Elecciones 2022
LPO en Texas
La campaña de Beto O'Rourke por dentro, el Kennedy texano que enfrenta su hora crucial
El candidato demócrata, Beto O'Rourke, enfrenta tal vez su última oportunidad de arrebatarle Texas a los republicanos. LPO lo siguió por una travesía extenuante por 65 condados de un estado que es un país.

Con el perfil que edificó a nivel nacional en pocos años, con la energía que despliega cada vez que aparece, con la campaña incansable de los últimos tres meses a lo largo de 65 condados y con el entusiasmo que despierta, en cualquier otro lugar del país, un candidato como él no tendría chances de perder. Pero Texas es distinto a todo y Beto O'Rourke es, según coinciden las encuestas y las distintas tribus del establishment, el gran nominado para morder el polvo de la derrota en las elecciones del próximo martes.

A los 50 años y con una campaña presidencial sobre los hombros, Robert Francis O'Rourke logró que sus íntimos se unieran en algo a sus enemigos y a la gente de a pie a la hora de llamarlo con un apelativo familiar. Todos le dicen Beto.

Algo muy grande se juega en Texas: ya hay una lista de millonarios que financian la campaña más cara de la historia

El candidato demócrata para la gobernación del segundo Estado más grande del país, el que comparte con México la frontera más extensa -1900 kilómetros-, nació en el borde de los límites difusos y arbitrarios que separan a los los países que hoy gobiernan Joe Biden y Andrés Manuel López Obrador. La localidad de El Paso, donde viven 678 mil personas, está ubicada al oeste de Texas y solo la separa de Ciudad Juárez un río que los mexicanos llaman Bravo y los estadounidenses, Grande. Ahí, donde está su origen, O'Rourke tendrá la estación final de la campaña más importante de su vida, el martes que viene.

Si haber ingresado al Congreso de Estados Unidos cuando tenía 41 años, haber sido precandidato presidencial en 2020 y haber sido comparado muy rápido con Bob Kennedy por su parecido físico y su estilo carismático lo elevaron como una referencia nacional para muchos, la travesía que está terminando ubica a Beto en una posición bastante más dramática. 

Si haber ingresado al Congreso de Estados Unidos cuando tenía 41 años, haber sido precandidato presidencial en 2020 y haber sido comparado muy rápido con Bob Kennedy por su parecido físico y su estilo carismático lo elevaron como una referencia nacional para muchos demócratas, siempre esperando la llegada del nuevo Kennedy.

Se juega lo que parece ser su sobrevida política en un estado que los republicanos gobiernan desde 1994: enfrenta a Greg Abbott, un gobernador que lleva 8 años en el cargo y, pese a todo, conserva un poder envidiable. Ni la masacre de la escuela Robb Elementary de Uvalde en mayo pasado -el último episodio de una serie macabra y prolongada, donde murieron 19 chicos y 2 maestras-, ni su política de hierro y xenofobia en la frontera, ni la prohibición casi absoluta del derecho al aborto -sin excepciones por violación o incesto- parece haber afectado la gran base de adhesiones que Abbott recoge en la inmensidad del Estado de Texas. Mientras obtiene un buen porcentaje de votos en las grandes ciudades -Dallas, Houston, Austin y San Antonio-, el gobernador arrasa en pueblos rurales donde impone su supremacía 80 a 20 sobre los demócratas.

"Es la elección más importante en la historia del Estado de Texas, el nivel de masacres que tenemos en nuestras escuelas, la necesidad de ir a un doctor, que es más difícil aquí que en cualquier otro Estado del país, que cada persona pueda hacer uso de su derecho a votar... No podemos permitir cuatro años más de Abbott en la gobernación", dice O'Rourke. Le habla al auditorio a "decidir el futuro" y de lo "lo que vamos a ser capaces de hacer".

Estamos en la Universidad de Houston, en el último día de la votación anticipada, separados apenas por unos días de las elecciones de medio término en las que Joe Biden se juega lo que le queda de mandato. Texas es uno de los 36 estados que elige gobernador y Beto es aclamado en esta visita por una juventud que lo idolatra.

Beto O'Rourke en la Universidad de Houston. 

Unos minutos antes de su llegada, un instructor con la remera de "Beto for Texas", convoca a los estudiantes y testea su capacidad de aullido: los prepara para recibir al candidato y les pide que griten bien fuerte, casi como si estuvieran por filmar una publicidad.

