Juan Espadas heredó un PSOE andaluz golpeado por la derrota de diciembre de 2018 y en pleno dominio del PP. En junio pasado, Juanma Moreno se revalidó con una mayoría absoluta y ese triunfo incuestionable agitó las aguas en San Vicente y en Ferraz: si no se revierte la tendencia, la victoria de Pedro Sánchez en las generales de este año será complicada. En el medio quedan las municipales, un termómetro para socialistas y populares, que para Espadas pueden marcar su futuro político.
El PSOE-A se siente incómodo en la oposición tras 37 años de gobierno ininterrumpido y dentro de la federación hay críticas al secretario general -algunas públicas, como las de Luis Ángel Hierro, que ha perdido la interna ante Espadas y ahora pide su dimisión- por la "falta de iniciativa política", como señala a LPO un miembro del partido descontento con la dirección actual, y una estratégica errática que ha llevado a los socialistas a retener apenas 30 escaños en el Parlamento autonómico, el número más bajo desde 1994, cuando obtuvo 45 diputados y dejó a Manuel Chaves con un gobierno en minoría por dos años.
En Moncloa también hay reproches a la conducción de Espadas, sobre todo cuando Andalucía, con más de 6 millones de electores y en manos del PP, probablemente defina al próximo presidente del gobierno central. "No sobran votos", dicen desde Ferraz. El círculo del exalcalde de Sevilla le defiende y recuerda que los acuerdos de Sánchez con el independentismo catalán y el caso de los ERE no tienen nada que ver con el liderazgo de Espadas.
Espadas y los suyos siempre resaltan que el PSOE-A cuenta con 45 mil militantes y que se impuso con el 55% de los votos en el pulso interno con Susana Díaz. El líder de la oposición en la Junta andaluza presume de ese porcentaje como fuente de legitimidad, aunque haya atado su destino al de Sánchez. Espadas fue la ficha con que el presidente quitó del medio a Díaz y, por eso mismo, se ha presentado como uno de los más leales.
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"El PSOE-A va a ser, como siempre ha sido en la historia de nuestro partido, un pilar sólido para apoyar al PSOE federal y al gobierno de España", soltó Espadas en una entrevista con Europa Press en la que se distanció de Emiliano García-Page y Javier Lambán, quienes cuestionaron la reforma del Código Penal pactada entre el PSOE y ERC en el Congreso de los Diputados. Era un mensaje de alineamiento total y hasta personal con Sánchez.
En el PSOE-A señalan a Espadas, si bien entienden que la situación juega a favor del PP. Moreno supervisa el diseño de las listas y se ha planteado recuperar Granada y Cádiz, humillar a los socialistas en Jaén y Sevilla, terruño de Espadas, y conservar Málaga y Córdoba. El secretario general del PSOE andaluz asegura que la campaña se resolverá con las direcciones provinciales y que espera igualar el 36,88% obtenido en las municipales de 2019.
El PP sostiene que Chaves y José Antonio Griñán son el resultado de casi cuatro décadas de gobiernos socialistas y, sumado a la presencia de Moreno en la campaña, el PSOE-A tendrá difícil recuperarse para los comicios de mayo. Y si los candidatos socialistas no mejoran su performance, Espadas podría verse forzado evaluar su liderazgo. Sin embargo, los ocho secretarios provinciales también deberán asumir la responsabilidad en caso de una debacle en las urnas.
Espadas está en el cargo hace un año y medio y aún no ha logrado revertir la imagen del PSOE en Andalucía. No quiere ser la cara de la derrota en mayo, pero tampoco ha intentado marcar un cambio de rumbo. El partido no ha encontrado el tono, se ha movido al centro ya ocupado por Moreno y ejerce una oposición deslucida y torpe, como se vio en la tramitación de los últimos presupuestos.
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En los municipios quieren una campaña local, sin Espadas y sin Sánchez, con los candidatos peleando mano a mano con los populares. El PSOE-A tiene cinco meses para demostrar que puede ser mejor que el PP para los andaluces.
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