Yanira Merino es la primera mujer inmigrante indocumentada en liderar el Consejo Laboral para el Avance de América Latina (LCLAA). Fue elegida presidenta en 2018 después de un largo camino como líder laboral y defensora de los derechos de los inmigrantes. Emigró de El Salvador a Los Ángeles, California, en la década del noventa. Su trabajo en una fábrica de camarones la llevó a organizarse junto con sus compañeros al ver las injusticias y las condiciones que atravesaban todos los días.
Desde entonces, colaboró siempre en campañas de reforma migratoria y suele liderar trabajos solidarios relacionados con América Central. En diálogo exclusivo con LPO, Yanina habla de los desafíos sindicales, el contexto electoral y las necesidades de la población latina en el mundo laboral.
Tu historia representa la de muchos latinos en Estados Unidos ¿Cómo fue tu llegada al país?
La primera vez que entro fue a los 14 años. Mi madre toma la decisión de emigrar por la situación política en El Salvador. Ella contrata un coyote pero nos detienen pasando la frontera a mi hermano y a mí, y nos regresan. Mi madre, que sí logró entrar junto con mi hermano menor, tardó tres años para juntar la plata y pagarle otra vez al coyote para que intentara entrarnos por segunda vez. Así regreso a los 17 y logro entrar indocumentada. Al tiempo me caso y entro en el proceso de obtener mis papeles. Me llevó tres años obtener mi residencia legal permanente porque costaba mucha plata y en mi familia no teníamos dinero. Mi historia es la misma historia de muchos de nosotros. Así es cómo llegué acá, me puse a trabajar y a estudiar.
"En un tiempo no había voz, pero ahora la mayoría de los que protestan son latinos"
Tu militancia social comienza de joven en El Salvador ¿Eso fue importante en tu acercamiento al sindicalismo?
Si. La primera vez que me deportan vuelvo a El Salvador y me hago activista en la escuela. Ahí empiezo el trabajo social. Luego vengo a Estados Unidos y comienzo a trabajar en una procesadora de camarones en Los Ángeles donde las condiciones eran bastante malas. La mayoría éramos mujeres y latinas. En ese momento tenía casi 30 años y acababa de ser madre. Un día uno de los jefes dijo algo que me pareció totalmente deshumanizante para nosotros. Fui a hablar con los compañeros porque no podía ser que nos traten así. Les pregunté si nunca habían hablado de un sindicato y me dijeron que no. Yo ya era bien activa con la comunidad salvadoreña, había conocido a varias personas que trabajaban con sindicatos. Éramos 120 pero la ley decía que con 25 ya podíamos organizarnos. En ese entonces muchos tenían miedo porque lo relacionaban a lo político y al comunismo. Para mí fue una escuela porque yo no creía que en Estados Unidos iba a ser tan difícil. Nunca creí que en un país del primer mundo iba a ser tan difícil, que nos iban a reprimir tanto nuestros derechos entonces.
¿Cómo te transformó esa experiencia?
Fue un gran aprendizaje. Esa experiencia me abrió mucho los ojos, me fui involucrando cada vez más. Me metí más por la falta de respeto, de dignidad hacia los trabajadores. Yo lo sufría por ser mujer, madre y por tener acento. Conocí a la LCLAA en el 98 y con ellos la organización del movimiento laboral estadounidense.
La historia es larga, me fuí dedicando cada vez más al movimiento laboral. Me hice miembro del LCLAA hasta que me hacen la invitación de ser parte de la Mesa Nacional y años después en 2018 se me da la oportunidad de correr para presidenta.
¿Qué cambios se necesitan hoy para avanzar?
Tengo dos puntos. El primero tiene que ver con que nunca creí que todo esto iba a pasar, pero a veces se siente como que no hemos avanzado lo que tenemos que avanzar. En el movimiento estadounidense hay muchos cambios que tienen que suceder para organizar a nuestra comunidad inmigrante, a las mujeres, a la gente de color. De casi los 30 años que lleva este movimiento hoy pienso que el trabajo más importante es con los jóvenes. La lucha no termina porque los retos todavía son monumentales. Los inmigrantes siguen llegando. Hay que poner el foco en el por qué y el cómo estamos llegando a este país. No sólo el trabajo tiene que estar dirigido a la fuerza de trabajadora inmigrante o latina sino en general. Mientras los trabajadores tengan la capacidad de ser fácilmente explotados por su estatus, por tener un idioma en segundo plano o por su género el sistema laboral estadounidense se verá afectado, entonces tenemos que negociar mejores contratos en general.
