Editorial
La fuerza de la esperanza en un contexto de crisis
Por Leandro Bruni
A pesar del contexto de crisis que golpea a gran parte de los argentinos, un porcentaje mayor al que votó por Milei en las primarias siente esperanza por un futuro mejor.

La democracia está en deuda con las expectativas de un futuro mejor. En las últimas décadas los países con democracias liberales comenzaron a transitar una crisis de esperanza. A diferencia de lo que se vivió durante gran parte del siglo XX, en la actualidad nos cuesta pensar que viviremos mejor en los próximos años. Las inclemencias del cambio climático, las guerras, las pandemias y las reiteradas crisis económicas impactan en el estado de ánimo de las personas y con ello desafían a las instituciones políticas. Como señala el profesor de la London School of Economics y autor del libro In the Long Run: The Future as a Political Idea, Jonathan White, la democracia puede tolerar transitar por angustias, tiempos turbulentos o crisis económicas; lo que no puede hacer es sobrevivir sin expectativas de un futuro mejor. Lo mismo le ocurre a candidatos y gobiernos. La esperanza es el motor de la política. Los votantes se sienten estimulados cuando una oferta electoral les logra mostrar un camino hacia adelante, les da sentido a las penas que viven, los esfuerzos que hacen y -sobre todo- les promete una vida mejor. Pero esto no solo es efectivo durante los procesos electorales, sino que es esencial durante los gobiernos. Si la promesa es que se va a vivir peor, nadie va a votar por ese candidato o a respaldar a ese presidente. Lo que seguro ocurrirá es que se buscará la opción que sí ofrezca un futuro esperanzador. El flujo de las expectativas es uno de los indicadores más relevantes para determinar el apoyo de la opinión pública a quien gobierna.

En la antesala de las elecciones de octubre, la expectativa de que el oficialismo logre mejorar la situación general en el mediano plazo no superaba a 2 de cada 10 encuestados. Todo estaba dado para que ninguno de los candidatos conocidos logre entusiasmar demasiado a los electores. Algunos habían decepcionado ahora, y otros habían decepcionado antes. Esto llevó a que muchos analistas le atribuyesen a Javier Milei ser el canalizador de las broncas hacia la política tradicional. Sin embargo, Milei no ganó solo por el voto enojado, sino sobre todo por el voto esperanzado. Así lo relevó la encuestadora Opina Argentina en septiembre de 2023: 75% de los que votaban al libertario decían estar movidos por una emoción positiva como la esperanza, mientras que el 22% lo votaba guiado por una emoción negativa, como el enojo.

Pasado casi cuatro meses desde el triunfo electoral, los números de apoyo a la gestión de Milei parecen sorprendentes. Sobre todo, enmarcados en lo que él mismo llama un gran ajuste. En un contexto de recesión y bolsillos que se jibarizan, su imagen positiva sigue siendo superior a la negativa (56% vs 42%). Nadie niega la existencia de un ajuste, ni de los desafíos cotidianos que este representa. Sin embargo, 2 de cada 3 argentinos reconocen la necesidad de seguir con él. La mitad de ellos piensa que tiene que hacerse gradualmente, mientras que 40% considera que debe hacerse rápidamente. Desde que Milei llegó al poder, la situación económica empeoró para 7 de cada 10 argentinos. Pero lo interesante, es que para 4 de cada 10 electores los resultados económicos positivos serán palpables antes de que termine el primer año de gobierno. Este dato significa que existe mucha expectativa en que la situación mejorará en el corto plazo, traduciéndose en esperanza sobre lo que el gobierno está haciendo. En otras palabras, estamos mal, pero estaremos (pronto) mejor.

Sin dudas, la rápida desaceleración de la inflación es hoy el principal capital político que tiene el gobierno para alimentar la esperanza en las personas. La Universidad Di Tella registró en su medición sobre expectativas de inflación una fuerte reducción en marzo. Se trata de un estudio que muestra qué consideran las personas que pasará con la inflación en los próximos 12 meses. En diciembre el relevamiento había arrojado 225% de inflación esperada, en enero 230%, en febrero 170% y en marzo 123%.

Es muy probable que los convencidos por Milei, aquel 30% que lo votó en las primarias y en las elecciones generales, los sigan apoyando respondiendo a la máxima spinoziana: no quiero algo porque sea bueno, sino que es bueno porque lo quiero. Este es un comportamiento habitual en cualquier núcleo duro, de cualquier político. Sin embargo, los datos evidencian que el apoyo al presidente no se reduce solo a los propios, los convencidos, los militantes fanatizados. A pesar del contexto de crisis que golpea a gran parte de los argentinos, un porcentaje mayor al que votó por Milei en las primarias siente esperanza por un futuro mejor.

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