Entrevista
LPO en Texas
"La enorme pregunta es cómo dejar atrás el petróleo sin que los precios generen crisis económica y política"
El consultor mexicano Pablo Zárate es una voz reconocida a los dos lados de la frontera. En diálogo con LPO, cuestiona la política de AMLO.

Pablo Zarate nació en México pero su trabajo lo llevó a trasladarse a Houston, la capital mundial del petróleo. Director en el segmento de Comunicaciones Estratégicas en FTI Consulting, Zarate es un consultor reconocido en el mundo de la energía a los dos lados de la frontera y tiene dialogo directo con muchos de los grandes empresarios que tienen intereses en Texas. Columnista semanal en el El Economista, recibió a LPO en el piso 35 de una torre del Downtown, donde trabaja cada día.

¿Cómo y por qué llegó a Houston desde México?

Llegué a partir del reconocimiento de que los recursos energéticos de nuestra región están perfectamente integrados con la plataforma norteamericana. La conexión con Estados Unidos en términos de inversiones y comerciales, el flujo de petróleo y gas que hay entre nuestros países es súper importante, también el comercio eléctrico que hay entre las regiones fronterizas, la estandarización de la región es uno de los fenómenos relevantes, los parámetros regulatorios que impone Estados Unidos acaban afectando a México mucho más que a la inversa.

Cuando te pones a pensar en los asuntos de industria pesada, de infraestructura y de energía es evidente que hay una conexión impresionante entre México, podríamos decir Latinoamérica, y Estados Unidos. Si a ese link, le haces doble click por la presencia de las compañías, por el flujo de inversionistas, por cómo fluye el capital desde Nueva York, desde Houston a la región, pues en realidad hay dos puntos de conexión muy claros. Uno es Texas, la capital energética del mundo y, desde la perspectiva latinoamericana, México tiene un posicionamiento extraordinario y estaría llamado a ser uno de los centros de gravedad de la conversación energética regional. A lo largo del tiempo, la política ha impedido que eso termine de consolidarse y cuando México empieza a tener una posición de liderazgo de repente empieza a rezagarse, pero no hay duda de que influye en aspectos regionales importantes, en algunos casos para bien y en otros para mal.

Trabaja en el asesoramiento de la industria pero tuvo también una experiencia en el sector público. ¿Eso le permite saber cómo se piensa desde el Estado?

El corazón de lo que hacemos es justamente ayudar a las compañías a pensar su estrategia de relacionamiento con stakeholders. Es comunicación especializada para poder acercarse con las distintas partes interesadas y presentar los mejores argumentos para tener relaciones constructivas, aún con los stakeholders que parecería que debe de haber una relación un poco más adversarial. Para encontrar esos puntos en común, encontrar ese balance adecuado, claro que ayuda haber tenido una perspectiva de gobierno, de cuál es la lógica y qué es el tipo de cosas que se buscan. Pero también hay que ser muy sincero y decir que, a lo largo de los distintos ciclos de Latinoamérica, es completamente distinto una administración que otra y en cada uno de los cambios, hay que volver a darle reset a los parámetros y entender todo prácticamente desde cero. Eso implicó el comienzo de la administración de López Obrador.

"La enorme pregunta es cómo dejar atrás el petróleo sin que los precios generen crisis económica y política"

Para muchos Nueva York y Washington son el centro del poder en Estados Unidos. ¿Por qué diría que Texas es la puerta de entrada para los latinos, para las empresas, para los negocios?

Si te vas a la perspectiva de los inversionistas, no hay duda de que Nueva York es el centro de gravedad de esa ecuación. Pero cuando piensas los temas de los fierros, de la industria, Texas es extraordinariamente importante. Tenemos claro que lo que pasa en Washington y Nueva York es importantísimo para la región, pero de repente se nos olvida que muchos de los capitanes de industria están sentados en Texas y muchas de las empresas que tienen inversiones muy importantes, que a veces son los principales inversionistas del país, no están sentados en Washington ni en Nueva York sino en Texas. 

