Editorial
Un apoyo condicional
Por Gonzalo Arias
Batakis dejó muy en claro que no llegó al cargo para ejecutar los dogmas económicos del kirchnerismo y echar por la borda lo realizado por Guzmán.

Tras el intempestivo e inoportuno portazo de Martín Guzmán y la llegada al Palacio de Hacienda de la "tapada" Silvina Batakis, que contó con el aval de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, no sólo parece haberse reconfigurado el mapa del poder en el Frente de Todos sino también abierto una posibilidad para encontrar un poco de calma tras varias semanas de turbulencias en el plano económico.

Los anuncios de la flamante Ministra de Economía fueron bien recibidos tanto por los influencers de la economía local como por varios de los principales referentes del mundo empresario y grupos inversores. Como evidencia de ello, tras conocerse el primer paquete de medidas se calmó el dólar después de varias jornadas de inestabilidad y subieron los bonos en pesos.

Cabe preguntarse, entonces, ¿qué fue lo que ocurrió para que este moderado clima de expectativas positivas fuese posible? La respuesta es tan sencilla como paradójica. Sencilla, en tanto el mensaje de la ministra fue decodificado por el establishment como un ajuste fiscal clásico, algo que no sólo está en el corazón del acuerdo con el FMI sino una demanda habitual de los "mercados" para dotar de credibilidad a un plan de estabilización económica para el país. Paradójica, porque Batakis llega al cargo procedente desde el Ministerio del Interior que conduce Wado de Pedro -donde oficiaba como Secretaría de Provincias- y con el supuesto aval de Cristina Fernández de Kirchner, quien fustigaba públicamente a Guzmán por su apego a esta disciplina fiscal.

Precisamente es esto último lo que introduce las mayores dosis de incertidumbre en relación a las posibilidades de cumplir con la hoja de ruta que trazó Batakis en su primera intervención pública como titular de la cartera económica. Si bien algunos sectores económicos son escépticos en relación a la posibilidad concreta de que las medidas anunciadas permitan alcanzar las metas comprometidas con el FMI (2,5% de reducción del déficit fiscal en 2022) y otros temen un "enfriamiento" de la economía que pueda ser obstáculo para la reactivación, la mayor expectativa está centrada en la certeza de que el plan estará inevitablemente condicionado por las internas dentro de la coalición gobernante.

Un empate que llega a su fin

Es que Batakis dejó muy en claro que no llegó al cargo para ejecutar los dogmas económicos del kirchnerismo y echar por la borda lo realizado por su sucesor. Por el contrario, no sólo ratificó que su objetivo es ir hacia el equilibrio fiscal sino que ratificó la segmentación de las tarifas. Además, anunció el congelamiento de vacantes en el Estado y, al mismo tiempo que descartó una devaluación, se encargó explícitamente de exorcizar los fantasmas de un potencial desdoblamiento cambiario que pudiera ajustar el cepo sobre el "dólar turista", algo con lo que se había especulado tras las polémicas declaraciones de la ministra respecto al "derecho a viajar".

En este escenario, los interrogantes arrecian. ¿Conocía de antemano la vicepresidenta del "plan Batakis"? ¿Está de acuerdo con las medidas anunciadas? Si así fuera, cabe preguntarse, entonces: ¿las diferencias con Guzmán eran de política económica o en realidad molestaba su pretendida autonomía en relación al kirchnerismo? Dicho de otra forma, ¿nombres o ideas?

Lo cierto es que más allá de estas lógicas preguntas, está claro que desandar el camino esbozado por Batakis requerirá de un enorme esfuerzo de contención del gasto de cara al segundo semestre del año. Un titánico esfuerzo que, en un escenario en el que Cristina Fernández de Kirchner ha recuperado la centralidad política frente a un presidente cada vez más debilitado, demandará inevitablemente de su apoyo político explícito.

Ese es el gesto que muchos esperan para generar confianza en el plan, entendiendo que esa credibilidad es lo único que permitiría en el mediano plazo recomponer las reservas en dólares del Banco Central. Por ahora, lo único que parece estar claro es que se trata de un aval meramente condicional: mientras algunos celebraron que en su última aparición en El Calafate la vice se concentrara en Guzmán y no en el presente que se abrió tras el diálogo con Alberto, referentes del kirchnerismo hablan de una tregua para calmar a los mercados y realizar una suerte de "control de daños" tras el descalabro que produjo la renuncia de Guzmán.

Habrá que esperar, entonces, lo que ocurra en los próximos días. Por ahora, el riesgo de un recalentamiento y profundización de la crisis, tanto económica como política, sigue latente. 

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