"Mujeres de los suburbios, por favor, quiéranme", suplicó Donald Trump hace poco en uno de sus eventos de campaña en Pennsylvania. Las encuestas muestran que Biden le lleva entre 12 y 30 puntos de ventaja entre las votantes de EU, y sus mensajes de "ley y orden" y "proteger" los suburbios de los demócratas radicales no están teniendo efecto. Todo parece indicar, además, que la campaña abandonó toda esperanza de ganar Wisconsin y Michigan, dos estados clave para su triunfo en 2016. Han reducido a cero su inversión de medios en dichas entidades.

Eso no significa que el presidente se haya rendido. A dos semanas de la elección, la apuesta de Trump parece ser, por un lado, entusiasmar al máximo a su base más leal de votantes, a los teóricos de la conspiración, la clase obrera blanca en estados como Texas y Iowa, aquellos que quieren huir de los impuestos a los ingresos superiores a $400 mil dólares al año que Biden propone. De ahí sus múltiples apariciones en Fox News, su defensa de los seguidores de QAnon, y otros movimientos que parecen inexplicables para analistas y votantes por igual. Y en especial, de ahí sus ataques a Hillary Clinton, quien dejó de ser su rival hace cuatro años, y sus ataques a Biden y su familia, que no han surtido el efecto deseado.

La ruta que ven en la campaña Trump parece ser a través de siete estados clave que sienten que todavía pueden ganar: Pennsylvania, Florida, Arizona, Carolina del Norte, Ohio, Iowa, y Georgia. Pennsylvania es clave ya que Biden difícilmente puede llegar a los 270 votos electorales sin ganar este estado.

La ruta que ven en la campaña Trump parece ser a través de siete estados clave que sienten que todavía pueden ganar: Pennsylvania, Florida, Arizona, Carolina del Norte, Ohio, Iowa, y Georgia.

Pennsylvania en particular sería mayúsculo para Trump ya que Biden difícilmente puede llegar a los 270 votos electorales sin ganar este estado.

Seguidores de Trump en el acto que realizó en el aeropuerto de Orlando.

La ruta para Trump, sin embargo, es increíblemente complicada. En 2016 las encuestas mostraron un error de cálculo en el Cinturón de Óxido (Pennsylvania, Ohio, Michigan, Indiana, Illinois, and Wisconsin). Las encuestadoras entrevistaron a pocos hombres blancos de clase obrera, quienes terminaron dándole el triunfo histórico a Trump en una región fuertemente demócrata. Esta vez se supone que ese error de cálculo ya fue balanceado, pero los demócratas siguen nerviosos por los recuerdos de hace cuatro años, cuando nadie esperaba un triunfo de Trump.

En Iowa, por ejemplo, Trump aparece entre 1 y 2 puntos por arriba de Biden, es decir, dentro del margen del empate técnico. Una cifra preocupante si consideramos que en 2016 le ganó a Clinton por 10 puntos. En Ohio el presidente aparece con 4 puntos de ventaja, cuando en 2016 ganó por 7 puntos. En Florida, estado indispensable para Trump, Biden aparece con entre 2 y 3 puntos de ventaja, es decir, en empate técnico. De nuevo, una carrera muy cerrada.

En 2016 las encuestas fallaron en el Cinturón de Óxido (Pennsylvania, Ohio, Michigan, Indiana, Illinois, and Wisconsin). Entrevistaron a pocos hombres blancos de clase obrera, quienes terminaron dándole el triunfo a Trump en una región demócrata. Esta vez se supone que el error fue balanceado, pero los demócratas siguen nerviosos por los recuerdos de hace cuatro años.

A partir de ahí las cosas se complican para Trump, y tendría que ocurrir un grave error por parte de las encuestadoras o un cambio de timón radical de aquí al 3 de noviembre. En Carolina del Norte Biden aparece entre 4 y 8 puntos adelante del mandatario, mientras que las encuestadoras más optimistas para el demócrata los ponen hasta 13 y 14 puntos por delante.

En Georgia lo mismo. El ex vicepresidente lleva una ventaja de entre 5 y 6 puntos. Arizona entre 4 y 6; y en Pennsylvania, Biden le lleva a Trump entre 5 y 8 puntos de ventaja.

El candidato demócrata Joe Biden este lunes en una charla de campaña con policías en Wilmington, Delaware.

AP

Desde que libró su infección de Coronavirus, el presidente se lanzó en un tour sin descanso por estados clave y no va a parar hasta el día de la elección. Trump le sigue apostando a las grandes aglomeraciones y a llevar su mensaje directo al pueblo. Una estrategia que él cree le fue efectiva en el pasado, pero es posible que esté pasando de largo múltiples factores que en 2016 estaban en juego.

Hillary Clinton, para empezar, una de las candidatas más impopulares en la historia del Partido Demócrata. Con décadas arrastrando una reputación de "bestia del pantano" de DC. Trump era el hombre de negocios que podía cambiar las cosas. Luego de un término completo en el poder esta reputación es dudosa, y de hecho ha demostrado mucha comodidad con los lobbyist y operadores del gran capital.

Desde que libró su infección de Coronavirus, el presidente se lanzó en un tour sin descanso por estados clave y no va a parar hasta el día de la elección. Trump le sigue apostando a las grandes aglomeraciones y a llevar su mensaje directo al pueblo. 

Nada de esto significa que Biden tenga asegurado el triunfo. La carrera para conseguir 270 votos electorales y asegurar la presidencia es de resistencia y todo puede ocurrir en dos semanas. Sin embargo, esta ha sido una elección increíblemente estable en los que se refiere a las encuestas. Ha habido cambios mínimos en los últimos seis meses. Trump permanece en una posición de desventaja de la que parece incapaz de salir. A pesar de todo, el presidente claramente está maniobrando él mismo los rumbos de su campaña, igual que en 2016. Ya no es el outsider rebelde, ahora es un presidente en funciones con cuatro años de experiencia que no está pudiendo venderle al pueblo de EEUU.