En el mismo momento que el gobierno empezaba a dejar atrás la amarga polémica por la decisión de Macri de mover el feriado del 24 de Marzo, el titular de la Aduana y ex carapintada, Juan José Gómez Centurión, volvió a subirse en la noche de este domingo a la polémica al trazar una defensa bastante obvia de la pasada Dictadura militar, nada menos que en el tema más refactario: la violación de derechos humanos.
En una entrevista televisiva, Centurión se negó a calificar a ese proceso que asesinó, torturó y desapareció a miles de personas, como un régimen genocida.
"Vos estás diciendo que fue un plan genocida, yo no comparto esa visión de la historia. Fue una reacción desmedida combatiendo un plan de toma del poder concretamente", dijo Gómez Centurión, interpelando a la periodista Romina Manguel, a quien tildó de "militante", luego que ella le recriminara la nula condena que hizo de Galtieri.
"Se generó un plan caótico, no sistemático. Fue un modelo caótico lo que ocurrió en los 70, fue una desgracia", dijo el funcionario en otro tramo, en el programa "Debo decir", por América TV.
En ese momento intervino el conductor Luis Novaresio, quien le preguntó: "¿No cree que hubo un plan sistemático de desaparición de niños?".
"Yo no creo que haya sido un plan para hacer desaparecer una persona. Fue un torpÃsimo golpe de Estado tomando el poder y lidiando contra un enemigo que no sabÃan cómo manejarlo y que habÃa arrancado en el 75 con una orden constitucional de aniquilamiento", respondió el funcionario macrista, manteniendo su posición.
Centurión no quiso ni siquiera aprovechar el centro que le tiró Novaresio, cuando le dijo: "Imagino que usted como hombre de derecho condena el golpe". "Claro como condeno todos los golpes, como el golpe que quisieron hacer los terroristas", respondió el ex combatiente, abonando la teorÃa de los dos demonios.
Incluso Centurión desafió a Novaresio a "discutir" el número de desaparecidos y en lÃnea con lo que habÃa dicho en su momento DarÃo Lopérfido, le dijo: "No es lo mismo 8.000 verdades que 22 mil mentiras". Y le explicó a Novaresio por qué decÃa eso: "Usted dice que fueron 30 mil, cuando fueron 8 mil y en términos históricos no es lo mismo", sentenció.
Como era previsible sus desafortunadas expresiones, merecieron el inmediato repudio incluso de aliados del gobierno de Macri como el radical Ricardo Gil Lavedra, que fue uno de los camaristas que condenó precisamente a las juntas por esos delitos.
Centurión se puso asà nuevamente en el filo, luego de que el presidente Macri decidiera apartarlo del cargo por unas escuchas en las que aparecÃa involucrado en una oscura trama de corrupción en la Aduana. Durante esa instancia, Centurión recibió un respaldo explÃcito de la diputada Lilita Carrió, que pidió a Macri que lo reponga en el cargo y hasta se mostró con el funcionario, que en ese momento estaba desplazado.
Centurión siempre fue un hombre de extrema cercanÃa a Macri, a quien responde directamente, y ocupó cargos delicados: En la gestión porteña del actual presidente, tenÃa a su cargo nada menos que la Agencia Gubernamental de Control, la vieja división de inspecciones.
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Lo que pasa es que, en esta guerra cultural, parece que hay que aceptar como una religión una serie de conceptos seudohistóricos, como el de los 30 mil desaparecidos. Esa cifra, como bien lo revelaron varios (entre ellos Fernández Meijide) se presentó en la Corte Internacional de Derechos Humanos para que la represión alcance el status de genocidio y obtener las coberturas apropiadas.
Cuando se dice la verdad (entre 8.000 y 9.000 desaparecidos) chillan todos los estúpidos alineados con el pensamiento correcto (que ya es la dictadura del pensamiento ünico), como Chiche Duhalde, diciendo que "al final no importa la cantidad". Si no importa la cantidad, entonces tampoco hablemos de 30 mil, hablemos sólo de uno. Pero parece que la cantidad sí importa.
Las fuerzas armadas, encarnadas en aquella dictadura, trataron de liquidar una agresión terrorista y lo hicieron con métodos propios de este tipo de guerra, los mismos que aplican actualmente Israel y EE. UU. en Guantánamo y por los que nadie sale a hacer manifestaciones escandalosas ni se quejan. Todo lo contrario: banalizan el "submarino seco" y otras barbaridades. Y la máxima ilegalidad fue ocultar las detenciones, torturar y hacer desaparecer físicamente a los presuntos terroristas.
Pero, claramente, no fue genocidio, si se entiende por éste la destrucción de un grupo étnico o religioso por motivos de cualquier clase. Tampoco fue genocidio lo que hizo el general Roca, que simplemente le hizo frente a una invasión chilena. Sí, en cambio, fue genocidio el que ejecutaron los mapuches con nuestros indios tehuelches.
Así que, teniendo en cuenta todo eso, el único genocidio que se produjo en la Argentina fue el que ejecutó allá por 1890 el judío rumano Julius Popper, que junto a otros mercenarios destruyó prácticamente de raíz a los onas o selknam, comunidad que vivía en bolas en Tierra del Fuego y que carecía de armas. Como no va a faltar algún idiota que diga que esto es mentira, que busque las fotos que el propio Popper se sacó matando indios con su fusil (las fotos de las violaciones no las tenemos). Esto no se enseña en las escuelas argentinas. Parece que no integra la corrección política.
Finalmente, otra mentira: el plan sistemático para apropiarse de los niños de las víctimas. En verdad (posiblemente asesorados por curas que estaban con la dictadura) lo que hicieron fue salvarlos de una muerte que, en otros países, comparten con sus padres. En medio de su salvajismo, tuvierron ese mínimo de piedad. Falta todavía mucho para comprender la amplitud del drama, pero no es con dogmas que lo vamos a lograr, sino con una discusión seria y objetiva.