Los latinos ya son más que los blancos en Texas y serán decisivos en la pelea de Beto y Abbott

Ubicada a media hora del Downtown, la UH es una universidad pública pero no gratuita, primera escala para alumnos estadounidenses y latinos que tienen aspiraciones de ascenso social. Por el servicio educativo, el hospedaje y la comida, los estudiantes que viven en el Estado de Texas tienen que pagar ahí 10 mil dólares por semestre, si quieren obtener una licenciatura que demanda 4 años de cursada. Es mucho para muchos pero hasta puede resultar barato en comparación con otras alternativas. Los que vienen desde afuera del Estado están obligados a pagar el doble y los que van a universidades privadas como Rice deben abonar 50 mil dólares por semestre. Así, a poco de andar, la mayoría de los estudiantes estadounidenses y latinos cargan con una mochila de deuda que tendrán que ir alivianando cuando consigan un empleo. El perdón a las deudas estudiantiles que Biden acaba de aprobar para los alumnos se restringe a los que le deben al Estado, uno de los prestamistas posibles.

Arriba de una tarima improvisada, Beto defiende el derecho al aborto y la legalización de la marihuana. Promete que, si gana las elecciones, las mujeres podrán decidir sobre su cuerpo y recuerda el nombre de tres pioneras de Texas, que lograron hace casi medio siglo la sentencia de la Corte conocida a nivel mundial como Roe vs Wade.

LPO pudo asistir a los actos de Beto en dos universidades. En Houston, poco después del mediodía, de un grupo inicial de 100 estudiantes que esperaba por él, alrededor de 20 son latinos. Los afroamericanos, en cambio, se contaban con los dedos de una mano. Es la postal inversa a la que cualquiera puede advertir en Houston si hace la prueba de tomar el metro que traslada a los trabajadores cada mañana desde la zona del aeropuerto hasta el Downtown: allí, ocho de cada diez son afroamericanos y el resto son latinos o asiáticos. En ese universo, no aparecen los blancos.

Parado arriba de una tarima improvisada, Beto defiende ante el auditorio juvenil el derecho al aborto y la legalización de la marihuana. Además, recuerda la larga lucha por los derechos civiles y reivindica a los que incluso dieron su vida. Su servicio, su sacrificio, su ejemplo, su lucha, dice a los estudiantes, viven en nosotros. Después, promete que, si gana las elecciones, las mujeres podrán decidir sobre su cuerpo y recuerda el nombre de tres pioneras de Texas, que lograron hace casi medio siglo la sentencia de la Corte conocida a nivel mundial como Roe vs Wade. Eran Sarah Weddington, Jane Roe y Linda Coffee, la única sobreviviente del equipo legal que ganó el caso en 1973. 

La campaña de Beto O'Rourke por dentro, el Kennedy texano que enfrenta su hora crucial

Donde sea que hable o aparezca, O'Rourke está rodeado por un equipo de colaboradores que lo sigue como una sombra y viraliza en pocos minutos en todo el país, cada una de sus intervenciones a través de las redes sociales. Lo dirige su jefa de prensa, Cynthia Cano, la gran puerta de entrada al candidato.  

El ex congresista dice también que Texas es el Estado donde el derecho al aborto está más restringido, que es el más represivo en todos los sentidos, que es el lugar en el que el derecho al voto es mas complicado que en ningún otro estado del país y que bate el récord nacional de muertos por el uso de armas. No lo dice solo en auditorios afines. Tras la matanza de Uvalde, Beto hizo algo inusual para la política local: irrumpió en una conferencia de prensa de Abbott y lo responsabilizó por las muertes de alumnos que tenían entre 7 y 10 años, la mayoría de ellos de origen hispano.

Por qué los demócratas necesitan un milagro del voto latino para que Beto gane en Texas

Si Beto aparece como una especie de superhéroe para los jóvenes universitarios, Abbott podría encarnar a la perfección el papel del villano. Por su política inflexible en esos tres temas que todos los días son noticia: la frontera, la violencia armada y la prohibición del aborto. Pero Abbott representa a una enorme porción de los habitantes de Texas que defienden el uso irrestricto de las armas, rechazan el derecho al aborto y no quieren saber nada con la nueva afluencia de migrantes. En ese mundo de republicanos, hay una significativa presencia de latinos.