Están sentados de manera permanente, viven en Houston y toman decisiones en Houston.

Claro, y además toman decisiones basados en un ecosistema de actores al que pertenecen. Lo que está influyendo directamente sobre la toma de decisiones de los capitanes de industria que están sentados acá es el ecosistema tejano. Y ese ecosistema tiene puntos de conexión con Washington y Nueva York, pero es profundamente diferente.

¿En qué se distingue?

Para empezar, es un punto donde todavía hay mayor sentido de pragmatismo empresarial, se reconoce la importancia del contexto macro para tomar decisiones pero no es todo. Se piensa mucho en logística, se piensa mucho en los componentes físicos, de cómo se están moviendo las moléculas, pensar en cómo puedes llevar energía de un lado a otro de manera eficiente y que te deje buena rentabilidad. Allí piensas más en flujos de capital y quizás acá piensas más en el flujo de la molécula.

"Texas is the ninth largest economy in the world and it has the power of a country"

La comunidad latina es muy heterogénea. Existen muchos inmigrantes que pelean por un lugar desde la adversidad pero también hay otros que forman parte del mundo dirigencial y están en la toma de decisiones. ¿Es prematuro hablar de un poder latino integrado al poder local o eso ya se puede percibir en lugares como Houston?

Yo creo que es clarísimo. Se puede ver en los think tanks, que son un componente importante de la comunidad de difusión tanto industrial como académica. Universidades como Rice, donde el Baker Institute es una institución que tiene un papel central, están proactivamente pensando en Latinoamérica. Algo similar pasa en otras universidades. UT tiene un programa de energía super influyente y super relevante. Si te vas a California o a Los Ángeles, no necesariamente tienes eso. También lo ves en las elecciones, en cómo los candidatos buscan el voto de la comunidad latina, inclusive en los consultores que contratan y los mensajes que construyen. Finalmente, hay muchos líderes hispanos que están por acá, hay muchos en la toma de decisiones de las grandes empresas que están basadas acá, que están siendo pilares de su comunidad.

También en el mundo de las petroleras.

Aquí en Houston tienes una comunidad muy relevante. Tanto en Houston como en Woodlands, que es una región afluente con una presencia de mexicanos muy significativa. Te vas a Katy, una comunidad venezolana muy importante, con Oil and Gas. Es bien interesante que es en todos los niveles. Desde inmigrantes que están arrancando su vida económica acá hasta gente que tiene una trayectoria de muchísimos años, que son banqueros, que son abogados, si ves las firmas top de abogados todos tienen una práctica latinoamericana con un escritorio muy importante de latinoamericanos en Houston.

Tenemos claro que lo que pasa en Washington y Nueva York es importantísimo para la región, pero se nos olvida que los capitanes de industria están sentados en Texas y muchos de los principales inversionistas del país, no están sentados en Washington ni en Nueva York sino en Texas.  

Antes de la COP27 que se realizó en Egipto, escribió sobre la reunión que mantuvo el canciller mexicano Marcelo Ebrard con John Kerry. ¿Por qué México desoye el mandato de Estados Unidos a nivel ambiental? ¿Qué hay de fondo?

Aunque parezca una contradicción, el presidente López Obrador se entiende como un hombre de la izquierda que tiende hacia el ambientalismo, pero se disocia de esos ejes tradicionales y pone un foco clarísimo en rescatar a Pemex e invertir mucho en la plataforma mexicana y en la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Todo el programa energético de AMLO se enfoca en criterios y prioridades que se alejan de las que tiene Norteamérica a partir del Tratado de Libre Comercio entre Estados Unidos, Canadá y México. Una manera de explicarlo es que la necesidad de poner a Pemex y la CFE primero abruma cualquier otra consideración para el presidente y eso implica la discriminación de nuevas tecnologías, ambientalmente más sustentables. Ese cuento pesa mucho en las relaciones entre los dos países porque genera puntos de tensión muy importantes. Primero, con los inversionistas privados estadounidenses y canadienses que invirtieron mucho en el sector energético mexicano y de repente se sienten discriminados. Segundo, esa discriminación de la inversión privada implica discriminar a las nuevas tecnologías y a las energías renovables. Y eso acaba en un encontronazo directo con las prioridades declaradas que tiene el gobierno ante la comunidad ambiental.

