Sueño Americano
Entrevista exclusiva
Los socios del restaurante argentino-venezolano que eligió Biden se preparan para expandirse a Europa y a Dubai
El argentino Ezequiel Vázquez y el venezolano Enrique Limardo son los creadores de Seven Reasons. En diálogo con LPO, cuentan cómo consiguieron la estrella Michelin y recibieron al servicio secreto del presidente.

Cuando hace cinco años el argentino Ezequiel Vázquez-Ger visitó un restaurante latino en Baltimore, quedó tan encantado con la comida que pidió hablar con el chef, el venezolano Enrique Limardo. Esa charla disparó una historia de éxito juntos. Hoy son socios y administran cinco restaurantes en la capital de Estados Unidos, en 2022 recibieron una estrella Michelin -que acaban de revalidar- por Seven Reasons, su restaurante insignia y en este 2024 piensan salir al mundo con sus marcas. En una charla exclusiva con LPO repasan los comienzos del negocio, hablan de los desafíos juntos y recuerdan la inspección del Servicio Secreto para una visita del Presidente Joe Biden y su familia.

¿Cómo se conocieron y empezaron este negocio juntos?

Enrique Limardo: Yo hacía un tiempo que vivía en EEUU por insistencia de un tío. Al comienzo fue duro, empecé de cero varias veces, hasta que me contactaron para abrir un restaurante latino en Baltimore: Alma Cocina Latina. Ahí participé del armado con diseño, concepto y todo. Fue un trampolín para mi carrera porque durante varios años obtuve reconocimientos como mejor chef y mejor restaurante de Baltimore. A través de ese restaurante conocí a Ezequiel, que me propuso abrir un restaurante en Washington. En esa primera conversación me preguntó cuánta plata necesitaba y yo le dije 3 millones para poner un número alto. A las dos o tres semanas me llamó, nos reunimos y me dijo que no necesitaba tanta plata, que iba a dejar todo lo que estaba haciendo y que íbamos a abrir un restaurante. Fue un proceso desafiante, pero la conexión con Ezequiel marcó la diferencia y ahora enfrentamos nuevos retos que estamos aprendiendo a mitigar juntos.

Ezequiel Vázquez: Estaba cerrando un ciclo de trabajo y no sabía qué quería hacer. Cuando probé la comida de Enrique, supe que quería que su restaurante estuviera en la esquina de mi casa. Le sugerí la idea de tener un restaurante en Washington D.C. y es cierto, él me respondió que literalmente no tenía el dinero necesario. Después de una conversación en la que mencionó la necesidad de tres millones de dólares, me quedé pensando y decidí llevar esa idea a otro nivel.

¿Cuánto tiempo transcurrió desde esa charla inicial hasta la apertura del restaurante?

EV: Nos conocimos en octubre de 2017 y el restaurante abrió en abril de 2019, 18 meses. Durante ese período visité más de 100 restaurantes. Mi objetivo era comprender a fondo cómo funcionan los restaurantes y qué es lo que hace exitoso a un restaurante. Más allá de la calidad de la comida, exploré otros aspectos clave, como entender por qué algunos restaurantes estaban llenos mientras que otros no. Analicé todos los aspectos de los modelos de negocio, desde el tamaño del local hasta la cantidad de mesas y clientes en diferentes días de la semana. Recopilé información detallada sobre precios y otros factores. Con este conocimiento, buscamos un nombre, recaudamos el capital necesario y, una vez que conseguimos el lugar, firmamos el contrato. Sin embargo, al día siguiente, todos los inversores que habían confirmado su participación se retiraron, lo que nos obligó a comenzar de cero.

En la primera conversación Ezequiel me preguntó cuánta plata necesitaba y yo le dije 3 millones para poner un número alto. A las semanas me llamó y me dijo que no necesitaba tanta plata, que iba a dejar todo lo que estaba haciendo. Fue un proceso desafiante pero la conexión con Ezequiel marcó la diferencia.

¿Siendo uno venezolano y el otro argentino, en qué creen que sumó esta colaboración?

EV: Yo no lo veo como el venezolano y el argentino, creo que en todos los países latinoamericanos somos parecidos.

EL: Tenemos en común la comunicación en el mismo idioma y el aspecto cultural, al venir de la misma cultura.

