En la entrevista que dio a la BBC el lunes, Liz Truss pidió perdón por su política económica y prometió liderar al Partido Conservador hasta las elecciones de 2024. Pero la primera ministra no sonaba convincente y sus respuestas generaron incomodidad entre los miembros del partido. Una encuesta de la firma YouGov publicada el martes reveló que el 60% de los británicos quiere que el Partido Laborista gane los próximos comicios generales, lo que deja al oficialismo en una posición muy difícil de cara a los próximos meses.

La confianza en Truss está por el piso: el 83% de los conservadores cree que no le va bien como jefa del partido y en el gabinete son pocos los que piensan que podrá continuar en el cargo. La primera ministra ya no tiene el poder, se ha visto forzada a entregárselo a su nuevo ministro de Economía, Jeremy Hunt, que ahora le exige al gabinete un ahorro importante en las partidas presupuestarias. Y es Truss quien deberá poner la cara frente al descontento que crece entre los ministros.

Liz Truss echa a su ministro de Economía para evitar que los conservadores la saquen del gobierno 

El ministro de las Fuerzas Armadas, James Heappey, salió a respaldar a Truss, aunque amagó con renunciar si Hunt no cumple con la promesa de llevar el gasto en Defensa al 3% del PBI para 2030. Lo siguió el secretario de Defensa, Ben Wallace, mientras otros funcionarios temen que los recortes lleguen a sus áreas. Truss y Hunt pusieron en duda que respeten el "triple bloqueo", un mecanismo que estipula el incremento de las pensiones acorde al aumento de los salarios, la inflación o un 2,5%, según la cifra más alta. Si se decanta por ajustar las pensiones a los salarios, y no a la inflación, que en promedio es un 4,4% más alta, los jubilados podrían perder hasta 430 libras al año, según The Telegraph.

El think tank Resolution Foundation, que mide el nivel de vida de los sectores más pobres, advirtió que el programa de Hunt puede ser tan profundo como los recortes que experimentó el país durante la crisis financiera de 2009

El triple bloque es una promesa de campaña de los conservadores y una bandera que casi nadie dentro del partido está dispuesto a sacrificar, en especial los parlamentarios que deben someterse al escrutinio de la población. En medio de una pérdida acelerada del poder adquisitivo, con las boletas de gas y electricidad cada vez más caras, la presión contra el Partido Conservador será absoluta. El think tank Resolution Foundation, que mide el nivel de vida de los sectores más pobres, advirtió que el programa de Hunt puede ser tan profundo como los recortes que experimentó el país durante la crisis financiera de 2009.

Jeremy Hunt, ministro de Economía.

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Tras esa crisis, los laboristas perdieron el gobierno y llegaron los conservadores, que desde 2010 encabezan el Ejecutivo. Rachel Reeves, economista y diputada laborista, aseguró que Hunt quiere llevar al Reino Unido a una nueva etapa de austeridad, a la vez que su partido insiste en extender el impuesto sobre las ganancias extraordinarias de las empresas energéticas como forma de descomprimir el ajuste. Para los conservadores, la posibilidad de medirse en las urnas con una mala gestión de la economía y un programa de recortes implica un desafío histórico.

Liz Truss sufre un desgaste prematuro por su plan fiscal y enfrenta pedidos de renuncia 

"Como el Conservador es un partido programático, al desaparecer sus promesas se preguntan qué razón de ser tienen. El partido está dividido en muchas tribus. Una consecuencia del poder es que están todos peleados, muchos integraron gabinetes anteriores y hoy ocupan bancas y están de un humor pésimo. Pero no hay consenso sobre quién podría reemplazar a Truss. El problema es que la primera ministra es una cáscara vacía. Ha decepcionado a los miembros conservadores y no tiene dónde pararse", dice a LPO Guillermo Makin, doctor en Ciencia Política por la Universidad de Cambridge. 

El partido está dividido en muchas tribus. Una consecuencia del poder es que están todos peleados, muchos integraron gabinetes anteriores y hoy ocupan bancas y están de un humor pésimo. Pero no hay consenso sobre quién podría reemplazar a Truss

Los conservadores son conscientes de que una líder débil repercute en la imagen pública de todo el partido. Los diferentes grupos que lo integran coinciden en que Truss debe abandonar el gobierno si no muestra pronto señales de una conducción decidida y ofrece tranquilidad a los mercados. Es el mantra del Partido Conservador desde los tiempos de Margaret Thatcher. Sin embargo, Truss no puede ofrecer tranquilidad a los británicos y eso es lo que realmente inquieta a los conservadores. La encuesta de YouGov señala que el exprimer ministro Boris Johnson, que dejó el cargo hace unos meses, es preferible a Truss. El exministro de Finanzas, Rishi Sunak, finalista en la interna que terminó consagrando a la actual jefa de Gobierno, aparece como otro de los potenciales reemplazantes.

El líder de la oposición, el laborista Keir Starmer. 

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"Los conservadores se van a resistir a una elección, pero la presión social y cultural es de tal calibre que, si la reemplazan, será obligatorio un llamado a elecciones", sostiene Makin. Por eso el partido quiere arreglar el asunto puertas adentro. El Comité 1922, que regula el funcionamiento interno de los tories, tiene previsto un encuentro con Truss esta semana -el segundo después de la reunión de lunes con su titular, Graham Brady- para informarle a la primera ministra el estado de ánimo en las filas conservadoras.

Como indica el analista, "el Comité 1922 procesa los votos de falta de confianza, y ya son varios". "Están dispuestos a cambiar las reglas. Cuando un primer ministro es electo, tiene un año de inmunidad. Esas reglas son plásticas, entrarán dos nuevos miembros al Comité y eso podría cambiar los equilibrios", dice. La cuestión no es juntar las voluntades suficientes para obligarla a dimitir, sino quién puede ocupar el lugar sin seguir profundizando la crisis que devora al partido.

Liz Truss es la nueva primera ministra de Reino Unido y proyecta un giro más a la derecha 

Truss tuvo que despedir a su ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, después del fracaso del "minipresupuesto", que se basaba en un fuerte endeudamiento para financiar las ayudas a los sectores más vulnerables, pero el programa de Hunt tampoco es garantía de éxito. El Partido Conservador se metió solo en la crisis del Brexit y nunc ofreció un horizonte convincente para transitar la etapa post divorcio con la Unión Europea. El asunto es mucho más profundo que la continuidad o no de la primera ministra.