Podría decirse que en la práctica la política energética de AMLO tiene más similitudes con la de Trump que con la de Biden.

Pues, se han desdibujado algunos criterios importantes. Es difícil encontrar paralelos porque en los Estados Unidos no hay empresas estatales que produzcan energía, ni en petróleo ni en electricidad. Entonces, el esquema es abierto a la inversión, inclusive con algunas particularidades históricas de los Estados Unidos, como la propiedad de los minerales por privados. En la parte ambiental, vemos una prioridad de Biden que no tiene AMLO, que es la energía renovable. Podríamos encontrar algunos paralelos entre Trump y AMLO con el foco petrolero pero creo que también sería injusto. La política de Trump es decisivamente pro inversión, es de generar un ecosistema que permita a los petroleros sacar la mayor cantidad de petróleo y AMLO suspendió las rondas, suspendió las subastas... El estatismo de AMLO no tiene un paralelo claro y directo.

"La enorme pregunta es cómo dejar atrás el petróleo sin que los precios generen crisis económica y política"

En una de sus últimas notas, decía que las petroleras como Chevron y Exxon tienen ganancias récord en el tercer trimestre. ¿Es producto de una situación global beneficiosa o es producto de ese aprendizaje forzoso que incluye un ajuste en los costos?

Ahí ya entramos al terreno mucho más complicado y global, que es el de la crisis energética que estamos viviendo. Sería un error decir que la crisis viene exclusivamente por la invasión de Rusia a Ucrania o que es algo de corto plazo. A lo largo de los últimos años, distintos gobiernos han desincentivado algunos espacios para la inversión energética privilegiando otros. Y eso ha generado un desbalance entre las necesidades energéticas del mundo y lo que estamos pudiendo producir ahorita. La presión alcista de los precios es algo que viene concitándose por bastante tiempo por una serie de políticas que escogían a ganadores en algunos sectores y decían otros sectores los tenemos que desincentivar en las inversiones. Ese contexto me parece fundamental para entender el momento, un contexto alcista de precios en el que el alza de los precios en hidrocarburos genera ganancias significativas para algunas empresas con grandes preguntas sobre qué significa eso para el largo plazo. ¿Significa que los que desincentivaron la inversión se dan cuenta del error y rebalancean las cosas o se vuelven más radicales y dicen que algunas partes de la industria tienen que ir desapareciendo? En ese sentido, Texas es absolutamente distinto de Europa y otros mercados energéticos.

¿Por qué lo dice?

En Texas tienes un entendimiento, por la cercanía y la proximidad con la industria, de que mantener la mayor cantidad de alternativas de suministro es la política energética correcta, estás buscando abundancia energética.

Todo al mismo tiempo.

Exacto. En otros lugares, sucede todo lo contrario. Tienes una política que dice tenemos que ir sacando, lo que dijo Biden en sus discursos desde el principio: tenemos que ir dejando atrás la industria petrolera e ir moviéndonos hacia otro lado. La enorme pregunta es cómo haces eso de una manera en la que no generes ciclos muy violentos en los precios y cómo evitar que esos precios generen crisis económica y que generen crisis política. En ese sentido, creo que los líderes políticos siguen decepcionando. La mayoría sigue luchando para encontrar respuestas porque no hay soluciones fáciles y muchos se están dejando llevar más por la presión política que por el pragmatismo.

La enorme pregunta (que genera la política de Biden) es cómo ir dejando atrás la industria petrolera de una manera en la que no generes ciclos muy violentos en los precios y cómo evitar que esos precios generen crisis económica y que generen crisis política. 

