Jair Bolsonaro inauguró la ronda de oradores de jefes de estado en la 76 Asamblea General de las Naciones Unidas en Nueva York. El presidente brasileño aprovechó la ocasión para plantear duras críticas a las políticas restrictivas aplicadas en el mundo.

Bolsonaro siempre rechazó las medidas de cuidado por considerar que atenta contra el rumbo económico y en la ONU dijo que siempre abogó por "combatir el virus y el desempleo con igual responsabilidad".

En ese marco, el líder brasileño aseguró que "las medidas de cierre dejaron un legado de inflación", y disparó contra los alcaldes y gobernadores que "obligaron a la gente a quedarse en casa". 

En otro tramo de los 13 minutos que duró su discurso, Bolsonaro defendió tratamientos alternativos para combatir el Covid-19 y sugirió como posibilidad, sin nombrarlo, el uso de la cloroquina utilizado por Bolsonaro cuando contrajo el virus.

Bolsonaro se comió una pizza en la vereda y se burló del restaurante de NYC que lo tachó por no vacunado

"Me sometí a un tratamiento inicial [contra el covid]. Nuestro gobierno está en contra de la vacunación obligatoria y de cualquier tipo de certificado para circular", señaló el Presidente que la noche anterior no pude ingresar a una pizzería en Nueva York por no estar vacunado. 

El analista y consultor, Marcos Bastos, aseguró a LPO que "fue un discurso pensado para sus seguidores de extrema derecha en Brasil. El objetivo no es hacer crecer su figura ante la comunidad internacional sino ampliar su relato y difundirlo en todas sus redes sociales y los grupos de Whatsapp donde el bolsonarismo difunde noticias falsas". 

Las medidas de cierre dejaron un legado de inflación

"Según Datafolha, el 11 por ciento del padrón electoral representa a lo que nosotros llamamos bolsonarismo heavy metal que están con Bolsonaro de manera incondicional desde la campaña de 2018", agregó Bastos.

Otro de los ejes de Bolsonaro en el discurso fue la situación de la Amazonía, un punto que genera mucha discusión en la comunidad internacional. 

"Ningún país del mundo tiene una legislación medioambiental tan completa como la nuestra. Nuestra agricultura es sustentable y baja en carbono ", dijo el líder brasileño que agregó que" los indígenas quieren usar sus tierras para la agricultura y otras actividades ".  

El Presidente sostuvo que aumentó el presupuesto en controles y prometió "que ya se verán los resultados". Sin embargo, lo dicho por el jefe de estado fue refutado por la mayoría de los medios de Brasil y algunas organizaciones ambientalistas.

Fue un discurso pensado para sus seguidores de extrema derecha en Brasil. El objetivo no es hacer crecer su figura ante la comunidad internacional sino ampliar su relato y difundirlo en todas sus redes sociales y los grupos de Whatsapp donde el bolsonarismo difunde noticias falsas

Lo que destacan los detractores de Bolsonaro es que en abril el gobierno aprobó un recorte del 24% en el presupuesto ambiental para 2021 en comparación con el año pasado. "Bolsonaro mintió sobre los datos de deforestación en la Amazonía en agosto. Habló de una reducción del 32% en comparación con el mismo mes de 2020", publicó folha.  Según Imazon, hubo un aumento del 7%, un récord desde 2012. 

En este aspecto, Marco Bastos planteó que "en el tema Amazonas el discurso de Bolsonaro se alínea con los militares que entiende que toda crítica de Estados Unidos y Europa es un neoimperialismo destinado a ocupar la amazonía. Esto explica el nacionalismo y el anti-comunismo de los militares, sobre todo ante el avance de China". 

"La proyección que hacen es que hay una creciente comunidad china instalándose en Surinam y Guyana francesa por proyectos de infraestructura y mineros en la frontera norte del Amazonas. Suena a delirio pero es el cálculo con el que alimentan el discurso soberanista", añadió.

Fuentes consultadas por LPO, contaron que quienes apuntalaron el discurso del presidente fueron el influyente militar, Augusto Heleno y su hijo menor, Eduardo Bolsonaro, uno de las más fervientes representantes del ala antigloblista de extrema derecha. 

Bolsonaro apostó a la polarización que le permite sostener un núcleo duro que se movilizó el pasado 7 de septiembre y es la garantía para ingresar a una segunda vuelta electoral en octubre del año que viene.