Darío Giustozzi está golpeado. No quiere competir con Francisco De Narváez para no arriesgar su poder en Almirante Brown, pero tampoco sabe cómo levantar en las encuestas y convencer a Sergio Massa de ser el único candidato a gobernador.
“Fue un error de mis asesores no haberme hecho campaña pegado a Massa”, confesó en sus últimas reuniones con dirigentes locales, que ya lo ven cada vez más lejos de pelear por la Provincia.
Sus dirigentes más cercanos no entienden por qué no hay fotos de Giustozzi junto a Massa como sí las tiene De Narváez.
Lo cierto es que mostrase sólo fue una decisión suya o de su equipo de campaña, como sugiere, que hoy está pagando caro. Tanta fue su fantasía por diferenciarse que ni nombraba al tigrense en los actos, y ni se sumaba a las campañas mediáticas.
“Es insólito. Apelaste al arrastre de Massa y no te mostraste con él. Llenaste la provincia de fotos solo”, le recriminaron algunos candidatos que lo cruzaron las últimas semanas.
La candidatura a gobernador de Giustozzi fue avalada desde un comienzo por sus laderos de la tercera sección y un grupo de dirigentes de la primera de la “Perón Vive”, una agrupación armada por Sebastián Galmarini para empujar la candidatura de Massa en 2013.
La mayoría lo fue perdiendo de vista el año pasado, cuando el jefe del bloque de Diputados del Frente Renovador decidió caminar solo la provincia. Algunos lo fueron a recibir a sus distritos y ni pudieron encontrarlo.
“Se la pasó puteando por miedo a que se pase Insaurralde. Y cuando eso no pasó no tenía ni una imagen creada con Sergio. Hizo todo mal”, le confesó uno de ellos a LPO.
La mayoría de sus ex aliados masticó más bronca el domingo con el triunfo de Horacio Rodríguez Larreta en Capital Federal, basado en la transferencia de votos de Mauricio Macri.
El ex intendente de Almirante Brown nunca buscó esa estrategia y ahora quedó en un punto muerto. Abandonó su despacho de Diputados, dejó de hacer campaña en la Provincia y se entera cada día cómo De Narváez visita los distritos y ofrece lo que le pidan a cambio de apoyo.
Los intendentes de la primera sección, que le dieron vida al Frente Renovador, nunca soportaron a Giustozzi. Y ahora no esperan nada de él.
Desolado, su única esperanza es negociar una salida de De Narváez para despejarle el camino. “Sergio tiene que saber que el Colorado tiene un piso alto pero un techo bajo”, se escuda. No parece ser lo que piensa Massa.