En ese contexto de ganancias extraordinarias, Pemex aumenta la producción pero registra pérdidas operativas por los problemas que tiene en refinación.

Así es. La industria petrolera entiende muy bien los ciclos y las empresas que pierden dinero tienen paciencia. Cuando la marea está baja, hay una presión tremenda sobre las empresas y tienen que ajustar los costos. Muchas de ellas pierden dinero, pero después empiezan a mostrar que entendieron el mensaje, que se ajustaron y que tienen ganancias. Eso no es lo que hace Pemex. Lo que hace Pemex con la arrogancia de sentirse protegido por el dinero del contribuyente mexicano, es decir yo voy a sobrevivir, no hace ajustes significativos, no muestra que está entendiendo el mensaje del contexto y, por lo tanto, se ha vuelto en los últimos años una empresa que no responde a las señales del exterior. ¿Qué significa eso? Perder dinero en los ciclos a la baja y también perder dinero cuando los precios suben extraordinariamente. Eso hace pensar que la viabilidad de su negocio realmente está en entredicho. Ya no es que Pemex no puede operar con el barril a 60 o 65 dólares, Pemex no está pudiendo operar y ganar dinero con el barril a 85 y a 90.

"Si por neoliberal se define al que desmantela el Estado, no ha hay nada más neoliberal que AMLO"

Para resolver el tema de la refinación, Pemex compró Deer Park una refinería que era de Shell y se lanzó a construir Dos Bocas, que estaba pensada con un plazo que no se pudo cumplir, está demandando más fondos de lo previsto y no está terminada. ¿Qué une esos dos intentos?

Es bien interesante porque cuando fue la Reforma Energética en México, en 2013, 2014, había una especie de consenso entre los especialistas de que Pemex tenía que dejar de creer que, por ser empresa estatal, podía hacer todo bien. El consenso era redefine el tamaño de Pemex en producción, apuesta al valor en vez de al volumen y ve soltando los negocios donde evidentemente no eres competitivo. No hay que ser un genio financiero para ver que con la abultada plantilla laboral de Pemex en refinación no hay manera de competir con las refinerías de la costa del Golfo de Estados Unidos. En México tenemos un sindicato famosamente poderoso y una empresa famosamente ineficiente que además tiene las refinerías regadas por todo el país. El negocio de la refinación es un negocio de optimización y bajarle un par de centavos a cada galón que produces hace toda la diferencia entre ser rentable y no serlo. Las empresas como Pemex, que tienen malos índices de mantenimiento y elevados índices de paros no programados, no pueden competir con eso. En ese momento se empezó a refinar cada vez menos y Pemex empezó a dejar de perder tanto dinero. AMLO llegó a cambiar eso y en todo esto veía una treta neoliberal de entregarle el petróleo a los extranjeros. Llega con esa narrativa y dice: la clave es la refinación. Casi cualquier especialista te va a decir que Pemex no tiene esas capacidades ni el know how ni la logística para ser una potencia refinadora. La cifra original del monto pautado para la construcción de Dos Bocas eran 6 mil millones de dólares, ahorita creo que en reconocimientos oficiales vamos en 12 mil millones de dólares y Bloomberg ha dicho que van casi 15 mil millones.

¿Esa es la raíz de las pérdidas de Pemex?

La raíz de las pérdidas de Pemex es que no tiene una plataforma de refinación competitiva. Eso no tiene que ver con Dos Bocas. Dos Bocas es un barril sin fondo. Aquí estamos hablando de la operación diaria de Pemex.

Ya no es que Pemex no puede operar con el barril a 60 o 65 dólares, Pemex no está pudiendo operar y ganar dinero con el barril a 85 y a 90. Eso hace pensar que la viabilidad de su negocio realmente está en entredicho.

Pese a los contrapuntos y las diferencias en el negocio, hay interlocución entre la industria de Houston y el gobierno de AMLO. ¿Cómo puede explicarlo?

