
El Presidente es subestimado y su imagen no mejoró ni siquiera tras la victoria de noviembre. Pero sigue siendo el jefe y un hilo común lo une con Obama y Trump. |
La mañana después de que el Presidente Biden dió su tercer discurso de la nación, Ronald Klain, el entonces jefe de gabinete del Presidente, hizo una observación que mide los ánimos y demuestra y deja en evidencia la paradoja que está al centro de la opinión pública acerca de la administración del Presidente. En la última parte de una entrevista con el programa Morning Joe, de la cadena MSNBC, Klain dijo: "La gente ha estado subestimando a Joe Biden, y a su equipo, por mucho tiempo".
En relación a lo que ocurrió en las elecciones del medio término, Klain, quien habÃa anunciado su salida del cargo antes de dar la entrevista, tenÃa razón. Pocos analistas pronosticaron que el partido del presidente iba a mantener la mayorÃa en el senado o perder la mayorÃa en la cámara baja por un margen tan estrecho (9 diputados), en las elecciones del pasado noviembre.
Si bien es cierto que el triunfo electoral de Biden sorprendió a muchos, dándole la oportunidad de aprovechar ese logro con una actitud de confianza bien expresada en su discurso de la nación, también hay que decir que las crÃticas no han cesado. No nos referimos a las crÃticas incesantes e inoportunas de los miembros del Partido Republicano, sino a los muchos miembros del Partido Demócrata que, según algunas encuestas imparciales, prefieren a un una persona diferente a Biden para las presidenciales de 2024. Para Klain, el resurgimiento de crÃticas internas probablemente explica por qué, a tan sólo tres meses de la victoria, la molestia e incomodidad de sentirse subvalorado persiste.
Por su parte, el mismo Presidente está dando la impresión de no estar preocupado. Como respuesta al hecho de que la victoria de noviembre no le produjo una recuperación de los niveles de popularidad y respondiendo al hecho de que muchos demócratas quieren otro candidato para 2024, el Presidente puso en duda la opinión pública como tal y le dijo a un grupo de periodistas, antes de afirmar que él se siente optimista sobre sus posibilidades de éxito en 2024: "¿Existen encuestas precisas hoy en dÃa?¨ preguntó Biden.
Tal vez la provocadora pregunta retórica de Biden no se referÃa a errores muestrales o cuestionarios sesgados, sino a una paradoja asociada al momento polÃtico marcado por alta polarización, fuerte rechazo a la clase polÃtica y polÃticas de gobernabilidad de poco alcance.
Estas nuevas condiciones, ya visibles desde la presidencia de Barack Obama, -un candidato presidencial o presidente que logra triunfos electorales, pero tiene al mismo tiempo dificultades para sostener niveles de aprobación por encima de 50%-, es un fenómeno recurrente. Comparado con los once presidentes que gobernaron antes de él, Obama tuvo un nivel de aprobación de 48%, el cuarto más bajo desde 1945. Obama ganó su reelección en el 2012 pero perdió en las dos elecciones de medio-término que ocurrieron durante su mandato.
Trump, quién en 2016 ganó la presidencia después de que casi todos los modelos pronosticaron que iba a perder, tuvo un nivel de aprobación de 41%, como promedio, durante su mandato, 4 puntos más bajo que cualquier otro presidente desde 1945. No obstante, es importante notar que desde el año en que comenzó a gobernar, su nivel de aprobación incrementó cada año, empezando en 38% y terminando en 43%.
Evidentemente, Trump falló en el intento de reelegirse, pero no hay que subestimar el grado de apoyo personalista que tiene. Su partido perdió el voto popular en las elecciones de medio término del 2018 por un margen de 9 puntos, y luego él, como candidato, perdió el voto popular en las presidenciales por un margen de 4 puntos.
En su elección de medio término, Biden superó las expectativas en cuanto a los congresistas y senadores demócratas elegidos, pero su partido perdió el voto popular por tres puntos. Sorpresivamente, el partido republicano recibió 51% del voto popular.
Lo que muestra este análisis sobre la popularidad de estos tres presidentes y los resultados electorales es que, a pesar de sus diferencias, hay un hilo común. El público está infravalorando a los polÃticos cuando están gobernando, probablemente porque, entre otras razones, el estancamiento en el Congreso genera la sensación de dos partidos metidos en una pelea polÃtica por el poder y no luchando por el paÃs. Pero, los electores no están dejando de votar a favor de los dos partidos tradicionales, basado en una evaluación de la organización que mejor representa sus intereses.
En este sentido, tanto Klain como Biden tenÃan razón. Muchos están subestimando al presidente y la falta de apoyo significativo a favor de Biden no deberÃa ser interpretado como una señal de que a su partido le va a ir mal en la próxima elección. El análisis de Biden es que los votantes no están dispuestos a castigar al Partido Demócrata por tener un lÃder con bajos niveles de popularidad. Es decir, un lÃder que forma parte de la clase polÃtica tradicional y que tiene bajos niveles de aprobación es todavÃa el jefe de un partido y puede, de ser necesario, movilizar una mayorÃa electoral.
La clave de la paradoja del gobierno de Biden es que, incluso si una gran parte del partido demócrata sigue subestimándolo a él, es poco probable que los escépticos puedan impulsar un candidato alternativo y menos probable aún que estas personas vayan a cambiar su bandera polÃtica y votar por un candidato republicano.
Please do not cut or paste our notes on the web, you have the possibility to redistribute them using our tools.