El canciller Marcelo Ebrard busca que su campaña presidencial despegue, y no tiene tiempo que perder. Así lo explicó durante la más reciente reunión de sus simpatizantes, donde confirmó la integración de una red de más de 10 mil operadores -tanto dentro como fuera de Morena- en los 300 distritos electorales del país.

En el acto, en medio de mensajes de ida y venida entre los operadores sobre la conveniencia de trabajar a favor de la transformación emprendida por el presidente López Obrador, la militancia recibió de su corcholata una fecha: para febrero debe establecerse cada uno de los cargos ebrardoristas en las unidades territoriales.

Con la manifestación de tal estructura independiente que rebosa de fuerza local, inclusive arropando al funcionario federal como en aquella foto de AMLO en Reforma, Marcelo Ebrard buscó mandara el mensaje de que irá hasta el final del proceso de selección de candidato presidencial, y no va a bajarse como desde hace meses lo quieren bajar algunos puros y duros de Palacio Nacional, en beneficio de otros suspirantes.

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Desde luego, tal insistencia deberá reflejarse en un trabajo que llegue a los sondeos y a las encuestas donde todavía disputa la hegemonía del "discurso del puntero" mes con mes, medición a medición, ganando algunas veces la Jefa de Gobierno y otras el Canciller, con el secretario Adán Augusto López creciendo en los números mientras desciende el senador Ricardo Monreal, y ya no se mide a más aspirantes.  

Febrero coincide con la realización de debates promovidos por Ebrard, donde lanzará una nueva etapa de su campaña electoral junto a su esposa Rosalinda Bueso y en donde espera lograr el efecto de contraste entre Sheinbaum Pardo y su perfil. La mandataria capitalina tendría para ello que solicitar licencia al cargo.

Esto es otra de las cosas que explicó Marcelo a su base y que LPO pudo conocer: la certeza de un piso parejo a base de alejarse de sus cargos públicos, todos los interesados. Una audacia teniendo en cuenta que alguno de los cargos más importantes del país quedarían en suspenso: la Secretaría de Gobernación, la Jefatura de Gobierno, el liderazgo del Senado o incluso la Cancillería misma.