En un alto de la interminable sesión de fotos con alumnos, en muchos casos "first time voters", mientras Beto transpira y su equipo de prensa lo protege de los periodistas, LPO logra intercambiar algunas palabras con el candidato.

-¿Cuál es el mensaje principal para el electorado latino que está dudando si ir a votar o no, o que está mirando desde lejos la elección?

-Pues, estoy aquí con la comunidad, hablando sobre estos temas en inglés, también en español, escuchando y entendiendo las quejas y las oportunidades en inglés y en español. Y no solamente estamos hablando sobre migración. Eso es algo importante, pero hay más que la comunidad latina está pidiendo en esta hora. Por ejemplo, mejores salarios. Tenemos un salario mínimo que empieza en 7,25 dólares por hora. Necesitamos salarios mejores para los maestros en las escuelas y tenemos también la necesidad de bajar los impuestos de propiedad. Son quejas de la comunidad y yo estoy respondiendo aquí, personalmente, en lugares como la Universidad de Houston, pero en cualquier otro lugar del Estado, incluyendo el Valle de Río Grande, en Harlingen, McAllen y Edimburgo.

Estoy aquí con la comunidad latina, hablando sobre estos temas, escuchando y entendiendo las quejas y las oportunidades en inglés y en español. Estoy respondiendo, personalmente, en cualquier otro lugar del Estado, incluyendo el Valle de Río Grande, en Harlingen, McAllen y Edimburgo. 

Texas es un país que se extiende a lo largo de la frontera sur y comprende realidades antagónicas. "Es más grande que Francia", afirma Cesar Martínez Gomariz, un reconocido consultor mexicano que hoy vive en Los Ángeles, pero pasó un cuarto de siglo como habitante de Texas. En 2020, Martínez Gomariz fue parte del Lincoln Project, el grupo de consultores republicanos que junto a Lionel Sosa y Mike Madrid movilizaron con éxito el voto latino para impedir la reelección de Donald Trump.

La superficie del Estado que Beto quiere gobernar es de 696 mil kilómetros cuadrados. No solo supera por bastante a Francia, a España y a Alemania, sino que además duplica por mucho en territorio a la provincia de Buenos Aires. Solo Alaska tiene una extensión mucho mayor en Estados Unidos pero es un continente desierto casi por completo.

Texas, en cambio, es el segundo Estado con más población detrás de California: tiene 29 millones de habitantes y, según los datos del Fondo Educativo de la asociación NALEO, el 39% de esos millones son latinos. En El Paso, el 81% de los habitantes son latinos. Por eso, Beto habla español con gran fluidez. 

LPO con Beto O´Rourke en el tramo final de su campaña por la gobernación de Texas.

Para pelear por el gobierno en el Estado de la estrella solitaria, que fue una república independiente entre 1836 y 1945, el candidato que muy temprano se enfrenta a una encrucijada de supervivencia decidió recorrer hasta el último rincón de Texas y entrar en contacto con sus pobladores. "Cara a cara, persona a persona", como le gusta decir, se lanzó a una maratón extenuante que contrasta con la comodidad que se advierte en Abbott.

El rival de Beto tiene 64 años y desde los 26 años se mueve en sillas de ruedas. El accidente que le provocó una parálisis de la cintura para abajo no le impidió ser electo primero Procurador y después gobernador en dos oportunidades. Ni tampoco prepararse para iniciar lo que se supone será su tercer mandato. Su campaña no solo se acota debido a su condición física: además se siente ganador. 

Muy abajo en las encuestas, Beto culpa a Biden por el giro a la derecha de los latinos en Texas

O'Rourke no solo tiene en contra al envidiable poder republicano sino también al presidente Biden, que registra en Texas un bajísimo nivel de adhesiones. Como le dijo el politólogo Mark P. Jones a LPO hace casi siete meses, Biden es un ancla sobre el cuello de Beto. Todos lo saben, aunque en la recta final de la campaña no resulte conveniente abundar en el tema.

-Dijiste que había un giro a la derecha de los latinos y que Biden no había invertido un centavo en el Valle de Río Grande como candidato. ¿Lo seguís pensando? ¿Te sigue preocupando que en el sur de Texas el voto vaya para los republicanos?

