Crisis de Gobierno
El espectáculo del fracaso
Por Ignacio Fidanza
El fallido intento de reestructurar de raíz todo lo que no funciona del Gobierno expuso los problemas estructurales de un sistema de poder que se exhibe exhausto.

El cambio que no fue es la crónica anunciada de otra oportunidad perdida. Casi una marca de identidad del paso de Alberto Fernández por el poder. Si en la crisis de septiembre de 2021 perdió la oportunidad de emanciparse de Cristina y erigir un liderazgo propio en el peronismo, este domingo de julio dejó escapar la posibilidad de armar por primera vez una conducción económica centralizada.

El arribo de Silvina Batakis a Economía como único cambio de una jornada extenuante en la que todo estuvo en discusión, recuerda aquel fallido cambio de gabinete de Mauricio Macri, cuando su negativa a remover a Marcos Peña obturó la posibilidad de relanzar un gobierno, que desde ese momento se dedicó a administrar la agonía hasta la derrota electoral.

Cristina logró imponer a Batakis como ministra de Economía y el ingreso de Massa queda en suspenso

Sergio Massa pidió la conducción económica unificada de hecho en la Jefatura de Gabinete, para aceptar regresar a ese cargo. Ministerio de Economía, AFIP y Banco Central. Es lo que reclama el mercado y hasta el propio Martín Guzmán dijo en su carta de renuncia, que sin esa concentración de la decisión económica es imposible afrontar la actual crisis con eficacia. O sea, el diagnóstico es claro y compartido.

Pero Alberto, como suele hacer, sorprendió para mal. Luego de negarse durante todo el día a hablar sobre los cambios en marcha con Cristina, agigantando la crisis, cuando lo hizo, fue para ceder a sus deseos. Se entiende que no quiera hablarle.

La conversación fue casi cómica: Alberto le anunció que el nuevo ministro de Economía iba a ser Marco Lavagna, un hombre de Massa. Cristina le contestó que prefería a Silvina Batakis, asesora del camporista Wado de Pedro, y entonces el Gobierno anunció triunfal que se había llegado a un acuerdo: Batakis ministra.

Massa, como era previsible, dijo buenas noches. Y eso fue todo.

Alberto, esa fue la promesa implícita de su candidatura, iba a ponerle a la gestión económica la racionalidad del primer Kirchner o de Lula o Mujica, todos compañeros de la izquierda latinoamericana. Pero no pudo o no quiso o no supo. Fue ahí donde empezó a desmoronarse. Si no hay ancla para la inflación no hay ancla para el Gobierno.

La crisis del domingo expone todo lo que no funciona en el Gobierno, la disfuncional sociedad política de Cristina, Alberto y Massa. Un sistema de decisión con el diálogo más básico afectado, que termina saldando sus diferencias con microcambios sin otro rumbo que el reparto de cuotas de poder. La imposibilidad de ofrecer lo que necesita el momento: acuerdo político, replanteo general del rumbo, un plan, gente idónea.

Lo que se entrega es el simulacro de un Presidente en control, donde importa más lo que se publica que lo que ocurre. Pero detrás de esa construcción, lo que prevalece es la pelea por el cargo, desnuda de todo lo que hace interesante a la política. Hay muchas palabras y poco sentido. La oratoria hueca, aún virtuosa si lo fuere, tiene algo de caja vacía imposible de disimular. Hay en la verdad de las cosas una naturaleza que puede ser incómoda, pero se reconoce.

El espectáculo del fracaso

Por eso, Cristina logró mover la aguja cuando planteó la hipertrofia de los planes sociales y por eso suena tan desajustada cuando niega el impacto de la emisión en la inflación o el problema del déficit fiscal o cuando postula el cepo eterno como un camino natural.

Alberto, esa fue la promesa implícita de su candidatura, iba a ponerle a la gestión económica la racionalidad del primer Kirchner o de Lula o Mujica, todos compañeros de la izquierda latinoamericana. Pero no pudo o no quiso o no supo. Fue ahí donde empezó a desmoronarse. Si no hay ancla para la inflación no hay ancla para el Gobierno.

Estamos en el Gobierno de los contornos, el trabajo pesado no es para esta gestión, hay mucho que hacer en los márgenes, en la agenda europea, en la discusión extravagante de etapas superadas.

Y entonces nos encontramos con el espectáculo de este fracaso donde se discute si Marco Lavagna o Silvina Batakis, cuando está muy claro que la dimensión de la crisis obliga a jugar todo ahora. Y si todo es Massa y Redrado es eso y no sobra nada. Y si hay algo mejor, más vale ponerlo porque lo más posible es que casi no alcance. Y el Banco Central y la política y los gobernadores y todos adentro jugando, porque no alcanza.

Pero no, estamos en el Gobierno de los contornos, el trabajo pesado no es para esta gestión, hay mucho que hacer en los márgenes, en la agenda "europea", en la discusión extravagante de etapas superadas.

El mercado huele inconsistencia y muerde. Lo hizo con Macri, lo hace ahora. La solidez de un Gobierno es una construcción política que requiere un mínimo de seriedad. 

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  • 1
    07/07/22
    11:25
    Hablabas de la reelección de Alverso hace un mes y ahora de fracaso, lo bueno es que nunca pagan ninguna consecuencia por dar prognosis equivocadas una atrás de otra
    Responder
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