Cuando Cristina Kirchner le rechazó la renuncia a Aníbal Fernández, el fatídico 28-J en el Hotel Intercontinental, el funcionario K infló su espalda. Tiempo después, lo premiaron con la Jefatura de Gabinete. Con todo ese respaldo, ya eligió la marca que quiere dejar en su por la jefatura de ministros. Quiere ser el único responsable de la salida de Guillermo Moreno del gobierno.
A diferencia de otros funcionarios que intentaron sacar al secretario de Comercio, Fernández lo cruza públicamente. Así, por ejemplo, contra la embestida estatista que lidera Moreno, Aníbal salió a aclarar que el Gobierno nacional se plantea ir hacia una situación "donde el Estado no sea empresario" porque "está claro que el Estado no es bueno en esa condición”. En el paquete de la aclaración estaban la ex Papeleara Massuh y la autopartista Mahle, hoy en manos de Moreno.
En diálogo con Radio 10, consignó que, en el caso de la autopartista Mahle, lo que se busca es "quien tenga la vocación de seguir adelante con el esquema de negocios", en tanto, con respecto a la papelera Massuh, señaló que "no ha consumido un solo centavo del Estado" y que la idea es que "desprenderse lo más rápido posible".
Cuando se le consultó por la intervención de Moreno, apoyada por la Casa Rosada, dijo que esa intervención debe ser por “un plazo acotado”.
El mensaje ya lo venía dando a distintos actores que piden a gritos la cabeza de Moreno. Entre ellos, algunos dirigentes de la oposición y –más importante aún- lo repitió en privado en su encuentro con la UIA. “Denme tiempo que yo a Moreno me lo cargo”, soltó sin medirse.
La frase esconde, a su vez, una sensación. Sabe que la lógica kirchnerista no va a permitir que reclamos “de afuera”, como ser los de la oposición o los industriales, saquen a Moreno. Sería una demostración de debilidad inaudita para el régimen de poder K. Por eso, Aníbal pide tiempo para trabajar desde adentro.
El primer ejemplo vivo se dio el 13 de julio pasado, en la reunión del ya famoso “Gabinete Productivo de Cristina Kirchner”. Allí asistieron, además de Moreno, la ministra de Producción, Débora Giorgi; los ministros de Economía, Amado Boudou, y de Trabajo, Carlos Tomada, el subdirector general de Fiscalización, Horacio Curien; el director ejecutivo de la ANSES, Diego Bossio; la presidenta del Banco Nación, Mercedes Marcó del Pont, y el jefe de gabinete del ministerio de Producción, Horacio Cepeda.
Pero enorme fue la sorpresa que se llevó cuando al cónclave llegó Aníbal Fernández. Como muestra la foto, la primera muestra de poder se la dio de entrada: con Moreno en una cabecera de la mesa, el jefe de Gabinete tomó la otra.
Pero el choque vino después. Acostumbrado a ser quien dirige la agenda, incluso por encima de funcionarios de mayor rango como ser los ministros, Moreno quiso poner sobre la mesa el tema Tersuave, la fábrica de pintura en San Luís donde quiere intervenir, como ya lo hizo en Massuh y Mahle.
Ahí mismo, Aníbal lo cortó en seco: “Ese no es un tema importante como para esta reunión”. Los funcionarios presentes se miraron entre sí ante la inesperada respuesta del quilmeño. Moreno, a partir de eso, se enteró de cómo viene la mano con el nuevo jefe de Gabinete.
