
Poderoso, influyente, inteligente, soberbio, intocable, todos los adjetivos que durante tres décadas estuvieron adosados a la figura de Robert "Bob" Menéndez se derrumbaron de repente. La denuncia por tráfico de influencias contra el senador cubano-americano golpeó como nunca al demócrata de Nueva Jersey y generó un impacto fenomenal.
Canciller de facto, con un peso inigualable en temas claves de la polÃtica exterior y alto predicamento en los cÃrculos latinos del exilio cubano y venezolano, Menéndez recibió más muestras de solidaridad de los senadores republicanos que de los hispanos del Partido Demócrata.
Consagrado en pocos años como anticastrista militante y miembro del establishment partidario, Menéndez atraviesa a los 69 años un momento crucial. Para algunos indemne a las tempestades de la polÃtica y para otros impune gracias a sus vÃnculos, el demócrata que presidió hasta la semana pasada el Comité de Relaciones Exteriores del Senado se enfrenta a un terreno desconocido y no son pocos los que piensan que su carrera polÃtica se termina. Tal vez haya sido la forma, un pago en lingotes de oro por servicios prestados al gobierno egipicio, o tal vez haya sido el tiempo en el que sucede, cuando Joe Biden busca la reelección en una lucha que se perfila mano a mano con Donald Trump.
El sinfÃn de procesos judiciales que enfrenta el ex presidente en medio de su intento por volver a la Casa Blanca lleva a que una parte de los demócratas consideren el caso Menendez como una prueba de fuego de la que no pueden desligarse. Afirman que está en juego la igualdad ante la ley y la defensa del Estado de Derecho. Pero además, la caÃda de Menendez insinúa el fin de una generación de polÃticos que escalaron a lo más alto con la denuncia de regÃmenes autoritarios en América Latina.
La nueva camada de funcionarios hispanos que acompaña a Biden en su campaña de reelección contrasta con ellos por dos razones elocuentes: son jóvenes y están enfocados en el voto latino de nuevas generaciones de migrantes, no siempre motivadas por razones polÃticas. La presencia del representante de Florida, Maxwell Frost, la semana pasada junto a Biden muestra la necesidad de los estrategas demócratas de buscar otras caras para protagonizar el recambio demócrata de cara a una elección crucial.
Según Dustin Racioppi, el editor de PolÃtico en Nueva Jersey, Menéndez era un polÃtico extraordinariamente poderoso, uno con estatus papal en Nueva Jersey: caminar con resentimiento, atacar a sus oponentes, nunca retroceder. Hoy sin embargo, desde el gobernador del estado demócrata Phil Murphy hasta gran parte de la dirigencia toman distancia y le ofrecen el retiro. Tanto él como su colega y amigo, el senador de Virginia Tim Kane están a la orilla del final. En representación del establishment partidario, Kane fue el candidato a vicepresidente de Hillary Clinton en 2016.
Para el politólogo Michael McCarthy, el juicio que enfrenta Menéndez empieza ya con la corte de la opinión pública. Profesor adjunto en la Escuela Elliot de Asuntos Internacionales de la Universidad George Washington y CEO de Caras Wire, McCarthy es un agudo observador de la polÃtica latina. Aunque no es la primera vez que Menéndez está acusado por corrupción, en esta oportunidad todo parece distinto. Iniciada en 2015, la causa anterior por sobornos que enfrentó el Senado se cerró en 2017 sin mayores consecuencias.
Menéndez argumentó en su defensa que enfrenta una campaña de sectores que no toleran el rol que juega en la polÃtica estadounidense un latino como él. "Quienes están detrás de esta campaña simplemente no pueden aceptar que un latinoamericano de primera generación de orÃgenes humildes pueda llegar a ser senador de los Estados Unidos y servir con honor y distinción", dijo.
Sin embargo, lo que distinguió a Menendez de otros hispanos que actúan en polÃtica fue siempre su altÃsimo predicamento en los cÃrculos de poder y su capacidad inigualable de conseguir apoyo de donantes para las campañas demócratas. Se distiguia por su habilidad para recaudar fondos y sus conexiones con el mundo empresario, justo lo que ahora lo envuelve en una situación de lo más incómoda.
"Fue un factor crucial en el tema latino en las últimas décadas, con fuerte incidencia en el debate migratorio. La causa latina pierde un aliado de peso", afirma McCarthy. Tal como contó LPO, Menéndez habÃa tenido un contrapunto con Biden hace algunos meses, cuando consideró que su propuesta de reforma migratoria habÃa sido ignorada por la Casa Blanca.
Los conocedores del debate latino sostienen que, si Menendez no logra superar la prueba que ahora enfrenta, será irremplazable. Desde que Biden asumió la presidencia, el senador de Nueva Jersey mantuvo e incrementó incluso su histórica influencia. Sus crÃticas a la administración Biden fueron habituales, aunque siempre parte de un posicionamiento orgánico. "El era el policÃa malo en temas relacionados con Cuba y Venezuela", dice un demócrata que conoce la dinámica partidaria.
Menendez fue siempre una figura de peso transversal en polÃtica exterior y cosechó relaciones de lo más estrechas con el Partido Republicano. Lo contó LPO: junto con el halcón republicano Elliott Abrams fue uno de las voces que en los últimos meses lideró la presión cruzada para que Biden endureciera las sanciones a Venezuela. CaÃdo en desgracia, el senador de Florida Marco Rubio fue uno de los que salió a defenderlo en esta oportunidad. Los nexos entre los polÃticos influyentes en temas de migración trasciendan las barreras tradicionales entre demócratas y republicanos. De todas maneras, Menéndez necesito este jueves hablar ante los senadores de su partido para encontrar mayor respaldo ante el juicio que enfrenta en Manhattan.
Menéndez estuvo por ejemplo entre los demócratas de mayor poder que apoyó la candidatura del trumpista Mauricio Claver-Carone para la presidencia del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), una decisión que rompió con la tradición de 60 años que le otorgaba a América Latina ese sillón.
Menendez tenÃa un portafolio global y su caÃda abre un vacÃo difÃcil de llenar para el poder demócrata. No hay nadie a la vista en condiciones de reemplazarlo. Ni con un poder comparable ni con su ambición ni con sus contactos.
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