Una operación sorpresiva, con imágenes que recuerdan a los operativos de Nayib Bukele en El Salvador y una foto que sumó varios puntos para el Gobierno: la de Armando Javier Rotela esposado y sujetado por agentes especiales de la Policía. El "rey de Tacumbú", el "zar del microtráfico", aunque ya estaba recluido, fue capturado y su organización sufrió un golpe sin precedentes.
La Operación Veneratio, que arrancó esta madrugada y terminó antes del mediodía con once reclusos y un policía muertos, varios heridos y el traslado de cerca de setecientos internos -el objetivo inicial eran mil-, entre ellos el líder del Clan Rotela, a distintas penitenciarías del país, levantó algunas preguntas relacionadas con el procedimiento.
La primera tiene que ver con el "trofeo" del Gobierno. A pesar de estar preso en la penitenciaría más importante del país, Armando Javier Rotela ejerció el poder real en Tacumbú por mucho tiempo, rodeado de privilegios acordes a su estatus de jefe criminal, con un pabellón propio ("La Jungla") y ante la complicidad de las autoridades penitenciarias.
Rotela es descrito por el investigador Juan Martens como una persona con una larga carrea delictiva, que en un principio aprendió los métodos del Primer Comando Capital (PCC), pero que pronto decidió forjar su propio camino. "Él estuvo entre 2016 y 2019, tres años de intenso entrenamiento con el PCC en Tacumbú. Después ya se dio esa disputa con ellos hasta los hechos de San Pedro de junio de 2019 donde se da la quiebra", dijo Martens a LPO.
Más tarde, para diferenciarse del PCC, Rotela dotó de cierto nacionalismo a su discurso, con lemas como "vencer o morir" o la orden expresa de ir contra los brasileños. De hecho, el sistema penitenciario cuenta con alrededor de siete mil integrantes del Clan Rotela, que hicieron del penal de Tacumbú su principal puesto de comando, pero que también están presentes en otras penitenciarías paraguayas.
Ante esto, el experto en temas de seguridad se preguntó qué otras acciones tomará el gobierno para desarticular al grupo, o si es solo una acción limitada a Tacumbú y para lavarse la cara. "Está bien que lo saquen pero a dónde y con quién lo llevan, y si estará comunicado o no", apuntó.
Otro interrogante es por qué Peña se animó a dar el paso, pese a la desconfianza hacia Ángel Barchini, que desplegó una gestión torpe en estos cuatro meses. El comisario Nimio Cardozo, jefe del Departamento Antisecuestro de la Policía, admitió que el plan se venía gestando desde el gobierno anterior, pero que hasta hoy no había existido la voluntad política para llevarlo adelante. Para Martens una de las posibilidades es la necesidad de lavar la cara del Ejecutivo. "Esto es algo que efectivamente cae bien a la población, por eso lo hacen ahora, para conseguir la foto del año, en una acción 'bukelesca' que genera mucha adhesión ciudadana", agregó.
Sin embargo, con pocos recursos es difícil mantener el control en las cárceles y evitar que surjan nuevos liderazgos como el de Rotela, o incluso que se elimine a su organización. La reforma penitenciaria tiene que ser a fondo y atacar la corrupción entre guardicárceles, directivos de los presidios y funcionarios de la justicia.
El Ejecutivo mantuvo el mismo secretismo que durante el Operativo Dakovo, que desmontó una red internacional de tráfico de armas e involucró a militares que ya estaban en la mira de Peña. Pero el presidente purgó las instituciones castrenses y les dio una oportunidad para lucirse. Lo mismo hizo con la Policía a cargo de Enrique Riera. A diferencia de Justicia, el Ministerio del Interior está más blindado a la filtración de los grupos criminales. Esa realidad inclinó la balanza a favor de los agentes policiales y militares que comandaron la operación.
Un hecho que llamó mucho la atención de las declaraciones de los propios encargados del operativo es el papel poco relevante que se dio al Ministerio de Justicia, que de hecho, fue comunicado apenas horas antes del inicio del procedimiento. Barchini intentó adjudicarse el éxito de la operación, pero Peña atribuyó el triunfo sobre Rotela a la Policía de Riera (la inteligencia policial fue una pieza crucial del procedimiento) y a los militares a cargo de Óscar González, titular de Defensa.
Fuentes de la cartera que prefirieron el anonimato confirmaron que haber dejado relegado al Ministerio responde al último operativo encabezado apenas días atrás por Barchini, en el que se hicieron incautaciones simbólicas -apenas accedió al sector no controlado por Rotela- y el antecedente de su comportamiento durante el último motín. "Se dejó de lado al ministro por el show que hizo días atrás", dijo una fuente a LPO.
Esta persona coincidió con Martens en señalar la necesidad de un saneamiento de las fuerzas penitenciarias, ya que la mayoría de los que hoy trabajan en Tacumbú cuentan con sumarios y hasta procesos penales por irregularidades en sus funciones, algunos de ellos ligados incluso al Clan Rotela.
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