-Es un problema que en muchos años el partido nacional (Demócrata) no ha invertido algo, nada, en el Estado de Texas y en los condados de la frontera. Pero en esta campaña estamos en los condados, estamos en Hidalgo, en Cameron, en Brownsville, estuvimos allí hace tres días, también en Laredo y en la parte sur de Estado y yo sé que no podemos contar con ningún voto sino estamos allí con los votantes que queremos servir en esta elección.

Después de posar hasta con el último de los alumnos de la UH, O'Rourke se sube a un auto y se traslada unos kilómetros hacia Texas Southern University, otra casa de estudios donde lo reciben en forma muy distinta.

Creada por la legislatura de Texas en 1947 para garantizar la educación de los afroamericanos en distintas carreras, esta tarde parece un bastión del apoyo a Beto. Al candidato blanco y demócrata lo reciben con música, euforia y organización. "La única forma de que nuestras voces sean escuchadas es que nos involucremos en defensa de nuestras comunidades", dice un joven estudiante que presenta a O'Rourke como "el próximo gobernador de Texas", "el gobernador de mañana" que va a defender la educación pública.

Es un problema que en muchos años el partido nacional (Demócrata) no ha invertido algo, nada, en los condados de la frontera. Pero en esta campaña estamos en Hidalgo, en Cameron, en Brownsville, también en Laredo y en la parte sur de Estado y yo sé que no podemos contar con ningún voto sino estamos allí con los votantes que queremos servir.

Los estudiantes lo esperan parados de otra forma. Más que como fanáticos o adherentes como parte de una misma empresa en la que se sienten, de algún modo, protagonistas. Aunque la mayoría son alumnos afroamericanos, también hay algunas autoridades. Un hombre de mediana edad tiene una remera que remite al movimiento que se desató tras el crimen de George Floyd, en mayo de 2020. "I matter. You matter. We matter. Black voters matter", dice. Un policía de uniforme azul, que trabaja en la universidad, se acerca al grupo y pide permiso para sacarse una foto con el candidato. Dos chicas le preguntan a Beto sobre la elección. "Voting is an action. No voting also is an action", les responde y se van al parecer conformes.

Después de que O'Rourke habla, esta vez más brevemente, como si no tuviera que convencer a nadie, el cronista de la cadena Telemundo le pregunta en español por los sondeos que lo dan muy abajo. "Las encuestas no pueden decidir. Solamente la gente puede decidir", dice y habrá que esperar al martes para saber si tenía razón o solo salía del paso ante una pregunta incómoda.

Vuelvo a la carga, me quedan dos preguntas para hacer en movimiento, mientras Beto camina hacia la camioneta que lo llevará rumbo a Austin.

-¿Qué aprendiste en esta campaña?

-Que todo el poder en el Estado surge de la gente del Estado. El gobernador y el Partido Republicano están tratando de parar la votación de los estudiantes, de la gente que vive en ciudades más grandes como Dallas, Houston y El Paso, pero yo sé que los votantes, los estudiantes y los voluntarios tienen las ganas que son necesarias para enfrentar a Abbott y conseguir la victoria que necesitamos en Texas.

¿Escuchaste voces nuevas en tu recorrida por 65 condados?

Si, en cada parte. Buscamos las voces nuevas. Queremos entender, después de escuchar a la gente, que quieren algo mejor, un cambio. Yo quiero entender sus quejas, sus sueños, las cosas más importantes para ellos y sus familias. No hay otra manera para hacerlo sin viajar a cada parte del Estado, a cada condado.

El gobernador y el Partido Republicano están tratando de parar la votación de los estudiantes, de la gente que vive en ciudades más grandes como Dallas, Houston y El Paso, pero yo sé que los votantes, los estudiantes y los voluntarios tienen las ganas que son necesarias para enfrentar a Abbott y conseguir la victoria que necesitamos en Texas.

Beto y sus colaboradores dicen "gracias" a manera de despedida. La campaña política en un Estado donde mandan los republicanos y la mayor parte de la población es latina está por terminar. Es la más importante de la historia de Texas, según repite O'Rourke. Puede dar vuelta la página del tiempo, como dice él en sus discursos, o puede herir de muerte las aspiraciones de un político que es dueño de una fortaleza envidiable y, muy temprano, parece haberse encontrado con su techo.

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