El Gobierno hizo este martes una autocrÃtica puertas adentro luego de la batalla que se libró dentro y fuera del Congreso por la reforma previsional, que tuvo momentos de un caos social que incluso amenazó con hacer caer la ley.
En el Ejecutivo admitieron a LPO que no sólo los cacerolazos del lunes por la noche los tomaron por sorpresa, sino toda la estrategia del kirchnerismo, que logró instalar un discurso negativo sobre la nueva fórmula para calcular las jubilaciones. En el Gobierno dieron por descontado que el proyecto seguirÃa su curso con la tranquilidad que se aprobó en el Senado y reposaron sobre el acuerdo que habÃan firmado con 23 gobernadores.
Como el tema no habÃa traÃdo contratiempos en la Cámara Alta y los medios estaban abocados a la búsqueda del submarino ARA San Juan, la Rosada prefirió no salir a explicar la fórmula previsional. Pero el tema estalló en la tapa de los diarios un dÃa antes de la sesión del jueves pasado y el kirchnerismo, junto al resto de la oposición, lo supo explotar contra el Gobierno, que llegó tarde para dar explicaciones.
El propio Mauricio Macri reconoció en conferencia de prensa que pudo haber fallas en el modo de explicar la reforma. "Siempre se puede mejorar en comunicación", aseguró el presidente.
Pero más allá del impacto del tema en los medios, en el Gobierno nunca imaginaron que el quórum se complicarÃa por la combinación entre el bloque de 70 diputados kirchneristas ultraagresivos en el recinto y los desmanes que se producÃan de manera sincronizada en la plaza de los Dos Congresos, monitoreados según el Ejecutivo por algunos de los diputados opositores.
Esa combinación, que el kirchnerismo empezó a explotar el jueves, cuando estrenó el nuevo bloque encabezado por AgustÃn Rossi, los agarró con la guardia baja.
Además, en el gobierno algunos funcionarios habÃa sugerido a Macri patear el análisis de las reformas para después de fin de año atentos a la fuerte carga simbólica que tienen los diciembres en la Argentina desde el 2001, pero el presidente quiso sacarlas ahora. Algo de ese debate dejó trascender este martes cuando dijo que podrÃa haberse ido de vacaciones tranquilo, pero prefirió acelerar el tratamiento de las leyes.
Al mismo tiempo, en el Gobierno entraron en alarma en plena sesión por la ruptura de acuerdos de algunos diputados, que no responde a la traición de los gobernadores que habÃan firmado el pacto fiscal y se fotografiaron ayer mismo con los principales funcionarios de la Rosada, sino a una interna entre los propios gobernadores y los diputados de sus provincias que adelanta la pelea por la sucesión.
En ese sentido, en Cambiemos esperaban que el salteño Juan Manuel Urtubey aportara tres votos, de los diputados Pablo Kosiner, Andrés Zottos y Javier David. Pero en medio de la sesión, David dio vuelta su voto y se pronunció en contra de la reforma, desgajando el acuerdo de Urtubey con el Gobierno.
David y Kosiner son dos de los anotados para la sucesión del gobernador salteño, quien luego de la maniobra del primero enfureció y ahora se inclina por bendecir al segundo.
En el gobierno explicaron a LPO la particular dinámica que complejiza los acuerdos: "En las provincias ya empezaron las internas por la sucesión y en muchos casos son los diputados los que buscan ese lugar y se empiezan a pelear con sus gobernadores".
En ese sentido también sorprendió al Gobierno la votación de los santiagueños. El gobernador Gerardo Zamora, que habÃa votado como senador con sus otros dos senadores a favor de la reforma, garantizó el voto de la diputada Graciela Navarro y de los tres radicales de su provincia. Zamora es radical y el Gobierno consiguió gestionar esos votos por medio de Gerardo Morales.
Lo que no esperaban era que la esposa de Zamora, Claudia Ledesma Abdala, votara en contra. Abdala fue gobernadora hasta la semana pasada y tiene mejores Ãndices de popularidad que su sucesor y le advirtió que no estaba dispuesta a pagar el costo polÃtico de votar una medida antipática.
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- 120/12/1707:55El enfoque de la nota desvía la atención sobre la cuestión de fondo. La verdadera autocrítica sería evaluar la cantidad de gente que se manifestó genuinamente en contra de recortar el ingreso a los jubilados. Tanto durante el día (y esto, más allá de los violentos que sólo sirvieron para tapar esa realidad) como durante la noche con los cacerolazos. Todo lo demás es la bosta corporativa de siempre. Y en la elecciones del 2019 veremos si esto no ha sido una victoria pírrica.