El Estado del Sol está en llamas. Se abrió una interna inesperada entre los republicanos que los demócratas buscan aprovechar al máximo. El presidente del Partido Republicano de Florida, el trumpista Christian Ziegler, fue acusado por una presunta agresión sexual. 

Días atrás se conoció que la investigación en contra de Ziegler está en marcha. Tras esa noticia bomba, el gobernador Ron DeSantis planteó que la renuncia del Presidente de los GOP de Florida era el camino más apropiado. Ahora redobló la apuesta: opinó que es insostenible la permanencia de Ziegler en su cargo. 

Con un tono apenas más suave, el senador republicano de Florida Rick Scott dijo que no ve "cómo Christian puede seguir actuando con éxito como presidente mientras esta nube se cierne sobre él". El político floridiano más importante, sin embargo, por ahora se mantuvo en silencio. Donald Trump no se pronunció sobre el escándalo que afecta a uno de sus fieles.

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La denuncia derivó en un debate sobre la presunta doble moral de los políticos, especialmente la de los conservadores en temas morales. Porque Ziegler está casado con la cofundadora de Mom's for Liberty y miembro de la Junta Escolar del Condado de Sarasota, Bridget Ziegler. El grupo Mom´s for Liberty tiene conexiones directas con Casey DeSantis, la esposa del gobernador. El colectivo promueve campañas para "proteger las libertades de las familias". En concreto, se opone a la educación sexual en las escuelas y libre una batalla cultural contra la agenda LGBTQ.

No me malinterpreten, lo que ellos hagan en su dormitorio es un asunto de ellos. Pero Christian está siendo acusado de un crimen grave; y Bridget construyó un movimiento nacional en contra de la comunidad LGBTQ 

Rick Scott, senador republicano

AP

"Nos ha conmocionado mucho leer las graves acusaciones penales contra Christian Ziegler", dijeron las cofundadoras de Moms for Liberty, Tina Descovich y Tiffany Justice. Pero el dato más impactante del caso se refiere a la vida privada de Bridget y Christian Ziegler. Una orden de registro del contenido del teléfono de Christian Ziegler reveló que la pareja tuvo encuentros sexuales consentidos y por separado con la mujer que ahora acusa a Christian Ziegler de haberla violarla en un departamento de Sarasota.

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"Los Ziegler son hipócritas. Por años buscaron prohibir libros y la conversación sobre género y sexualidad", planteó la Presidenta del Partido Demócrata, Nikki Fried, en una charla con este medio. "No me malinterpreten, lo que ellos hagan en su dormitorio es un asunto de ellos. Pero Christian está siendo acusado de un crimen grave; y Bridget construyó un movimiento nacional en contra de la comunidad LGBTQ. Durante años, los Ziegler han promovido una política de pureza que ni siquiera ellos pueden sostener o estar a la altura mínimamente de lo que proclaman. Entonces sólo queda una salida: que renuncie ya", concluyó.

Tenemos un país que salvar y no voy a permitir que las falsas acusaciones de un delito pongan esa misión en el banquillo 

En la conversación de Fried ante LPO y otros medios, también participó el demócrata Jordan Letcher, ex oficial de policía y activista LGBTQ. "La difusión del odio de ambos Ziegler hace que los niños sientan que su propia comunidad, sus propios líderes, no creen que sean iguales", afirmó Letcher, padre de un chico de siete años junto a su esposo. "Guiado por los Ziegler, Florida ha cometido un experimento social: crear niños menos educados y menos empáticos con la esperanza de que se conviertan en el futuro votante conservador", analizó.

El abogado que representa a Ziegler dijo que confía en que el presidente del GOP será "completamente exonerado". Y el propio acusado se resistió a ser corrido en una carta al Partido Republicano de Florida. Ziegler no se defendió sobre la acusación, pero sugirió que había una conspiración en su contra. "Tenemos un país que salvar y no voy a permitir que las falsas acusaciones de un delito pongan esa misión en el banquillo", escribió. La presión interna para que abandone el cargo, sin embargo, se encuentra en alza. Trump podría tener la última palabra sobre su suerte.