Eduardo Duhalde pide un pacto entre la UCR y el PJ para sostener el gobierno de Cristina Kirchner. Debilitado por la derrota electoral y el reordenamiento del peronismo, la gestión k necesita de un nuevo acuerdo entre los históricos partidos.

“El complejo escenario político actual -aunque suene paradójico- es un buen momento para el acuerdo entre el PJ y la UCR, además del socialismo y la nueva fuerza de centroderecha; tienen que constituir el núcleo duro, el primer anillo que proteja estos consensos básicos”, analiza en una columna publicada en el diario Clarín.

Así lo entiende el ex presidente y algunos sectores del Gobierno y del radicalismo que, como adelantó La Política Online, ya están negociando una salida ordenada hacia el postkirchnerismo en 2011.

Duhalde deja en claro dos cosas que como se informó en este medio se analizan en sendos sectores del radicalismo y el peronismo: que la UCR y el PJ no están muertos y que tienen que recrear el bipartidismo para mantener la gobernabilidad. En ese esquema, desde el kirchnerismo ven en Duhalde un posible presidenciable. Según el diario Ambito, creen que en 2011 buscará ser elegido en la silla de su esposa Chiche. Y con eso tiene justificativo de sobra para lanzar la red para capturar los que le queden de apoyo en ese distrito, que no son pocos. Un Duhalde senador, en el imaginario peronista, es un Duhalde presidenciable en una crisis como la de 2001. Ya antes de las elecciones del 28 de junio hubo un tanteo de la Iglesia para que Duhalde se presentara como senador. Lo querían como garantia en una posible Asamblea Legislativa.

El ex presidente recorre los certificados de defunción que se le han dado en la historia argentina a ambos partidos. “En el recorrido de tanto análisis superficial, tanto el PJ como la UCR han muerto muchas más veces, al punto de que se trataría de muertos vivos tan reincidentes que empalidecerían a las más truculentas películas de terror”, escribe irónico y calcula: “Sin embargo, un dato refuta por sí solo esta zoncera: en la escala institucional de la vecindad, donde se expresan con contundencia los sentimientos populares, más del 80% de los municipios son gobernados por justicialistas o radicales desde hace décadas. Esta sola referencia es demostrativa de la endeblez mitológica de los funerales partidarios”.

Y es en esos dos partidos históricos que Duhalde ve el punto de apoyo del sistema político y de la gobernabilidad. Por eso destroza el mito de que "la UCR no puede gobernar y sólo el PJ garantiza la gobernabilidad".

“De ser verdad -dice- el hegemonismo imposibilitaría todo pacto de gobernabilidad. La fuerza política que se convence de que sola puede resolver los problemas del país, y, por tanto, descree de todo acuerdo y consenso político, deja fuera de la agenda cualquier construcción de políticas de Estado, algo que la Argentina precisa tanto como el aire que respiramos los argentinos”.

Y se pide recrear el bipartidismo y concretar un pacto entre UCR y el PJ con l avista puesta en el postkirchnerismo de 2011.

“¿El error fundante de los fracasos de los últimos años no ha sido la alquimia de los partidos mayoritarios en propuestas electorales unificadas, como ocurrió con la Alianza y la Concertación del gobierno kirchnerista? ¿No es hora de que gobernadores, legisladores e intendentes se reagrupen de acuerdo a sus convicciones originarias para iniciar por separado, pero alumbrando consensos, la marcha hacia políticas de Estado?”, se cuestiona.

Y concluye: “Hoy, la desaparición de las hegemonías -expresadas en grandes liderazgos- ha dado lugar a terreno fértil para -por fin- poder avanzar en la concreción de estos acuerdos, que imagino plasmados en 2011 para que el próximo gobierno constitucional pueda contar con la más contundente herramienta de gobernabilidad que haya tenido nuestra historia. El complejo escenario político actual -aunque suene paradójico- es un buen momento para el acuerdo entre el PJ y la UCR, además del socialismo y la nueva fuerza de centroderecha; tienen que constituir el núcleo duro, el primer anillo que proteja estos consensos básicos”.