Hay que pensar siempre las cosas más matizadas. En la dimensión macro de política pública, quizás el diálogo no fluye como debería, pero en la perspectivas comerciales, el flujo de las moléculas entre Estados Unidos y México tiene que ocurrir porque es la manera en que nuestras economías siguen andando. México es un país extraordinariamente importante para el gas tejano, extraordinariamente importante para los refinadores tejanos, Estados Unidos es un mercado extraordinariamente importante para el crudo mexicano y esa realidad es mucho más fuerte que cualquier perspectiva política que podamos tener.

(Manuel) Bartlett al principio decía que los contratos de los gasoductos eran absolutamente leoninos y que iba iniciar un arbitraje: acabó negociando las cosas y los términos son muy parecidos en materia financiera. Lo que es una pérdida gigantesca es la destrucción de valor hacia el futuro. México estaba en el sector eléctrico atrayendo inversiones de 6, 7, 8 mil millones de dólares por año, lo cual es un récord y una cantidad de dinero extraordinaria. Ahorita si eso sobrepasa los mil millones de dólares estaría bastante sorprendido. Hemos apagado los motores para el desarrollo de infraestructura en una región donde realmente necesitamos los fierros.

México es un país extraordinariamente importante para el gas tejano, Estados Unidos es un mercado extraordinariamente importante para el crudo mexicano y esa realidad es mucho más fuerte que cualquier perspectiva política que podamos tener. 

Frente a las críticas de la industria y del mercado, a editoriales como el de Wall Street Journal que lo cuestionan por su política anclada en los años setenta, AMLO y él respondió: queremos que se vayan a robar lo más lejos posible. ¿Busca fortalecerse en la negociación o realmente piensa que cualquier asociación será nociva para Pemex?

Creo que hay una lectura territorial de las cosas. No está claro si Pemex es de México o si México es de Pemex. AMLO piensa que el mercado mexicano le pertenece a Pemex y a CFE. La CFE hizo un cálculo estrafalario de lo que ellos consideran que son subsidios a la industria privada y remarcaba que había una porción del mercado que CFE no estaba ocupando. Eso considera CFE que es un subsidio, lo cual solo se explica si has tomado la posición filosófica de que el mercado es tuyo. Permitir que el otro participe del mercado implica subsidiarlo: el gobierno dice esto es mío y te lo estoy prestando. Esa lógica no tiene un asidero en la realidad contractual de las cosas porque en muchos casos ni siquiera estás hablando de concesiones sino de permisos de generación en el sector eléctrico.

Carlos Slim dice que el presente de Pemex no es culpa de esta administración sino de las anteriores que desaprovecharon un superávit de 420 mil millones de dólares en la época de Calderón. ¿Por qué un actor relevante como él defiende a AMLO?

Sin hablar específicamente de Slim, yo creo que siempre en el imaginario mexicano ha habido esta noción de que Pemex sería grandiosa si no fuera por los robos y los ultrajes. Como si toda la estructura fuera óptima y todo lo que se hace en la empresa fuera de calidad mundial, sin tener evidencias concretas de eso. Los mexicanos volteamos a ver los setenta y los ochenta, que fue cuando descubrimos Cantarell y vimos esa bonanza petrolera y decimos bueno aquí está la prueba. Pero la situación hoy es muy distinta.

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  • 1
    kristianconk
    06/12/22
    17:14
    jajajajajaja

    y no me alcanzan los ja.....


    LA UNION EUROPEA SACRIFICANDO A SUS PUEBLOS PARA Q LOS YANKIS PUEDAN COLOCARLE SU PEDORRO GNL 40% NAS CARO Q EL GAS RUSO.....

    https://www.eleconomista.es/energia/noticias/11636201/02/22/El-gran-negocio-de-EEUU-vende-el-gas-a-Europa-un-40-mas-caro-que-Rusia.html


    JAJAJAJAJAJAJAJA
    Responder
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