La compañÃa de taxis de conducción autónoma Cruise, subsidiaria del gigante automotriz General Motors, se ha enfrentado a una serie de obstáculos en los últimos tres meses. Tras una serie de incidentes de variada gravedad, el martes 24 de octubre el Departamento de VehÃculos Móviles (o DMV) de California le prohibió continuar con sus actividades al servicio de taxis de la compañÃa. El jueves pasado, por su parte, Cruise anunció que suspenderÃa todas sus operaciones en los Estados Unidos por un perÃodo indeterminado. "Queremos examinar nuestros procesos, sistemas, y herramientas y reflexionar sobre cómo podemos operar de mejor manera para ganarnos la confianza del público", afirmaron desde la empresa.
Los problemas de Cruise son de larga data. Desde que la California Public Utilities Commission le otorgó permiso para cobrar por llevar pasajeros a Cruise y su competidor, Waymo (propiedad de Alphabet, la compañÃa madre de Google) en agosto de este año, e incluso en los años previos mientras se encontraba en perÃodo de prueba, sus vehÃculos causaron una multitud de accidentes.
El problema más extenso fue la propensión de los vehÃculos autónomos a detenerse de manera repentina e impredecible. Un incidente de elevada difusión mediática ocurrió cuando al menos seis automóviles de la compañÃa se detuvieron en simultáneo en una intersección del barrio antiguo de North Beach y frenaron el flujo de tránsito hasta que los mismos reiniciaron su marcha quince minutos después.
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Bomberos y otros trabajadores de emergencia también han informado que los vehÃculos tienden a detenerse frente a hidrantes u obstaculizar su acceso a ubicaciones esenciales en situaciones de emergencia. La gota que colmó el vaso y provocó la suspensión del DMV ocurrió cuando, tras ser impactada por un vehÃculo y caer al suelo, una transeúnte fue arrastrada por un auto autónomo de Cruise por unos 20 pies antes de detenerse. El DMV además sugirió que la compañÃa intentó esconder el hecho.
Cruise es una de varias compañÃas surgidas en la última década que buscan llevar a mercado vehÃculos de conducción autónoma y productos aledaños a dicha tecnologÃa. El automóvil sin conductor ha sido un proyecto financiado por el Departamento de Defensa desde los años 80, aunque tomó mayor prominencia cuando Tesla, la compañÃa automotriz fundada por Elon Musk, lanzó en modo de prueba beta algunas capacidades de conducción autónoma con su célebre Model 3 en el 2016.
Pronto, otras compañÃas lÃderes del mundo tecnológico se abalanzaron sobre las posibilidades de los vehÃculos autónomos, y gracias al simultáneo boom en el desarrollo de las inteligencias artificiales se encontraron con productos en apariencia viables. Muchas recibieron licencias de prueba que les permitieron recorrer las calles de San Francisco, Phoenix y Austin para recolectar datos que permitiesen mejorar el funcionamiento de sus sistemas.
La lista de compañÃas tecnológicas que se interesaron por los vehÃculos autónomos va más allá de Tesla, e incluye a Uber, Lyft, Apple, y Amazon. Las compañÃas automotrices no se han quedado atrás, y tanto GM como Toyota, Honda, Ford, Volkswagen y Mercedes-Benz han llevado a mercado o solicitado permisos para evaluar la factibilidad de automóviles con una variedad de capacidades autónomas.
El sector ha recibido miles de millones de dólares en inversiones, y sus productos aún parecen lejos de ser implementados de manera masiva. En una sociedad cada vez más dependiente de los envÃos a domicilio, el delivery puerta a puerta y el e-commerce en general, la oportunidad económica que representan los vehÃculos autónomos es considerable.
En particular, eliminar al conductor de camiones -en 2019, casi 4 millones de personas-promete incrementar las ganancias corporativas en el sector de transporte. Al haber casi 8 millones de personas abocadas al sector en sus distintas versiones solo en los Estados Unidos, las consecuencias macroeconómicas de implementar estas tecnologÃas son impredecibles e innegables. Como los camiones son utilizados en su mayorÃa en autopistas y carreteras rectas y sin mucha variación, se trata de un sector que implica una menor complejidad para los sistemas incipientes y, por lo tanto, es el más vulnerable al reemplazo.
Tesla lanzó un modelo de camión con capacidad autónoma llamado Semi en el 2017, pero una vez que este comenzó a comercializarse en el 2022, esta capacidad habÃa sido eliminada. Apple, por su parte, ha trabajado en el desarrollo de un vehÃculo autónomo hace casi una década sin éxito. La promesa especulativa de una compañÃa y un sector que ha invertido miles de millones de dólares en el desarrollo de sus productos ha resultado, por ahora, en un único resultado: incidentes.
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La principal competencia de Cruise, Waymo, no se ha visto involucrada en un incidente de tal magnitud y podrá seguir operando sus taxis con normalidad, aunque fue la compañÃa de vehÃculos autónomos con más choques en 2022, con 62, contra los 23 de Cruise. No obstante, tanto Cruise como Waymo se han rehusado a compartir información más detallada de sus operaciones para proteger sus secretos comerciales y evitar divulgar información valiosa a la competencia. Los datos, sin embargo, podrÃa ayudar a comprender y regular de manera efectiva el nuevo y aún pequeño sector. Estos se han visto casi Ãntegramente limitados a recorrer, de noche, zonas de San Francisco de bajo tránsito y poca sinuosidad en las que, con asistencia de un respaldo humano en caso de error, sus diseñadores pueden obtener información.
Este proceso de acumulación de datos y desarrollo se ha cobrado una multitud de vÃctimas fatales, la más célebre de las cuales fue Elaine Herzberg, quien murió en marzo de 2018 tras ser golpeada por un automóvil de prueba de Uber en Tempe, Arizona. Aunque una investigación posterior determinó que la conductora de respaldo del vehÃculo se encontraba distraÃda al momento del incidente y que Uber no era responsable de lo ocurrido, los sistemas de seguridad del vehÃculo se mostraron deficientes al no lograr reconocer a Herzberg y detener el automóvil.
Este caso motivó una serie de modificaciones en el ecosistema regulatorio y, aunque Uber resumirÃa su desarrollo a fines de ese año, la compañÃa eventualmente entregó su división de vehÃculos autónomos a la start-up Aurora, en la cual además invirtió $400 millones. Sin embargo, Uber no serÃa la última compañÃa tecnológica en apuros por las consecuencias de esta tecnologÃa: en el 2022, Tesla registró 10 colisiones con fatalidades en sus vehÃculos autónomos, un número que generó cuestionamientos al sector en general. Los problemas éticos que producen los vehÃculos autónomos tomaron prominencia en el mismo perÃodo, aunque sus defensores sugieren que estos podrÃan-una vez perfeccionada la tecnologÃa-eliminar el 90% de los accidentes automotrices, los cuales son producto de error humano.
Acaso lo más notorio de la situación en la que se encuentra Cruise no es el fracaso de su nueva tecnologÃa: toda innovación conlleva errores. Tampoco es anómala la distancia entre las promesas de Musk y otros tecnólogos sobre los vehÃculos autónomos y su realidad. Lo más impactante es el número de vÃctimas que esta nueva tecnologÃa ha generado, en su mayorÃa transeúntes inocentes como Elaine Herzberg quienes no pidieron involucrarse con la misma. El beneficio económico, por lo menos para las compañÃas tecnológicas, parece ser suficiente para ameritar los costos, pero si este es el caso para el resto de la sociedad aún está por verse.
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