
Rubén Ramírez Lezcano se volvió a encontrar este viernes con su par brasileño Mauro Vieira en Buenos Aires, en medio de la crisis bilateral y a punto de que la Policía Federal de un paso clave en el caso de espionaje a las autoridades paraguayas.
El Gobierno sigue con atención las revelaciones sobre el presunto funcionamiento continuo de una estructura ilegal dentro de la Agencia Brasileña de Inteligencia (Abin), conocida como "Abin paralela", incluso bajo la administración de Lula da Silva.
La Policía brasileña apunta al jefe de inteligencia de Lula por el espionaje a Paraguay
Según O Globo, las nuevas investigaciones de la PF levantan sospechas de seguimientos irregulares también durante el gobierno del PT. Uno de los focos de la investigación apunta, justamente, al hackeo de la Abin a las computadoras de funcionarios del Gobierno. La PF evalúa dividir la investigación y enfocarse en la gestión de Luiz Fernando Corrêa, el director actual de la agencia nombrado por Lula.
Estas operaciones clandestinas, supuestamente realizadas con el software Cobalt Strike y utilizando servidores en Chile y Panamá, tenían como objetivo acceder a datos sensibles relacionados con las negociaciones sobre la tarifa energética de Itaipú y la discusión en torno al Anexo C del tratado de la hidroeléctrica.
De acuerdo a un funcionario de la Abin que declaró ante la PF, durante la operación se habrían capturado contraseñas e información personal de entre cinco y seis autoridades paraguayas. Esta revelación generó malestar en el Palacio de López, donde preocupa el impacto que pueda tener sobre las futuras tratativas bilaterales, tanto por el tratado energético como por la compra de los aviones Super Tucano, de fabricación brasileña.
En respuesta a estos hallazgos, la PF citó al actual director de la Abin para que declarase ante los investigadores. El objetivo era esclarecer si desde su gestión hubo intentos de obstrucción de las investigaciones sobre la "Abin paralela" y si él o su equipo tuvieron conocimiento o autorizaron estas acciones ilegales de seguimiento.
El gobierno de Lula se despegó de las acusaciones y responsabilizó a Bolsonaro. Sin embargo, la permanencia de figuras clave vinculadas al escándalo, como el exsubdirector Alessandro Moretti -destituido recién el 30 de enero pasado- alimentó las dudas sobre la voluntad real de desmantelar la estructura paralela de inteligencia y, una cuestión que importa a Peña, si su par brasileño avaló por acción u omisión esa maniobra.
En un intento por recomponer el vínculo, Ramírez Lezcano y Vieira acordaron impulsar en la anterior cumbre de ministros de Exteriores del Mercosur, celebrada a mediados de abril en Buenos Aires, una investigación conjunta para esclarecer los hechos. Los dos países avanzaron a su propio ritmo y por carriles distintos.
Con todo, fuentes del Gobierno admitieron a este medio que la confianza está dañada y las tensiones podrían escalar si se confirma la implicancia de la actual gestión brasileña en los actos de espionaje. Hoy volvieron a juntarse en la reunión de cancilleres del Mercosur, pero oficialmente solo hablaron del mejoramiento de las Áreas de Control Integrado y una mayor integración física y digital entre los socios del bloque.
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