llegaron los cinco aliados, que son los tres históricos (los fueguinos José Martínez y María Díaz y el neuquino Horacio Lores) y las dos incorporaciones de este año (la santafecina Roxana Latorre y la rionegrina María José Bongiorno). Al parecer, las dos últimas terminan el año con más afianzadas que nunca en su sociedad con el Gobierno.

El faltazo de los kirchneristas abrió un panorama sombrío al resto del año parlamentario. Con esa fórmula, podrían evitar el trámite de este proyecto y dos sumamente complejos como el de reforma a la composición del Consejo de la Magistratura, donde tampoco la oposición tiene la victoria garantizada.

Y demorar el presupuesto a una sesión extraordinaria de diciembre, cuando los temarios sólo son definidos por el Gobierno. Por lo pronto, para el 24 hay una sesión convocada y allí se verá si el kirchnerismo procede de esa manera.