Nunca antes una relación bilateral entre España y Alemania fue tan fuerte y estrecha como la que conservan, desde hace meses, Pedro Sánchez y Olaf Scholz. Lo malo: esta histórica sintonÃa ocurre en el peor contexto económico de Europa desde la Segunda Guerra Mundial por una crisis energética -guerra en Ucrania mediante- que amenaza la salud polÃtica del bloque comunitario.
Tan sólido es hoy el vÃnculo entre Madrid y ParÃs, que esta martes el mandatario germano volará con destino a A Coruña (Galicia) en compañÃa de ocho ministros para participar de la cumbre hispano-alemana que planificó y preparó su homónimo español.
El evento -que durará dos dÃas, miércoles y jueves- se gestó a finales de agosto cuando Sánchez, por expresa invitación de Scholz, participó en el Consejo de Ministros del Gobierno Federal de Alemania para compartir la experiencia del Ejecutivo de España en la elaboración de su Estrategia de Seguridad Nacional.
La agenda, según confiaron desde ambos Ejecutivos, será "amplia y abierta": crisis energética, guerra en Ucrania, tensiones inflacionistas, crisis alimentaria, transición ecológica y reforma del mercado energético europeo, entre otros temas de interés geopolÃtico.
El séptimo punto, la reforma del mercado energético, es el que más crispación genera en la previa de la cumbre. España lidera la propuesta de topar el precio del gas en toda la eurozona y Alemania encabeza la negativa.
Scholz teme que, de fijarse un precio máximo en toda la UE, los barcos metaneros que ya están contratados cambien de rumbo este hacia Asia este invierno, debido a que muchos paÃses asiáticos están dispuestos a seguir pagando precios más altos.
DifÃcilmente el lÃder del PSOE pueda torcerle el brazo durante su estadÃa en A Coruña. La discrepancia se compensará con la avenencia en lo que respecta a las interconexiones, otro tema clave ante la necesidad de suplir el gas ruso.
Sánchez y Scholz quieren terminar de pulir un frente energético para presionar y acorralar al presidente francés, Emmauel Macron, respecto a la necesidad de construir el gasoducto Midcat, un proyecto que, por el momento, tiene una luz roja desde ParÃs.
Moncloa pretende convertir a la penÃnsula en el principal distribuidor de gas del continente. Y BerlÃn necesita, con urgencia, nuevas interconexiones. El problema es que para unir ambos deseos se necesita que el gas llegue a destino a través de Francia.
Sánchez y Scholz necesitan, al cabo, que Macron a finalice los 226 kilómetros que faltan construir de un proyecto de obra que ya cuenta con la tuberÃa de lado español. ¿Por qué ParÃs lo rechaza? Para el afuera, el argumento es que las actuales interconexiones están muy lejos de la saturación y que la construcción del gasoducto no se justifica por motivos energéticos y ambientales.
El mandatario francés quiere que todos esfuerzos bilaterales sean para exportar electricidad renovable de España a Francia para que llegue a Alemania y a otros paÃses transformada en hidrógeno.
Su negativa, sin embargo, tiene una razón más velada: la polÃtica energética gala, basada en la apuesta por la nuclear, choca de frente con la lÃnea abierta por el eje hispano-alemán. ParÃs confÃa, una vez resueltos los problemas técnicos de sus centrales, en exportar nuclear al resto de paÃses europeos cuando la crisis muestre su peor cara.
La inflación en Alemania alcanza los dos dÃgitos por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial
Lo cierto es que la presión del eje Madrid-BerlÃn empieza a surgir efecto. La semana pasada, el presidente galo aclaró que el "diálogo no está roto" y que está dispuesto a negociar la viabilidad del MidCat "a largo plazo". Sánchez y Scholz pretenden, con esta cumbre, reforzar el empuje para que Macron acepte su puesto en marcha en un plazo mucho más corto.
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