En el mundo laboral estadounidense históricamente se firmaron contratos por años ¿En un contexto de inflación es necesario tener paritarias?
Esto está empezando a pasar en Estados Unidos. Acá lo mínimo es un contrato de un año, pero generalmente se firman de tres a cinco años. Sumado por ejemplo que las mujeres siempre estamos en los sectores que pagan menos. Entonces, sí, en este contexto se empiezan a mirar los contratos con la inflación tanto en el sector privado como en el público.
¿Es alto el porcentaje de la población sindicalizada?
Hoy es cerca del 12% y eso es bajo. El nivel más alto que se logró en Estados Unidos fue del 32% en 40´s, cuando hubo un activismo muy importante del sindicalismo. Muchos de ellos acusados de ser comunistas o anarquistas que vinieron de otras partes. Desde mi punto de vista, siempre se atacó para debilitar el movimiento, porque históricamente se consiguieron beneficios, pero también han habido errores dentro del sindicalismo.
¿Por ejemplo?
No organizar a las mujeres, no organizar a la gente de color. Eso ha sido cuando dejaron de organizarse. El sindicalismo de Estados Unidos ha reflejado siempre a los hombres blancos. Lo más fuerte han sido los ataques para debilitar el movimiento y con eso el debilitamiento de las leyes que protegen a los trabajadores.
"En Estados Unidos, hay un nuevo movimiento sindical liderado por latinos y afroamericanos"
¿Cómo es el trabajo de la organización?
LCLAA nos permite hablar sobre distintos temas. La organización es importante porque, aunque el sindicalismo esté debilitado, sigue siendo una de las voces más fuertes dentro de Estados Unidos en el aspecto social, económico y cultural. Tener una voz fuerte como latinos en esto nos permite tener presencia como organización y llegar a las personas.
¿Cómo llegan a ustedes los trabajadores latinos con tantas realidades distintas y situaciones tan diversas a sindicalizarse?
La mayoría de nuestros miembros ya son miembros del sindicato. Esto para nosotros ha sido principalmente cerrar la brecha que existe entre los que tenemos un contrato y los que no lo tienen. En cualquier parte del mundo un trabajador con un contrato colectivo de trabajo tiene más posibilidades que uno que lo tiene.
Desde tu oficina se ve la Casa Blanca, ¿tienen contacto o sólo son vecinos?
Tenemos una llamada por mes totalmente en español. Ellos hablan con los líderes latinos. Vamos siempre a dar nuestra opinión porque somos parte del movimiento laboral. Además hay muchos latinos trabajando en la Casa Blanca. Hoy se mandan las comunicaciones en inglés y en español. Se está trabajando mucho pero aún queda un largo camino por recorrer.
Estados Unidos está una vez más en un contexto de elecciones presidenciales ¿Por qué es importante que las personas con posibilidad de votar lo hagan?
¨Somos el gigante dormido, nos dicen¨. Sería lindo que sólo nos tocara despertar a ese gigante. Pero a ese gigante no solo hay que despertarlo, hay que prepararlo para que entienda dónde va a caminar. Para que haga valer sus derechos. Hay que invertir para que los votantes latinos que tienen la posibilidad de hacerlo se registren y participen.
Hay un montón de latinos en situación de poder votar, pero no todos van y votan. Se está hablando mucho de las leyes de voto acá en Estados Unidos. La ley hay que hacerla valer. Yo creo que esta administración está trabajando bastante para mejorar las posibilidades de la gente trabajadora. Ha promovido leyes pero queda mucho trabajo por hacer. En este contexto, una continuidad en las políticas sociales podría ser positiva aunque la organización no es partidaria. Tenemos que trabajar y organizarnos para hacerlas efectivas para que funcione para nosotros. El voto latino necesita inversión para que realmente podamos tener el impacto que todo el mundo cree.
¿Cuál es el trabajo pendiente pensando en el futuro?
Hay que trabajar con la comunidad, no podemos estar ausentes. La pandemia ayudó mucho en eso. El debilitamiento del movimiento laboral venía mucho antes pero ese particular contexto que atravesamos sólo lo expuso. Desde todos los puntos de vista, no solo desde lo social, sino también desde lo económico. Quedó claro que el trabajo es una parte esencial de la dignidad de una persona. Tenemos que consolidar nuestro poder para influenciar en las políticas. Entre más tengamos más fuerte es nuestra voz. Yo siempre digo una cosa: "Los inmigrantes vienen y sobreviven. Van a seguir encontrando trabajo, aunque sean explotados". El movimiento laboral estadounidense entonces no se puede dar el lujo de que eso suceda, porque es un problema para todos, tiene que organizar a los trabajadores.
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