EV: Quizá hubiera sido más difícil un argentino con un estadounidense, o un mexicano con un norteamericano. Entre nosotros, la conexión es muy similar. Lo que más nos ayudó es que Enrique no sabe nada de números, pero es el mejor cocinero del mundo, y el cheque a fin de mes es mejor que el mes anterior. Yo no sé absolutamente nada de cocina, pero me gusta comer. Es esa combinación: sabemos complementarnos y confiamos en lo que el otro hace.

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EL: Ese equilibrio nunca es fácil de conseguir, por eso esto es tan único. Creo que el crecimiento que hemos tenido ha sido exponencial, sobre todo por eso.

EV: Al final, tenemos el mismo objetivo. Hay chefs que lo único que quieren es llegar a lo más alto, conseguir el estrellato, que no tiene nada de malo. A veces es muy difícil financieramente sostener eso. Con Enrique, dijimos que la comida tiene que ser espectacular, y las posibilidades de seguir desarrollando e imaginando están, pero nos tienen que dar plata; esto es un negocio.

Enrique Limardo

¿Cómo ven el sueño americano en el contexto de sus experiencias?

EL: Ciertamente, es así. Tienes que saber aprovechar las oportunidades, pero también necesitas tener una base antes. No es que llegas y el sueño americano se materializa solo. 

EV: Obviamente, hay ventajas de que el sistema legal funcione. Si sabes manejarte dentro del sistema y seguir las reglas, si ofrecés un producto de calidad que la gente disfruta es muy difícil que salga mal. Además, es un mercado donde hay muchísimo dinero. Aunque la economía tenga altibajos, no estás lidiando con crisis permanentes.

EL: Sí, creo que la idea podría ser posible en otros países, pero no de manera exponencial como en este. Aquí es diferente debido a su tamaño, economía y gente.

EV: Puedes tener éxito con un restaurante y ser reconocido, mitigando riesgos. Pero cuando creces y enfrentas problemas allá se vuelve mucho más difícil.

Enrique no sabe nada de números, pero es el mejor cocinero del mundo. Yo no sé absolutamente nada de cocina, pero me gusta comer. Es esa combinación: sabemos complementarnos y confiamos en lo que el otro hace.

¿Consideraron la posibilidad de salir de Estados Unidos?

EV: Sí, este año planeamos explorar oportunidades en Madrid, Londres, Dubai y Miami. Aunque nada está confirmado, estamos evaluando la posibilidad de expandirnos a Europa.

EL: Es la única manera de entender cómo opera una compañía en un escenario de gran escala, algo que desconocemos por completo. Actualmente, todo está a 10 minutos de distancia, no a 8 horas en avión.

EV: Obviamente, en algún momento queremos vender. Pero para lograrlo, necesitamos demostrar que nuestras marcas funcionan. Creemos que el último paso que quizás nos falta es mostrar el poder de nuestras marcas para eventualmente considerar otras opciones de venta.

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¿Recuerdan el día en que les otorgaron la estrella Michelin? ¿Qué estaban haciendo y cómo recibieron la noticia?

EV: Me acuerdo muy bien de ese día. El año anterior, en 2021, estábamos convencidos de que nos la darían, pero no sucedió y fue muy duro. Todo el mundo decía que sí, pero no pasó. En 2022 teníamos más expectativas, pero realmente no sabíamos nada sobre cuándo nos evaluarían.

EL: Fue muy duro. Esa noche lloramos hasta las 5 de la mañana. En mi carrera, recibir una estrella Michelin es el mayor galardón que puedes tener en esta profesión. Después de eso, pasé unos días reflexionando y me di cuenta de que estaba equivocado. La estrella debe ser la consecuencia de hacer las cosas bien, no perseguirla directamente.

¿Qué cambiaron para conseguirla?

EV: No cambiamos nada, simplemente seguimos haciendo lo que hacíamos, siempre con la visión de mejorar. Cuando apareció, estaba en el restaurante, solo. Recuerdo que desde las 8 de la mañana estaba esperando la llamada, un mensaje, buscando y martirizado. Nunca llamaron. Salí corriendo al restaurante cuando vi el comunicado de prensa y logré comunicarme alrededor de las 2 de la tarde.

EL: Ese día decidí no ir al restaurante. Estaba acostado en casa viendo películas. El teléfono vibró varias veces, vi un mensaje que decía que nos dieron la estrella, pero no le creí. Después de unas horas, con cientos de notificaciones, finalmente entendí que sí había sucedido. Me cambié, me bañé y fui al restaurante. Fue una fiesta para todos, un logro de muchísima gente detrás para que eso sucediera.

¿Cómo cambió el negocio después de recibir la estrella Michelin?

