Juan José Carbajales es el subgenerante general de Enarsa donde coordina las compras de combustibles que ejecuta YPF y, amparado por Mariano Recalde y Axel Kicillof, en pocos meses se convirtió en una pieza clave para el abastecimiento energético y hasta en un efusivo militante.
Esta semana hizo valer su peso interno: lideró una fugaz reunión con directivos de ambas petroleras para apresurar la importación del gas licuado necesario para abastecer el mercado local energético.
Según informó La Nación, Carbajales reunió casi por las suyas cinco ofertas: las de la española Gas Natural, la rusa Gazprom, Shell, la inglesa BP y la noruega Statoil.
Y ahora tiene la misión de convencer al resto de los directores de Enarsa, que hicieron trascender su furia por la falta de información sobre las propuestas, cuyos valores ascenderían a 17 dólares por millón de BTU, lejos de los 7,5 que se paga en el mercado local.
Carbajales entró al directorio de Enarsa de la mano de Mariano Recalde y Axel Kicillof. Es abogado como el presidente de Aerolíneas Argentinas y hacedor de los cuadros técnicos que ingresaron a La Cámpora, pero ostenta experiencia en asesoría legal en emprendimientos.
En su currículum todavía se presenta como secretario del directorio y Jefe de Departamento Legal en Emprendimientos Energéticos Binacionales (ESIBA) y jefe de trabajos prácticos de la Facultad de Derechos de la UBA. Los camporistas, se sabe, no abandonan sus cargos académicos.
Su desembarco formó parte de la embestida de los camporistas contra Julio De Vido, quien hasta 2011 controló a gusto Enarsa y las compras de combustibles, que con sus derivadas comisiones la convirtieron en la única firma estatal con ganancias.
Ese rol, por ejemplo, afianzó un estrecho vínculo con Roberto Dromi, asesor de la gasífera norteamericana Merrill Lynch.
Pero el plan de sintonía fina de Cristina detectó operaciones poco claras de Enarsa y Carbajales fue el enviado para emprolijar esos asuntos y, en la medida de lo posible, seleccionar los socios con cuidado.
Su llegada alteró a operadores energéticos, hasta el punto que varios lobbystas que mantenían buenas migas con el Ministerio de Planificación apelaron a cualquier contacto en el Gobierno para pedir pista. “Había llamados desesperados”, confió a LPO un funcionario de segunda línea que recibió uno de esos pedidos en tono de súplica.
Sobre todo porque la estatización de YPF cambió más las reglas, ya que la petrolera estatizada es ahora la encargada de gestionar las comparas de combustible pero por cuenta y orden de Enarsa.
Durante su último paso por el Senado, Kicillof enfureció cuando el radical Ernesto Sanz le preguntó si YPF realizará compras directas o repetiría los concursos que hacía Enarsa.
“Lo que se contrata es un trader. Sobre lo que estaríamos discutiendo el concurso es sobre la capacidad de tradear, no sobre la compra. Cuando uno contrata un trader, no es que le compramos a YPF, sino que este sale a comprar. No sé de qué concurso me está hablando”.
“Cuando tengan un contrato lo quiero ver”, inquirió el mendocino. Kicillof siguió:
“Tendría que ser un concurso para que otra empresa privada o extranjera se ocupe y ponga la comisión que va a cobrar, cuando esa comisión es estándar para todo el Trading”.
“La verdad es que el combustible no lo va a comprar YPF a quien quiera, sino que le va a presentar los papeles al Estado de qué concurso de precios realizó todos los días que compra el combustible”, se excusó.
Lo cierto es que La Cámpora apeló de inmediato a un técnico propio para ejercer esa tarea y hasta le dio vuelo dentro la organización.
Es que mientras que hasta hace un año nadie sabía de su existencia, desde julio se lo puede ver en los actos de militancia y ya hablan del nuevo técnico a promover en el Gobierno. Antes, tiene que garantizar que no falte gas