Benjamín Haro dice que, para él, que recién cumplió 35 años, y para casi todos sus conocidos de aproximadamente la misma edad, el sueño americano nunca ha existido o ha sido tan evasivo que jamás lo ha visto a su alcance.
"Este año he visto un par de veces la posibilidad de dar enganche para finalmente empezar a comprar una vivienda, pero todo lo disponible está fuera de mi alcance; mi auto, obviamente es usado, algo viejo, y esto que tengo un horario de trabajo completo, con un salario pasable", dijo sin especificar cuánto gana.
Haro platicó que un vendedor de bienes raíces le diagnosticó en unas cuantas palabras su situación: "Llegaste unas generaciones tarde como para poder comprar tu casa propia".
Los padres de Haro, inmigrantes latinoamericanos, se casaron en la década de los años ochenta, y, aunque ninguno de los dos tuvo oportunidad de terminar una carrera profesional, consiguieron empleos que les permitieron comprar en pagos su vivienda y criar a Benjamín y a su hermana.
Un informe oficial alertó por las barreras que sufren los latinos para acceder a una vivienda en Nueva YorkAún era posible aspirar al sueño americano, que surgió en la post guerra, luego de la Segunda Guerra Mundial, como una promesa implícita de que, si una persona, sobre todo inmigrante, se esforzaba lo suficiente, podría aspirar a la riqueza o por lo menos a una vida desahogada con casa y vehículo propios y con ahorros en el banco.
En los años sesenta, por ejemplo, para argumentar pagos justos por cosechas, el sindicado campesino Unión de Trabajadores Agrícolas (UFW) argumentaba que un obrero promedio podía pagar vivienda, auto, alimentos para su familia, algo de ropa e incluso vacaciones.Pero ahora "sí hay personas que hacen buen dinero, pero son las excepciones, más que la regla, y aplica tanto a inmigrantes como a ciudadanos estadounidenses por nacimiento", explicó Haro.
La mayoría de los estadounidenses comparten esa visión. De acuerdo con un análisis de The Wall Street Journal, solamente el 36% de los estadounidenses considera que el sueño americano todavía es posible, pero son personas optimistas que piensan que se puede alcanzar, no que ya lo hayan conseguido.
Una encuesta de la consultora Apartment List determinó este mes que casi el 25% de los millennials, jóvenes que nacieron entre 1981 y 1996, considera que resulta "extremadamente caro" pagar renta, aun si trabajan en buenos empleos.
Los jóvenes siguen tendencias a "renunciar en grande" o "renunciar abiertamente" a ser propietarios de vivienda, que es el mayor gasto que enfrentan. De hecho la mayoría de ese 25% se autopercibe como "rentando por siempre".
Dan Booner, analista del Instituto de Política Pública de California, dice que es aquí, en el Estado Dorado, donde parece ser más claro el fin del sueño americano, el llamado "Sueño de California".
Separada del resto del país, la economía de California es la cuarta más grande en el mundo, superada solo por el resto de Estados Unidos en su conjunto, China en segundo lugar y Japón en el tercero. La economía californiana es mayor que la de cualquier país europeo, mayor que Canadá y que poderes económicos como el ruso.
Sin embargo solo uno de cada tres californianos -el 32%-piensa que el sueño americano todavía es posible. En contraste, de acuerdo con Booner, el 15% de los californianos, uno de cada siete, asegura que el sueño americano jamás existió; mientras que más de la mitad, el 52%, cree que ese sueño alguna vez existió o fue posible, pero ya no lo es y no regresará.
California fue históricamente la imagen misma del sueño americano, con miles de inmigrantes de todo el mundo que llegaban a las inmediaciones de San Francisco en busca de minas de oro, durante la fiebre del oro, que se desató apenas un año después de que California pasó de ser parte de México a convertirse en territorio estadunidense, en 1849.
Ahora, en cambio, dijo Booner, el 61% de los californianos piensa que alcanzar el sueño americano es todavía más difícil en California que en cualquier otro estado de Estados Unidos, debido al alto costo de la vida.
De acuerdo con el Instituto de Política Pública, los californianos de tendencia republicana son los más pesimistas. Ocho de cada diez republicanos piensa que el sueño es inalcanzable en California. En esto coinciden cerca de la mitad de los demócratas, mientras que esa opinión la comparten dos de cada tres independientes.
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