El presidente de la Cámara Argentina de Comercio y Servicios (CAC), Jorge Di Fiori, le presentó al jefe de Gabinete, Marcos Peña, un documento de 181 páginas en el que analiza las causas de la falta de competitividad de la economía argentina, que hizo que, por ejemplo, en julio tuviéramos el mayor déficit comercial de la historia con Brasil y el mayor desde 1994 en el acumulado enero-junio con el resto del mundo.

El documento analiza el caso de siete industrias emblemáticas para entender las razones por las cuales Argentina está cara para el mundo: leche, vino, manzanas, autos, electrodomésticos, farmacéuticos y textiles. Y destaca que la discusión sobre "el costo argentino" solo emerge cuando el país se enfrenta a un tipo de cambio que no cubre las ineficiencias económicas de los distintos sectores.

Por eso, propone una serie de mejoras conjuntas entre el sector privado y el sector público para resolver los problemas de competitividad. En un ranking de 138 países, Argentina se ubica en el puesto 104 entre El Salvador y Nicaragua, detrás de Trinidad y Tobago y 31 puestos rezagado respecto de Uruguay y 70 puestos detrás de Chile.

CACMatías Bolis Wilson

"Argentina tiene la tendencia a corregir los desbalances con fuertes devaluaciones o a camuflarlos con altos precios commodities. Cuando baja el tipo de cambio real, surge la discusión de la competitividad. Por eso nosotros desde la CAC hacemos hincapié en el trabajo colaborativo entre sector público y privado", dijo a LPO Matías Bolis Wilson, economista en jefe de la CAC y autor del documento.

Y aunque en líneas generales la CAC coincide con la Unión Industrial Argentina (UIA) respecto de que los problemas de eficiencia están de las puertas de las fábricas para afuera, reconoce que hay cadenas de valor con problemas de obsolescencia en el eslabón primario como en la vitivinicultura y fruticultura de la manzana. "En términos macroeconómicos declinó la productividad en los últimos años. El crecimiento ha sido por un uso extensivo de factores y no por un uso intensivo. Hay problemas de obsolescencia en algunos sectores y en algunos eslabones que reflejan el problema de la falta de acceso al mercado financiero que limita la incorporación de tecnología", agregó Wilson.

De un primer pantallazo sobre la incidencia de la tipología de los costos sector por sector, se desprende que el que asfixia de forma más pareja al conjunto es la presión tributaria, que se traduce, por ejemplo en el caso de los automóviles en el 58% del precio final de los vehículos. Los costos de logística producto de la falta de infraestructura también tienen una incidencia sustantiva en casi todos los sectores y resultan letales para las economías regionales, y en tercer lugar recién impactan los costos laborales. Al respecto, en el análisis pormenorizado de las cadenas de valor se observa que en algunos eslabones puede ser sustantivamente elevado, pero no así en todos.

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Consultado sobre la presión que genera sobre el costo argentino la nueva reforma laboral y la conveniencia de encarar una reforma sistémica o muchas sectoriales, Wilson consideró opinó que "La reforma de Brasil pone forzosamente en agenda la necesidad de una reforma sistémica. No creo que sea un tema cerrado, sino que hay que discutirlo profundidad y estudiar las elasticidades del capital y el trabajo, porque si el capital se abarata y va reemplazando mano de obra, se va a ver el impacto en el empleo. Por eso creo que en la medida es un tema que va a ir escalado en el top 10 de la agenda de prioridades".

"Pero remarco la estabilidad macroeconómica porque es lo que más impactotiene en el crecimiento de largo plazo, es lo que hace que vayamos de crecimiento a tasas chinas a crisis en las que se pierdetodo lo ganado, es preferible crecer menos pero de forma sostenida. En este sentido el tipo de cambio estable y la baja de la inflación son claves", dijo el economista.

"La otro es la presión tributaria, que responde a cuánto se gasta y no va a poder bajar hasta tanto no se reduzcan los gastos, pero no es tanto el cuánto sino el cómo se gasta. Pongo un ejemplo, el gasto en educación está en su nivel histórico más elevado sobre el PBI y sin embargo no hay una correlación en los estándares de calidad, lo que muestra que se está gastando mal. No se trata de gastar menos, sino de gastar mejor. Porque la provisión de bienes públicos es complementaria a la productividad a la hora de ser competitivos. La infraestructura en este sentido es clave. Para las economías regionales el transporte en camión es carísimo y falta infraestructura portuaria para poder hacer uso de la hidrovía", ejemplificó Wilson.

Respecto de la infraestructura, la CAC considera que es una de las necesidades más urgentes. Y el Gobierno tiene bien identificado el problema y está avanzando para darle resolución, "pero va a llevar tiempo".

La otra cosa que va a llevar tiempo es la reforma tributaria, consideraron. Si, como propone el Gobierno se avanza primero en un cambio de la conformación de los impuestos que no reduzca la presión total, pero sí elimine impuestos distorsivos, para Wilson "ya se soluciona la primera parte del problema. Pero igual va a haber que bajar la presión tributaria, la cual solo puede reducirse en la medida en que se reduzca el gasto. Hoy no parece haber mucho margen, va a llevar muchos años". 

Sin estas reformas, la ya complicada producción nacional seguirá padeciendo las diferencias de costos con el resto del mundo y por ejemplo seguirá siendo más rentable para los centros urbanos comprar productos importados que los provenientes de las economías regionales  o no podrá superar la dependencia de los insumos importados.

CACMatías Bolis Wilson