
Cómo fue que Biden sobrevivió al tsunami rojo que se anunciaba. Un Trump enceguecido con su relato del pasado se desentendió el presente. La irrupción DeSantis y la disputa por el poder entre los republicanos. |
Las elecciones de medio término serán recordadas por mucho tiempo, curiosamente porque algo que iba a pasar no pasó. En efecto, en los dÃas previos de la elección, se respiraba un aire de extrema tensión. La economÃa, con Ãndices de inflación desconocidos por décadas; el presidente, con una baja popularidad. Los republicanos, envalentonados con este panorama, imaginaban una "ola roja", un tsunami de votos que arrasarÃa como un castigo bÃblico con ambas cámaras del Congreso, gobernaciones, alcaldÃas y otros altos cargos públicos en juego. Acicateando a los votantes más con ánimo de venganza que de revancha, Donald Trump impulsaba candidatos con posturas extremas, en particular election deniers (negadores de los resultados de las elecciones de 2020). Los demócratas eran muy conscientes que la preocupación por la inflación los llevaba inexorablemente a un matadero electoral. En su visión, pendÃa ominosa la sensación de que habÃa algo más en juego: la democracia y derechos como el aborto, que la Corte Suprema de Justicia habÃa puesto en tela de juicio con su decisión en el verano boreal.
Con el correr de las horas después del cierre de urnas, un panorama inesperado comenzó a emerger, un nuevo escenario polÃtico: el temido tsunami rojo no se habÃa producido. Y no sólo era una percepción demócrata que se extendÃa con la sensación de alivio del que acaba -milagrosamente- de haber escapado de la masacre electoral pronosticada; sino que los republicanos, con incredulidad, igualmente comenzaban a comprender que habÃan desaprovechado una alineación de estrellas única, y que no habÃan culminado la faena.
¿Cómo pudo pasar lo que pasó, o mejor dicho, porqué no pasó lo que todos estaban seguros que iba a pasar? La hipótesis más extendida apuntó a un nombre: Donald Trump, el foco inevitable de esta elección. En efecto, habÃa sido el expresidente, con su empuje arrollador, que básicamente habÃa logrado imponer muchos de los candidatos republicanos (casi todos election deniers), muy alejados del centro del electorado. Uno de sus candidatos llegó a la extravagancia de decir que si el ganaba en ese estado nunca más ganarÃa un demócrata. Al fin y al cabo, se votan candidatos, y es más difÃcil ganar una elección con una camada consistente de malos candidatos. Y el expresidente, enfocado ciegamente en su relato personal, desacreditado múltiples veces por la justicia, de que en realidad él habÃa ganado las elecciones de 2020, puso el foco en el pasado cuando son los serios problemas de hoy -por ejemplo, el estado de la economÃa- los que en realidad preocupan al electorado. Del lado de los demócratas -e incluso, de bastantes republicanos, sobre todo mujeres y jóvenes- la preocupación por la democracia que parecÃa deslizarse irremediablemente hacia el ocaso y, muy importante, el tema del aborto galvanizó a muchos votantes.
Más allá del momento polÃtico, de las sensaciones que ha dejado, todavÃa se siguen contando votos, en el new normal electoral que se instaló para quedarse con las elecciones presidenciales de 2020. En efecto, en buena parte por el enorme volumen de voto anticipado -por correo o en persona, pero previo al dÃa oficial de votación-, en muchas jurisdicciones el proceso dista de haber finalizado. En aquellos casos en que hay una gran distancia entre los candidatos, y quedan pocos votos que contar, hay consenso generalizado sobre quién ha ganado. Sin embargo, muchas elecciones han sido muy cerradas, con ventajas mÃnimas, y el número de votos sin contar no permite matemáticamente anticipar el resultado.
Midterms, segundo round Biden-Trump
Hay un cierto consenso en que es muy probable que, finalmente, los republicanos logren controlar la Cámara de Representantes, pero ciertamente sin la paliza electoral histórica que creyeron tener al alcance de sus manos. Hay todavÃa una batalla importantÃsima sin definición: la del Senado, donde la paridad es tan alta que todo se decidirá con el resultado pendiente de tres bancas: Nevada, Arizona y Georgia. La de Georgia nos hará esperar hasta el ballotage de diciembre. Y pase lo que pase, vale la pena aquà detenerse un momento en Georgia, que se ha transformado en un sÃmbolo del irreversible cambio demográfico, social y polÃtico de Estados Unidos: en este tradicional estado sureño, otrora baluarte inexpugnable republicano, serán dos candidatos afroamericanos quienes irán al desempate final.
Más allá de la virtual victoria moral demócrata o la real victoria pÃrrica republicana, el hecho es que, cuando se asiente el polvo, de confirmarse la toma de control republicano de la Cámara de Representantes (ni hablar si, además, también logran conquistar el Senado, ad limine), serÃan estos cambios institucionales que pueden producir un sinnúmero de efectos polÃticos en los dos próximos años.
Los rumores en Washington van desde una investigación a Hunter Biden por tráfico de influencias, pasando por la posible restricción del apoyo a Ucrania, hasta incluso un eventual impeachment al Presidente. Además, trabarÃan todos los mecanismos de designación de altos cargos, en la justicia, la diplomacia, y largo etcétera (por ejemplo, hay más de 30 embajadores pendientes de aprobación por el Senado).
Lo fundamental que hay que comprender es que antes, cuando un presidente perdÃa control de una Cámara o del Congreso, eso le subÃa el costo de negociación para aprobar las leyes de su agenda polÃtica o incluso se le hacÃa imposible. Hoy, sin embargo, la pérdida de apoyo en el Congreso va mucho más allá, porque esa Cámara o Congreso perdido se puede transformar en un antagonista encarnizado de primera magnitud.
También hay mucho consenso en algo central: la campaña para las elecciones presidenciales de 2024 acaba de comenzar. En realidad, bien mirado, debido a todo lo que pasó, en especial, el gravÃsimo intento de copamiento al Congreso del 6 de enero de 2021, la campaña presidencial de 2020 nunca terminó. Y, además, acaban de comenzar las primarias, al menos en el partido republicano. Del sur ha emergido un grave problema para el proyecto histórico que intenta Trump, el inédito regreso de un ex presidente, y fuerte esperanza de renovación del mensaje conservador: Ron DeSantis, el gobernador de Florida que arrasó en su reelección.
Los lÃderes del partido republicano, preocupados por la centralidad de Trump que corrÃa el eje obvio en una elección donde lo natural era que los votantes castigaran sin piedad al gobierno de Biden, le pidieron que frenara el anuncio de su candidatura presidencial 2024. El expresidente, ante lo que parecÃa una victoria masiva cantada de los republicanos dÃas antes, no pudo contenerse y exclamó que "casi, casi, seguro" anunciarÃa su candidatura.
El pueblo fue convocado y ha producido su veredicto. Con esa nueva argamasa, se comienza a edificar el futuro de los Estados Unidos, y en parte, del mundo.
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