Joe Biden se juega una carta que, a priori, ya parece ser perdedora. En un intento desesperado por aplacar las presiones inflacionarias, el presidente le pidió al Congreso que avance con la suspensión de los impuestos federales a los combustibles y el gas por tres meses. La iniciativa, que estaba en estudio hace un buen tiempo, es otro intento por mostrarse delante de los problemas cuando todas las encuestas muestran al Partido Demócrata como un claro perdedor en noviembre.
"Al suspender el impuesto federal a la gasolina de 18 centavos durante los próximos 90 dÃas, podemos reducir el precio de la gasolina y brindarles a las familias un poco de alivio", dijo Biden en un discurso desde la Casa Blanca. Y añadió: "Entiendo completamente que una exención del impuesto a la gasolina por sà sola no solucionará el problema, pero brindará a las familias un alivio inmediato, solo un poco de espacio para respirar mientras continuamos trabajando para reducir los precios a largo plazo".
La iniciativa demócrata comienza con algunos interrogantes. Primero, no está claro el apoyo de los mismos aliados de Biden. Nancy Pelosi fue quien desnudó esa inquietud cuando advirtió en un comunicado que "veremos dónde se encuentra el consenso sobre el camino a seguir para la propuesta del presidente en la Cámara y el Senado".
Lejos de su alineamiento a ultranza, la presidenta de la Cámara puso reparos ya que hay muchos congresistas que creen que la medida no ayudará en casi nada a aliviar los bolsillos de los estadounidenses. Se sabe de antemano que los republicanos se oponen ampliamente a levantar el impuesto, con lo cual su aprobación es aún más compleja.
"Es un tax holiday que significa más déficit fiscal. Al mismo tiempo, las petroleras le están pidiendo que las dejen explorar más y ganar más plata, cosa que para ciertos sectores es mala palabra. Pero con las reservas estratégicas en baja que tiene EEUU tarde o temprano van a tener que reponerlas. O sea, comprar petróleo para reponerlas. Es emparchar para solucionar un problema que se resolvÃa dejando a las empresas explorar más. Y era algo que sucedÃa hace 2 años, tanto con Obama como con Trump", explicó a LPO Sebastián Maril, CEO de Latam Advisors.
El ejecutivo de esta firma de asesorÃa a empresas y bancos agrega que la administración Biden "está haciendo todo mal en términos energéticos". "Está usando las reservas estratégicas que están llegando a niveles crÃticos, Biden viaja en julio a Arabia Saudita para que le abran la canilla, habla con Maduro para que liberen más petróleo; y ahora sale con este impuesto. Pero la realidad es que el paÃs tiene capacidad para autoabastecerse", afirmó Maril.
El impuesto federal sobre la gasolina es de alrededor de 18 centavos por galón, mientras que el impuesto federal sobre el diesel es de 24 centavos por galón. Incluso si los ahorros por el aumento de esos impuestos se traspasaran directamente a los consumidores, lo cual no está garantizado, los ahorros por una recarga solo podrÃan ser de unos pocos dólares.
Pero Biden busca el efecto simbólico que lo excomulgue justo cuando comienza la temporada alta de circulación vehicular por el verano. Maril dice que incluso bajar el impuesto cuando lo que aumenta es la demanda y no la oferta, hará que el precio se mantenga igualmente alto.
"El precio sube todos los dÃas acá en el paÃs, y si bajás el precio la gente conducirá más y eso hará que suba el precio del combustible. Si la oferta no es suficientemente alta para mantener el precio del petróleo en 2 dólares el galón y no en 7 dólares como hay en algunas partes del paÃs, vamos a estar en un gran problema", sostuvo.
En la misma lÃnea se manifestó Jason Furman, un alto funcionario económico de la administración de Obama, en su cuenta de Twitter. "Independientemente de lo que pensara sobre los méritos de una exención del impuesto a la gasolina en febrero, es una idea peor ahora", escribió.
"Las refinerÃas están aún más restringidas ahora, por lo que la oferta es casi completamente inelástica. La industria se embolsarÃa la mayor parte de la reducción de 18,4 centavos, y tal vez unos pocos centavos se transferirÃan a los consumidores", aseguró.
Está claro que la intencionalidad de Biden es netamente polÃtica. Con los precios en USD 5 el galón en promedio en el paÃs y sin resolución a la vista del conflicto en Ucrania que disparó el precio internacional del petróleo, el poder de fuego de la Casa Blanca es menor.
Lo sabe el presidente como su equipo de asesores. Quizás, como especulan los especialistas, la única manera de entender el pedido al Congreso tenga que ver con una lectura electoral que le es -al menos según todas las encuestas de opinión- desfavorable para los demócratas.
El siempre lúcido Ian Bremmer de Eurasia Group lo resumió asà en su último newsletter: "El presidente Biden puede anunciar una exención del impuesto a la gasolina, elevar los aranceles a China o promulgar nuevos subsidios a la energÃa verde para hacer la vida un poco más barata para el estadounidense promedio, pero ninguna de estas medidas lo salvará a él y a los demócratas de una derrota segura en noviembre".
Bremmer dice que en realidad el mayor peligro es que esta fuerte aversión pública a la inflación presione a la Reserva Federal para inducir una recesión con el fin de reducir las expectativas inflacionarias, como ahora esperan los economistas, y dejar al gobierno con poca capacidad fiscal para compensarla.
"Dada la creencia generalizada de que la inflación actual fue impulsada por el exceso de gasto, es poco probable que el Congreso pueda encontrar un consenso polÃticamente aceptable sobre cualquier polÃtica de alivio significativa, poniendo a la economÃa estadounidense en riesgo de una estanflación prolongada", advirtió.
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