
Un grupo de diputados de La Libertad Avanza abandonó el acto de homenaje al General Martín Miguel de Güemes en Salta por un reclamo del gobernador Gustavo Sáenz contra el gobierno de Javier Milei, con Victoria Villarruel a su lado.
Los diez diputados libertarios, encabezados por los salteños Emilia Orozco, Carlos Zapata y Julio Moreno, se fueron enojados del acto oficial cuando Sáenz leyó el "Pacto de Güemes" que entre otros temas le reclama a Nación la reactivación de la obra pública en el norte.
"Lamentamos el uso político, mezquino y vanidoso de Gustavo Sáenz leyendo un manifiesto político que nada tiene que ver con nuestro héroe", expresó Zapata. "Nos vimos en la necesidad de retirarnos para no avalar con nuestra presencia el escándalo de prácticas políticas que nuestro pueblo no merece y no avala", agregó el diputado salteño de LLA.
La última frase fue un tiro por elevación contra Villarruel que permaneció escuchando a Sáenz, luciendo su disfraz de gaucha. La vice recibió luego el texto del "Pacto de Güemes" y se comprometió a elevar el reclamo al gobierno nacional.
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Como contó LPO, Villarruel suele utilizar sus viajes al interior del país para mostrarse abierta políticamente y en diálogo con los gobernadores, una imagen que contrasta claramente con Milei que no ha visitado las provincias.
En esta ocasión, la vice -que también montó un caballo y participó del desfile- estuvo junto a los gobernadores de Jujuy, Carlos Sadir; de Santiago del Estero, Gerardo Zamora; de Catamarca, Raúl Jalil; y de Tucumán; Osvaldo Jaldo.
La salteña Orozco también mandó un sutil mensaje a la vice. "Los diputados de LLA nos vimos forzados a retirarnos del acto en honor al Gral. Güemes ante la actitud irreverente del gobierno de Salta y gobernadores aliados, quienes hicieron uso político del acto adjudicando los males de la política tradicional al gobierno de Milei", escribió la diputada.
Además de los tres salteños, quienes también se retiraron del acto fueron Lorena Villaverde (Río Negro), Manuel Quintar (Jujuy), Gerardo Huesen (Tucumán), Nicolás Mayoraz (Santa Fe), Florencia Klipauka (Misiones), Álvaro Martínez (Mendoza) y Alida Ferreyra (CABA).
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Esta negación no solo ha esculpido su percepción del mundo, sino que también ha teñido su capacidad para establecer cualquier relación personal profunda. Como los hermanos Milei, Villarruel desconoce el amor filial, lo que transforma su resentimiento en una amargura que se proyecta en su gobernanza. A través de las lentes distorsionadas de su negación, ve en el pueblo no a ciudadanos a quienes servir, sino figuras que castigar, como si al hacerlo, pudiera redimir el pasado de su padre.
Curiosamente, Villarruel tiene una colección insólita de uniformes militares antiguos, incluyendo algunos que pertenecieron a su padre. Los fines de semana, en un rito bizarro y secreto, se viste con ellos y recita discursos que nunca pronunció, frente a un espejo, como si intentara comprender o quizás reescribir la historia a través de sus propios ojos.
Su oficina está adornada con lo que ella llama 'arte de guerra'?cuadros abstractos que, a una inspección más cercana, parecen manchas de sangre y lágrimas estilizadas. Este 'arte' es su forma de manifestar el conflicto interno que enfrenta diariamente, una batalla entre la verdad y la fábula en la que ha convertido la vida de su padre.
Villarruel, al igual que sus compañeros en el gobierno, vive una vida sin niños, sin la risa ni el caos que ellos traen. En cambio, ha adoptado a varios gatos negros, a los cuales ha nombrado con términos militares: Capitán, Teniente, y Sargento. En estos animales, busca la obediencia y el orden que nunca pudo hallar en su propia existencia desordenada.
En resumen, la vicepresidenta es una figura trágica, atrapada en un ciclo de negación y resentimiento. Su vida, reducida a una serie de actos simbólicos y decisiones distorsionadas por el legado de un padre deshonrado, es un testimonio del poder destructivo de los secretos familiares y de la dificultad de escapar de las sombras del pasado.