EL: El negocio experimentó un cambio significativo en términos de prestigio y credibilidad. Se consolidaron aspectos importantes para nosotros.

EV: La estrella Michelín abre muchas puertas. Después de recibirla, la percepción de la gente cambia y podes entablar conversaciones más serias. La estrella consolida la posición del negocio.

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¿Cómo fue la visita del presidente Biden a su restaurante?

EV: Fue una sorpresa de último minuto. Estábamos preparando una celebración familiar, y hasta 30 minutos antes, no sabíamos si él vendría. A las 7:30 p.m., nos informaron que el presidente llegaría en 30 minutos. Comenzó un operativo de seguridad rápido con caravanas, detectores de metales y personal por todas partes. Fue divertidísimo.

EL: Fue una locura. Yo estaba en el otro restaurante, y Ezequiel me llamó diciéndome que fuera de inmediato. Tomé la moto, pero tuve que dejarla a varias cuadras porque no me dejaban pasar. Les tuve que decir que era el dueño y chef para que me dejaran pasar. Había agentes del servicio secreto siguiendo cada paso de los platos que el presidente iba a comer. Fue una experiencia única e irrepetible que quizás nunca más vuelva a suceder. 

Este año planeamos explorar oportunidades en Madrid, Londres, Dubai y Miami. Aunque nada está confirmado, estamos evaluando la posibilidad de expandirnos a Europa.

¿Qué influencia de Venezuela se refleja en tu comida?

EV: Hay muchas cosas, lo llamo más como un efecto latinoamericano. He viajado por casi todos los países de Latinoamérica, tratando de unificar esa diversidad en mi ADN. Eso siempre está impreso en nuestros restaurantes, independientemente del concepto. En Seven Reasons, por ejemplo, acabé de diseñar un menú con un toque latinoamericano. Busco mis raíces para ofrecer algo que la gente valore y agradezca, algo que no hayan probado antes.

¿Hay muchos latinos trabajando con ustedes?

EV: Es un rubro en el que naturalmente se da trabajar con latinos, y nos encanta. El idioma y la ética de trabajo son factores claves. En nuestro equipo, especialmente, el 50% de la gente es venezolana, ocupando roles importantes. En general, el 90% de nuestros empleados son latinos.

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¿Cómo les afecta la inflación y lo económico?

EV: El tema inflacionario no afecta tanto, pero sí vemos un impacto en el trabajo. Desde mayo, notamos una contracción del consumo debido a la cautela económica general y al aumento de tasas. Aunque ajustamos costos, no trasladamos ese ajuste a los precios.

EL: Me encantaría tener más conexiones, especialmente con Venezuela y el Amazonas. Importar cosas de allí sería genial, pero es muy difícil. Hemos intentado traer productos de diferentes maneras, pero la consistencia es imposible. A veces logramos traer cosas como hormigas o frutas del Amazonas, pero siempre en cantidades limitadas. La conexión con Venezuela es complicada, pero a veces aprovechamos cuando amigos nos envían algo y lo usamos en el restaurante.

Yo estaba en el otro restaurante, tomé la moto, pero tuve que dejarla a varias cuadras porque no me dejaban pasar. Había agentes del servicio secreto siguiendo cada paso de los platos que el presidente iba a comer. Fue una experiencia única e irrepetible.  

¿Siguen la política de sus países?

EV: Lo mínimo posible.

EL: Yo perdí el rastro por completo, y no lo sigo para no mortificarme directamente. Ojalá cambie algún día. Como menciono muchas veces desde este lado, tratamos de hacerlo lo mejor posible para mostrar una cara diferente de nuestra cultura. Si eso aporta un poquito, lo hace, pero de ahí a que eso funcione como un cambio para allá...

EV: Es muy decepcionante también. A veces uno trata de hacer cosas grandes creyendo que va a cambiar el mundo, y al final solo logras un pequeño cambio. En cierto momento dije: la mejor forma de ayudar a cambiar las cosas es cambiando el mundo del pequeño grupo de personas que tienes alrededor, tu familia, tus amigos, tus empleados, un poco más allá. Si llega, es porque si ayudas a esa gente a ser mejor, llevarán a otras personas a ser mejores, y eso eventualmente lo podemos hacer a través de la empresa del restaurante y el trabajo filantrópico que realizamos.

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¿Quién les gustaría que visitara alguno de sus restaurantes?

EL: Ya con los que vivieron...

EV: Messi, Gallardo. Michael Jordan es alguien que todavía no vino, nos gustaría que venga...

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