Violencia infantil
Tres monos
Por Patricia Pérez
Estamos en Emergencia Nacional por la vulnerabilidad de nuestros chicos y algo debemos hacer. Espero que sea hombro con hombro con nuestros líderes políticos.

Los tres monos sabios, representados en una escultura de madera del año 1631, situada sobre los establos sagrados del santuario de Toshogu, en Nikko, al norte de Tokio, acaban de darme una respuesta sobre la forma en que los líderes políticos argentinos miran la realidad en este tiempo.

El significado del tema de los tres monos es complejo y diverso; así como para la élite intelectual japonesa de los siglos VII a XVII se encontraban relacionados con un código filosófico y moral, entre el pueblo el sentido era «rendirse» al sistema, un código de conducta que recomendaba la prudencia de no ver ni oír la injusticia, ni expresar la propia insatisfacción.

Los monos japoneses de Tshogu no ven, no oyen ni miran.

Una prudencia que quizás necesitemos reemplazar entre nuestra somnolienta clase dirigente que, mientras más falta nos hace de su parte una presencia firme y decidida para enfrentar nuestros inmensos dramas cotidianos, más se refugia en la escultura de madera tallada por el artista japonés Hidari Jingoro.

Se los nota como adormecidos. No logran un grado de comprensión que los ponga cuanto menos, al tanto de la profundidad del problema.

Ellos viven estos días y desde hace muchos, pendientes de otros temas.

¿Habrá algún estruendo que los despierte?

Quizás no haya ruido atronador de la realidad que les haga mella.

Mientras tanto, una beba, Milagros, 2 años, abusada, torturada y asesinada por su padrastro en Pilar, que luego apareció ahorcado, no logró con su llanto aterrado penetrar sus oídos.

No oyeron pero tampoco vieron al chico de 12 años que apuñaló a otro también de 12 años para robarle la bici en Rosario, ni olieron la pólvora de las dos detonaciones que mataron al soldadito de 11 años apostado en el techo del bunker, ni reconocieron el olor a carne calcinada de los dos nenes de 7 y 10 años que, sin escapatoria, sufrieron en el sótano donde junto a sus padres fueron reducidos a esclavitud hasta morir en el taller clandestino de Flores.

No sintieron la boca seca de “Hambre de agua” como dijo esa mamá formoseña en el programa PPT de Jorge Lanata, ni miraron el rostro de hambre definitivo, irreversible del pibito Qom del Chaco, Néstor Femenía que murió esperando sin esperanza.

Cuando el padrastro de Agustín, de 5 años, le reventó el hígado a patadas, ninguno de ellos llegó hasta el barrio de Floresta a ponerse al frente de esta inmensa Emergencia Nacional que se lleva a nuestras chiquitas y despoja nuestros pibes de sus vidas y un poco también a nosotros de las nuestras.

La Filosofía oriental tradicionalmente ha entendido el mensaje de los monos como «No ver el Mal, no escuchar el Mal y no decir el Mal». Sirve para construir un modo de relación social que intente la armonía. Pero los Líderes políticos deben hacer lo contrario en sus acciones de liderazgo. Deben “Ver el mal, escuchar el mal y decir el mal” para tomar ese atroz toro por las astas e intentar vencerlo. Lo otro se parece mucho a la complicidad. Al “no te metás”.

Están algo dormidos. Los necesitamos despiertos. Son los líderes políticos de este país que juran llevarnos a la tierra prometida que nos muestran cada dos años cuando merodean un proceso electoral. Tal vez, si no despiertan sus sentidos a tiempo y siguen sin ver, ni oír ni decir, nos lleven a la condena de ser parte de una sociedad incapaz de salir de la somnolencia cómplice que lee en los diarios cada día estas atrocidades, da vuelta la página y busca como jugó la selección en la copa de Chile, mientras tanto, ocho pibes de primaria, violan a un nene de 6 años en una escuela de mi país.

Estamos en Emergencia Nacional por la vulnerabilidad de nuestros chicos y algo haremos algunos de nosotros, para que se vea. Espero que sea hombro con hombro con nuestros líderes políticos ya despiertos.

Ah, también se dice que en origen los monos eran espías enviados por los dioses para enterarse de las malas acciones de los hombres; la representación de los monos ciego, sordo y mudo debió surgir entonces, como medio de defensa mágico contra esa mirada Divina inquisidora.

La misma mirada entre firme y desolada, que nuestros niños nos dirigen ante tanta atrocidad sin respuesta.

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